- Alcohólicos Anónimos tuvo su comienzo en 1935 en Akron, Ohio, fruto del encuentro entre Bill W., un agente de bolsa de Nueva York, y el doctor Bob S., cirujano. Ambos tenían problemas con el alcohol y se dieron cuenta de que sus deseos de beber disminuían cuando trataban de ayudar a otras personas a permanecer sobrias. 85 años después, la comunidad nacida de aquella unión sigue viva en unos 180 países. En Bizkaia cuenta con 17 grupos, que han funcionado durante el confinamiento a través del contacto telefónico durante el confinamiento a través del contacto telefónicoentre sus miembros y manteniendo sus reuniones habituales a través de diversas plataformas on line

“A las 7.00 en punto cada día manteníamos una sesión por audios. Un moderador o moderadora iniciaba el tema y los demás mandábamos después nuestros audios. No tiene nada que ver con las reuniones presenciales, pero cuando existe voluntad, se puede”, explica Lucía, miembro de Alcohólicos Anónimos desde hace más de veinte años. Cada grupo tiene su propio funcionamiento y cada uno ha elegido la forma de mantenerse en contacto durante la pandemia.

Esto es una enfermedad incurable, progresiva y fatal, pero se puede parar. Había que seguir manteniendo la sesiones, no podíamos correr el riesgo, sobre todo con las personas que llevaban dos o tres meses en el grupo”, apunta. Según Lucía, solo dos personas han sufrido recaídas durante el confinamiento. “Para un grupo de 25, no es un mal número. Y luego han vuelto a las sesiones. Generalmente, el que quiere dejar de beber, aunque tenga recaídas, vuelve, porque quiere dejar de beber. Puede tener un mal día, una mala racha o una mala época, pero al final vuelve. Esto es una enfermedad crónica, si tienes una recaída, lo mejor que puedes hacer es venir al grupo”.

Otra realidad vivida durante el confinamiento es la incorporación de nuevos miembros a Alcohólicos Anónimos. La fundación cuenta con un teléfono de contacto en Bizkaia al que cualquier persona puede llamar. Según Lucía, los primeros días del confinamiento “no llamaba nadie”, pero poco a poco fue aumentando el número de contactos. “Han llamado muchas personas que antes bebían, pero que al estar en casa se han dado cuenta de que necesitan el alcohol. Y cuando alguien se da cuenta de que necesita algo todos los días, igual es que tiene un problema”. Lucía atendió a una de estas personas. “Le expliqué que había un confinamiento, pero la invité a que se uniera a nuestro grupo por teléfono. Y como de verdad quería dejar de beber, continuó después”, cuenta.

Reuniones presenciales

Desde hace dos semanas, los grupos han recuperado poco a poco su actividad presencial. “Hemos comprobado que por teléfono no es lo mismo que mirar a la cara a la persona que viene pidiendo ayuda, tenderle la mano y decirle: Si quieres, tú puedes. Darle una serie de pautas que tenemos y estar a su lado”. A día de hoy, todos los grupos de Bizkaia funcionan de forma presencial. “Algunos empezaron antes, otros más tarde. Todo depende de los locales. El del grupo en el que yo me recupero, por ejemplo, es pequeño y nos turnamos para hacer las reuniones. Nos estamos juntando alrededor de nueve o diez personas para asegurarnos que cumplimos las medidas de distanciamiento y todos llevamos mascarilla”, apunta.

Lo que no han podido hacer este año ha sido celebrar el 85º aniversario de la comunidad. “El año pasado reunimos a unas ochenta personas en Santurtzi, realizamos unas charlas, pero este año ha sido imposible, así que estamos transmitiendo nuestro mensaje a través de los medios de comunicación”. Y, ¿cuál es ese mensaje? “Que seguimos aquí, que hay una solución si se quiere dejar de beber y que merece la pena venir. Sobre todo, estamos deseando echar una mano a quien nos pida ayuda”, sostiene Lucía.

“Cuando echó a andar la comunidad, se hizo un programa muy sencillo y continúa vigente tal cual. Lo fundamental es la no ingestión de un solo trago y acudir a las reuniones, cuando estás bien, por eso mismo, porque igual estás tan sumamente bien que te vienes arriba y bebes, y cuando estás mal, lo mismo”, anima Lucía. “Hay que acudir siempre que se pueda. Esta es una enfermedad crónica una vez se pasa la línea de bebedor social a adicto al alcohol”, concluye.

Datos

Fundación. Tuvo su comienzo en 1935 en Akron, Ohio, fruto del encuentro entre Bill W., un agente de bolsa de Nueva York, y el doctor Bob S., cirujano. Ambos tenían problemas con el alcohol. Desde entonces se ha extendido por 180 países.

Bizkaia. En el territorio hay 17 grupos de Alcohólicos Anónimos funcionando. El número de miembros oscila en cada uno de ellos y dependiendo del momento, pero todos ellos cuentan con más de diez personas.

  • “Durante el confinamiento hemos mantenido las sesiones por teléfono; no podíamos correr riesgos”
  • “Esto es una enfermedad incurable, progresiva y fatal, pero se puede parar”

Miembro de Alcohólicos Anónimos