- El primer día de los más pequeños en la calle después de 42 duras jornadas de encierro fue sobre ruedas. Y no solo porque se portaron bien, siguiendo a rajatabla todas las indicaciones de las autoridades, sino porque protagonizaron una romería de bicicletas, patines y monopatines en las principales zonas de esparcimiento del territorio que ni en época navideña. Los cerca de 150.000 niños vizcainos, alrededor del 13% de la población, que ayer pudieron salir al exterior aprovecharon más que nunca el paseo, aunque sus movimientos estuvieran limitados a un radio de un kilómetro de sus hogares. Sin embargo, aún deberán esperar un poco más para que las incursiones callejeras se asemejen a las de un pasado que ya parece remoto. Porque lo que más echan de menos es jugar con sus amigos.

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Primera salida de los txikis de los lectores de DEIA durante la cuarentena

Durante el paseo que dio con su hermano Hugo y su aita, Jesús Cao, por El Arenal bilbaino, Matilda de 9 años tuvo la suerte de encontrarse por casualidad con una de sus mejores amigas del colegio Viuda de Epalza donde ambas estudian. A varios metros, respetando la distancia social, se sonreían mutuamente. "Os daríais un abrazo si pudierais, ¿verdad?", le decía su aita, que ya le había advertido que de momento no podían quedar con ningún amigo. "Si nos llegan a decir hace tres meses que íbamos a tener que estar mes y medio metidos en casa... Lo llevamos bastante bien, aunque estamos preocupados por las amamas", confesó Jesús Cao, quien se mostró comprensible con la confusión inicial generada por "un error de comunicación" del Gobierno respecto a si la salida de los niños era para acompañar a sus padres a hacer compras indispensables.

Zonas como el paseo del Campo Volantín, Abandoibarra, el Parque Europa, Doña Casilda o la Plaza Indautxu se llenaron de niños en compañía de un solo adulto, pero también de familias al completo. Porque la norma que más parece que cuesta respetar es la restricción de que solo un progenitor puede salir con hasta tres niños. Y nunca con ambos progenitores aunque guarden una distancia prudencial. Los más cumplidores, como Jesús Cao, respetaron la normativa. "Como mañana -por hoy- es el cumpleaños de mi mujer hemos decidido que hoy salgo yo y mañana ella", relató. También cumplió Elixabete Agirregomoskorta, una ama que jugaba con sus dos hijos en la plaza del Arriaga: "Como mi marido tiene que salir a trabajar y yo teletrabajo hemos decidido que les sacaba yo".

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Primera salida de los txikis de los lectores de DEIA durante la cuarentena

Sus hijos Maialen y Unai, de 11 y 7 años, "no son muy de pasear" así que optaron por el balón. "No pensaba que iban a ser capaces de aguantar tanto en casa", aseveró Elixabete, que desde un primer momento les explicó "qué es todo eso del coronavirus" aunque las primeras pautas las recibieron en la Ikastola Lauro, donde ya comenzaron a limpiarse las manos antes de que llegara el confinamiento. "Me cuesta admitirlo pero echo de menos las clases presenciales", admitió Maialen ante el asombro de su ama, quien le prometió que le recordaría la confesión siempre que remoloneara para levantarse por las mañanas. Aunque rápidamente rectificó que era porque quería estar con sus amigas. Por el momento, toca seguir con las clases on line.

También telestudian Antia e Iria Ruiz de Gopegui, dos niñas de primero y tercero de Primaria, en la medida que pueden. "A veces nos toca compartir el mismo ordenador para tres", revelaba su ama, Sabela Villena, quien ha establecido una dinámica en el hogar para que puedan seguir con sus estudios. Mientras la pequeña se enfrenta "a trucos de magia y a experimentos", a la mayor le toca abrir el Gmail para encontrarse con deberes propiamente dichos. "Todavía no son autónomas, así que tenemos que ayudarlas", exponía la ama, mientras las niñas respondían de forma taciturna y se escondían al preguntarles qué les parecía volver a salir. "Oso ondo", aseguró la mayor. "Están un poco como en una nube", reconocía Sabela.

Menos mal que muchos de los niños que iban sobre ruedas salieron bien pertrechados con coderas y rodilleras, porque a juzgar por algunas caídas cualquiera diría que se habían olvidado de rodar. Otro de los complementos más utilizados fueron las mascarillas. Mientras algunos padres consideraban que los niños debían seguir las mismas indicaciones dispensadas a los adultos en cuanto a seguridad, algunos alegaban que al pasear en espacios abiertos no consideraban que fueran necesarias. En cualquier caso, todos tuvieron en cuenta el llamamiento al "sentido cívico" realizado por la Ertzaintza, que recomendó a las familias "autodisciplina y conciencia del peligro" para que solo deban actuar "en casos de flagrante y reiterativo incumplimiento de las condiciones establecidas".

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Los niños vuelven a llenar las calles de Bilbao

Mientras columpios y toboganes permanecieron intactos, lo que supuso algún que otro berrinche por no poder utilizar los parques infantiles, el estanque de Doña Casilda congregó a un gran número de menores. Algunos aprovecharon para sacarse una selfi cuando el pavo real extendió su plumaje. Tanto era el ajetreo que una patrulla de la policía municipal permaneció prácticamente toda la mañana para controlar que no hubiera aglomeraciones. "La medida es para que se aireen los niños, no los padres", indicó uno de los agentes, que aseguró que cuando se llamaba la atención a los progenitores, se ofendían. "No puede ser que se acumulen 20 personas en 15 metros cuadrados ni que la gente toque la barandilla", indicaba.

El colectivo que ayer parecía haber desaparecido de la faz de la tierra fue el de los adolescentes. Los chavales de entre 14 y 18 años podrán salir a la calle pero únicamente para las salidas esenciales marcadas por el decreto, como ir hacer la compra al supermercado. La hija mayor de Kepa Iturriaga, quien ayer salió a pasear con los dos pequeños, es una de las que se tuvo que quedar entre cuatro paredes. "Aunque no le ha importado, dice que tiene miedo de salir", puntualizó su padre, alegando que es más consciente de los peligros del coronavirus. Algo similar ocurre con la hija mayor de Mónica Sáiz, de 15 años. No obstante, en este caso le da más apuro salir por si le para la policía, aunque sea para realizar una de las actividades permitidas. "Hoy ha agradecido quedarse sola en casa", explicó sobre la mayor, que tiene tres hermanos pequeños.