Al parecer enfermamos más en estos tiempos de coronavirus. “Enfermamos más porque nos desconectamos de nuestro cuerpo y de nuestras emociones”, sostiene la fisioterapeuta donostiarra Eva Arrieta, autora de '¿Por qué enfermamos? Escucha tu cuerpo, conócelo y mejora tu salud'. Experta en terapia postural y emocional, reconoce que hay una epidemia de miedo y una intoxicación informativa. “Hay más gente que enfermará ahora por la cantidad de datos que ha malprocesado. Todo esto tiende a generar ansiedad. Muchas personas dudan sobre lo que pasará con ellas. En el confinamiento nos ha faltado confianza en nosotros mismos y eso repercute en nuestra salud. Ello está generando una intoxicación y acidificación de nuestro organismo”.

¿Se expresará en ciertos síntomas?

—Sí. A cada uno le tocará en su punto más débil, en sus vísceras o sistemas que estén con menos defensas.

¿Nota en su clínica de Donostia mayor afluencia de pacientes?

—Bastante más. Además, esto no ha hecho más que comenzar. La situación seguirá empeorando.

Dicen que de estos meses saldremos todos más tocados. ¿Lo ve así?

—Espero que no. En esta circunstancia vivida hay personas que se han dado cuenta de lo que realmente es importante en su vida. A veces estamos rodeados de necesidades que no son tales. Las hemos hecho claves en nuestro día a día, pero no son vitales.

¿Hemos hecho introspección?

—A mucha gente le ha servido como regeneración de lo que quiere hacer con su vida, aunque una mayoría está todavía bajo el temor generado en el claustro obligatorio. Nos ha alterado en exceso y las peores repercusiones están aún por llegar. Estamos con mucho estrés y los futuros laboral y familiar son oscuros e inciertos, y eso tiene consecuencias.

¿Y si no sabemos adaptarnos a los cambios que llegan?

—Como no sepamos hacerlo, habrá muchas patologías posteriores al proceso del confinamiento.

En su libro propone transformar la salud aprendiendo a escuchar a nuestro cuerpo, detectar las señales de alerta y evitar que enfermemos. ¿Cómo se logra?

—A través de los síntomas. Escuchándolos podremos entender lo que nos quieren decir. Nos indicarán si algo hay que cambiar porque no está bien, sea alguna emoción o algún estrés conductual que está sin sanar y que tenemos que atender y tratar de curar. El problema es que no le hacemos caso. Ponemos un parche de cualquier manera, como sea, bien con medicamentos, con hierbas, pero no vamos al origen real del dolor.

¿Quién debiera explicar este proceso?

—Ojalá el aprendizaje de estos procesos estuviera en las escuelas, que el niño conociese cómo se expresa su cuerpo, por qué tiene de repente momentos de ira, de miedo, por qué le gusta hacer siempre las mismas cosas. Todas las conexiones con nuestra parte interna, con lo que realmente somos es lo que nos ayuda a conocernos mejor y a conocer las enfermedades. Hay una primera etapa de la vida que es crucial, que es el embarazo, el contacto con la madre.

¿Y después?

—De los 2 a los 6 años nuestro cerebro está en un estado de onda cerebral de imnosis; captamos todas las normas sociales y condicionamientos que nos vengan de amigos, de educación. Porque al igual que hemos heredado los genes como etiquetas propias, también llevamos otras etiquetas igual que genes con las circunstancias emocionales que han llevado nuestros padres o nuestros ancestros.

¿Es importante la alimentación?

—Sí. Porque somos energía y el cuerpo humano funciona como una pila. Por eso, una dieta que tienda a alcalinizar nuestro cuerpo es lo mejor para una buena salud. Esto se logra con una dieta sana que evite sobre todo los elementos ácidos, azúcares y el exceso de carnes. Tenemos que cuidarnos con la alimentación, porque nuestro metabolismo corporal, el vivir cotidiano nos acidifica y debemos de compensar la tendencia a la acidosis con la alcalinidad.

¿La armonía emocional es más importante que la alimentación?

—Sí, porque lo que más intoxica es la incoherencia emocional, la falta de estabilidad en nuestra parte emocional. Si a esto se suma el estrés alimenticio, de vida, de la polución, del ruido… la inestabilidad está servida.

¿Puede ser el dolor un estímulo para reaccionar también en tiempos de covid-19?

—El dolor existe, pero si nos quedamos apegados a él pasamos al sufrimiento. Habrá que combatirlo con fármacos para temas urgentes y puntuales, pero creo que nos medicalizamos en exceso. El cuerpo humano es una maravilla y cuando estamos en consonancia con nuestro corazón, que es el que conecta todo el ser humano, con nuestra humanidad y con nuestra esencia vital, es cuando los caminos se abren y nos enseñan a vivir. Pero tenemos que estar con la vida abierta, no luchar contra ella, sino aprender a liberarnos de las mochilas que llevamos a modo de hándicap. Debemos realizar el aprendizaje disfrutando, ni sufriendo ni teniendo miedo.

“El exceso de información del covid-19 ha bloqueado a muchas personas y les ha provocado gran ansiedad”

“La incoherencia emocional nos intoxica mucho más que el coronavirus”

“Aunque muchos habrán aprendido lecciones de esta crisis sanitaria, la mayoría saldrán muy tocados”