Donostia - Euskaltzaindia cerró ayer en el Palacio Foral de Gipuzkoa los actos de la celebración del centenario desde su fundación, en 1919, y lo hizo con una llamada clara a mantener “la ilusión por seguir trabajando por y para el euskera, con quienes se esfuerzan día a día en garantizar el futuro de nuestra lengua” y hacerlo, como dijo el presidente de Euskaltzaindia, Andres Urrutia, de la mano “de los distintos agentes de la cultura vasca de un modo abierto” para afrontar los retos que, como en las últimas décadas, ha afrontado el euskera.

“Euskaltzaindia es, desde su creación, transfronteriza y plural, porque nuestra lengua, el euskera, es también transfronteriza y engloba a una comunidad de hablantes también plural” proclamó Urrutia, que en su intervención ante autoridades, académicos e invitados recordó cómo Euskaltzaindia a lo largo de este siglo “tomó las riendas a la hora de conformar y promover el euskara batua, junto con otros agentes de la sociedad vasca; impulsó asociaciones y actuaciones que hoy en día son realidades palpables, tales como AEK, UZEI, EIE, primeros títulos en euskera, campeonatos de bertsolaris, concursos literarios, edición de libros...

Actividades, proyectos e iniciativas que han contribuido a conformar buena parte de la infraestructura actual con la que cuenta la cultural vasca”. “Ahí ha estado la Academia del Euskera y ahí seguirá estando”, resumió Urrutia en una intervención en la que, sobre todo en euskera, pero también con pasajes en castellano y francés, agradeció a todos los miembros que han formado parte de Euskaltzaindia en estos cien años.

Con la vista puesta en los retos del presente y del futuro (“digitalización, internacionalización, profesionalización y socialización, todo ello sin perder su vocación de servicio”), Urrutia se inspiró en la soka-dantza que abrió el acto con las autoridades forales y académicas cogidas de la mano para reivindicar que “más allá del origen y la procedencia de cada uno”, recordar que “el euskera nos une”.

Una línea similar a la que trazó el lehendakari, Iñigo Urkullu. “Hemos recordado la situación del euskera en el siglo XX, la resurrección de hace 100 años y el dolor de los años oscuros que después vinieron”, dijo el lehendakari, que reconoció que “no estaríamos donde estamos sin la labor de Euskaltzaindia y sin el euskara batua”. “Muchas veces nos preguntamos cómo estará el euskera en 2030”, lanzó Urkullu antes de enumerar desafíos que son coincidentes con los que se fija la propia Academia u otras instituciones que trabajan en el euskera: “Cientos de retos y siempre la fuerza del euskara, siempre adelante”.

Como lo fue en 1919 el azpeitiarra Julian Elorza Aizpuru, el anfitrión de la jornada de ayer fue el jefe del Ejecutivo foral, Markel Olano. “Los principios fundacionales de Euskaltzaindia están ligados a una amplia y abierta visión cultural, visión que está por encima de las ideologías y de la política. El euskera es patrimonio de todos y, como tal, ha de quedar fuera de la disputa política”, resumió la “primera lección” que dejó Euskaltzaindia con su fundación, de la mano de Eusko Ikaskuntza.

La “segunda lección” es la propia “trayectoria de la Academia”, con el euskara batua como gran logro que ayuda “a que se gestara una nueva conciencia en eso que, con visión cultural amplia y abierta de miras, llamamos Euskal Herria”. Con la vista puesta en el futuro, Olano llamó a la Academia a “anticiparse a las necesidades de los hablantes, con vías flexibles para adaptarse a ellas”. Así, el diputado general de Gipuzkoa puso en valor que “contamos con una o ya dos generaciones educadas en euskera”, aunque el idioma se encuentra en “una encrucijada, en el momento de darle un nuevo impulso”.

En la encrucijada “El proceso de revitalización necesita de la cooperación de todos, igual que se hizo hace cien años”, recordó Olano cómo Euskaltzaindia nació con el visto bueno de las autoridades de los territorios de Hegoalde. “Quisiera instar a la Academia a que asuma los riesgos inherentes a la innovación”, sugirió Olano, que advirtió cómo “el mundo actual y la sociedad vasca cambian a un ritmo vertiginoso”, lo que obliga “a adoptar una actitud de innovación incesante”. Una actitud de “mirada larga”, resumió Olano, que invitó a los presentes a “atreverse a buscar nuevos caminos para la lengua vasca”.

Su homólogo alavés, Ramiro González, intervino como representante de las cuatro instituciones políticas de Hegoalde que hace 100 años contribuyeron al alumbramiento de Euskaltzaindia. “La Academia ha estado ahí en estos cien años, dando corazón al euskera, cuidando del idioma, para que no tuviera miedo del futuro”, reconoció al tiempo que valoró la labor de Euskaltzaindia.

“Trabajo en común, entendimiento, el respeto entre diferentes y el ánimo de seguir creciendo son la base de todos estos cien años”, dijo González, que confió en que el futuro se desarrolle por claves similares. El presidente de la Conglomeración de Iparralde y alcalde de Baiona, Jean-René Etchegaray, recordó que “la política lingüística activa en Iparralde busca que el euskera vaya tomando su espacio en la plaza pública”. “No podemos olvidar en este trabajo de normalización y revitalización la labor que desarrolla Euskaltzaindia desde hace 100 años”, expresó.

El acto arrancó en los soportales del Palacio Foral, donde tras los saludos institucionales de rigor, la soka-dantza que ofrecieron dos dantzaris y los diputados forales sirvió para acompañar la subida de las autoridades al Salón del Trono. Allí se celebraron las intervenciones de Olano, González, Etchegaray, Urrutia y Urkullu, antes de que el coro Euskeria y el coro juvenil del Orfeón Donostiarra cantaran Maitia nun zira y Agur jaunak. La cita se cerró con una nueva alusión al centenario: la dirección de Euskaltzaindia se trasladó a la Sala de la Reina para emular la fotografía que en el mismo lugar la primera Euskaltzaindia, la presidida por Resurrección María de Azkue, se tomó en 1919.