UEDAN unos pocos días para que la escuela vasca reabra sus puertas al nuevo curso en plena curva ascendente de la segunda ola de covid-19. Los centros se preparan para que la vuelta al cole de 400.000 estudiantes sea segura, "siendo conscientes de que el contagio cero no existe, como no lo es en la playa o en una terraza", afirma Zunbeltz Fullaondo, director de Abusu Ikastola, integrada por 400 familias y 600 estudiantes de hasta 16 años. Garantizar la seguridad sanitaria del centro implica adaptar las instalaciones para guardar la distancia interpersonal de 1,5 metros, colocando mamparas separadoras, reconvirtiendo espacios que tenían un uso -como un txikipark, el aula de profesores o la de psicomotricidad- en comedores y espacios de descanso, compartimentando espacios comunes para reducir el aforo, habilitando una sala de aislamiento para acoger a quienes presenten síntomas compatibles con la enfermedad, etc. La lista es larga y el espacio, limitado.

Según Fullaondo, la ikastola no ha descartado "pedir espacios municipales en el Centro Cívico de Arrigorriaga o en el propio barrio para llevar allí a alguna clase de Secundaria en el escenario mixto. En un escenario semipresencial, el planteamiento es que haya clase presencial de Primaria hasta el jueves y de ESO el viernes. Pero creemos que el grupo de refuerzo de ESO para la gente que anda más justa debe venir jueves y viernes y aquí no hay espacio". Y eso que la ikastola es bastante amplia. Además de dos edificios separados por ciclos, Abusu cuenta con grandes zonas al aire libre y ajardinadas a las que a partir de ahora sacarán chispas. "Si me pongo en la piel del equipo directivo de un centro pequeño, esto es inviable", comenta Fullaondo.

En cualquier caso, la dirección es consciente de que la ikastola "se va a quedar coja en el escenario mixto, ya que necesitaríamos cuatro o cinco profesores más con la plantilla a pleno rendimiento". La realidad es que en un curso normal no es habitual que los claustros estén al 100% porque, aunque sea obvio, existen más enfermedades que el covid-19. A ello se añade la posibilidad de que una clase y su tutor tengan que guardar cuarentena en casa en caso de que sea detectado algún positivo. De hecho, ya tienen a varios docentes confinados debido a esta enfermedad. "Parece evidente que los centros necesitamos más recursos humanos", señala.

Además de la transformación física, el cordón sanitario conlleva un importante esfuerzo logístico para escalonar entradas y salidas. "Antes entraban todos a las 9.00. Ahora empezarán a entrar a partir de las 8.50 horas, en turnos separados por cinco minutos. Unos entran por la izquierda y otros por la derecha, estamos secuenciando todo eso. En Infantil, los aitas y amas traían a los niños y ahora no van a poder entrar. Entonces, uno de los tutores se quedará en la puerta, otro en clase y alguien vigilará el camino, pero las familias se quedarán fuera", explica Zaloa Aldatz, gerente de la ikastola. También ultiman la señalización de circuitos en el centro para dirigir la movilidad, haciendo turnos para el uso de aseos y otras estancias comunes. Se crearán grupos burbuja, se evitarán las reuniones y se reducirá compartir materiales€ Lo más probable es que no haya extraescolares y la actividad se reduzca a los servicios esenciales: enseñanza, comedor y autobús.

"A partir de ahora tanto los horarios como los espacios y las actividades serán más flexibles. Y aunque nos duela mucho, y tras darle muchas vueltas, hemos llegado a la conclusión de que al menos las primeras semanas la pedagogía va a quedar en un segundo plano", reconoce el director de una ikastola cuyo puntal filosófico reside en la libre circulación de los más pequeños, la cercanía y la confianza. "Llevábamos unos años en una transición metodológica muy importante, trabajando por proyectos, mezclando diferentes edades, en grupos mucho más pequeños, muchos más juntos, con diferentes roles, con mucho material manipulativo y esta situación lo dificulta", dice Aldatz. La gerente considera que el nuevo curso "no es que vaya a suponer un paso atrás, porque no vamos a renunciar a nuestro modelo educativo, pero nos va a obligar a darle una vuelta para que los chavales no pierdan eso que estábamos consiguiendo y con lo que estábamos muy contentos".

Clases burbuja separadas

Argiñe Gurtubai, responsable de Infantil, no escapa a la presión por la inquietud que le trasladan las familias ante un escenario tan incierto. Inquietud que ella misma siente por cómo mantener a las "burbujitas" a salvo del virus sin que su proceso de aprendizaje y socialización se vean dañados. "Las limitaciones chocan con nuestros valores. La clave es que las familias sean partícipes del proceso, sepan que va a ser un curso diferente y que nos van a tener aquí siempre", afirma Gurtubai. La profesora sigue sin ver claro el uso de EPI en Infantil, un ciclo en el que el contacto físico es más estrecho y el "apego básico".

Gurtubai asegura que el curso va a ser un aprendizaje permanente para los pequeños y también para los profesionales. El medio centenar de docentes del centro se verán las caras el martes por primera vez tras las vacaciones. Está claro que no será un claustro normal, en el que se traten las cuestiones académicas propias de cualquier proyecto educativo. La situación impone casi un ejercicio de coaching emocional. "Nos vamos a dedicar a intentar tranquilizar a los trabajadores y compañeras. El primer mensaje es de tranquilidad, porque nadie está preparado para gestionar una pandemia. No lo vamos a hacer bien al 100%. El contagio cero no está asegurado en la calle y aquí lo mismo. Eso no quiere decir que no hagamos todo para que la vuelta al cole sea segura, siendo conscientes de que no va a ser igual por las propias limitaciones de movilidad y gestión de los espacios", explica el director. Y añade: "Se les va a preparar para la transición al escenario mixto, a compaginar ambos escenarios. Vamos a avisarles de que quizás tengan que realizar otras funciones, apoyando otros ciclos o haciendo lo que haga falta en todo momento porque tenemos los recursos personales que tenemos". Aun y todo, Fullaondo está convencido de que "vamos a salir reforzados de esta experiencia".

"Lo importante es que las familias estén informadas y sepan que vamos a estar ahí"

Responsable de Infantil en Abusu Ikastola

"Aunque nos duela, la pedagogía va a quedar en un segundo plano las primeras semanas"

Director

"No va a ser un paso atrás, pero nos va a obligar a hacer las cosas de otra manera"

Gerente