- Los científicos que operan los detectores LIGO y Virgo anunciaron ayer haber detectado la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora y admitieron que su hallazgo genera en realidad más preguntas que respuestas. Así lo consideró Alan Weinstein, miembro de LIGO (siglas en inglés de Observatorio de ondas Gravitacionales por Interferometría Láser) y profesor de física en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), al presentar el hallazgo.

Una onda gravitacional es una onda invisible que se desplaza a la velocidad de la luz. Albert Einstein postuló su existencia ya en 1915, como parte de la teoría de la relatividad general, pero el fenómeno solo se detectó experimentalmente en 2015 precisamente a través de LIGO.

Son difíciles de detectar y tanto LIGO como Virgo (observatorio localizado cerca de Pisa) fueron creados especialmente para ello; el hallazgo comunicado ayer miércoles puede haber sido el más importante hasta la fecha. La fusión de dos agujeros negros es un fenómeno que no genera luz, por lo que solo puede apreciarse mediante estas olas cósmicas que sirven para avanzar en el conocimiento del universo.

Fusión de dos agujeros

Weinstein agregó sobre el descubrimiento que de momento se opta por darle la explicación más sencilla, que es la de atribuir el surgimiento de las ondas gravitacionales a la fusión de dos agujeros negros binarios. “El listón para afirmar que hemos descubierto algo nuevo es muy alto. Así que normalmente aplicamos la navaja de Occam: la solución más simple es la mejor, que en este caso es un agujero negro binario”, agregó. Sin embargo, los científicos no ocultan que la dimensión del hallazgo es algo sin precedentes y que la señal que se detectó fue mucho más fuerte que en las otras ocasiones en que se pudieron rastrear ondas gravitacionales.

“Esto no se parece mucho a un chirrido, que es lo que normalmente detectamos”, dijo el miembro de Virgo Nelson Christensen, investigador del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS). Las ondas gravitacionales detectadas y de las que ahora se dan detalles desarrollaron, según los científicos, una energía similar a la de ocho masas solares.

La señal se detectó el 21 de mayo de 2019 por LIGO, que está compuesto de dos observatorios localizados en Estados Unidos, y por el de Virgo en Italia, y se le ha atribuido la identificación GW190521. Se asemeja a unos cuatro movimientos cortos, y es de duración extremadamente breve, menos de una décima de segundo, explicaron los científicos.