Bilbao - Casi nadie recuerda ya que la capital vizcaina fue condecorada durante muchos años con el dudoso título de Zona Atmosférica Continuada. Los estertores del siglo XX -las décadas de los 70 y 80, principalmente- fueron despiadados con los ecosistemas vascos. Desde entonces la realidad es bien distinta, aunque todavía hay factores que requieren de la atención y de la vigilancia institucional. Por ejemplo, el transporte. Algún tipo de industria también, pero en menor medida. Lo dijo Iñaki Arriola, consejero de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda.

De hecho, todos los análisis sobre los que el Gobierno vasco planifica el futuro a corto y medio plazo apuntan a que las emisiones de los tubos de escape son el gran caballo de batalla. En su opinión, “el tráfico en zonas urbanas” debe ser controlado con especial mimo para evitar que en ningún momento sean rebasados los niveles máximos permitidos. Los datos relativos al ejercicio 2018 facilitados por el consejero así lo confirman. En lo referente al dióxido de nitrógeno (NO2) no se superaron los valores máximos permitidos en ninguna de las cinco estaciones donde se controla este elemento contaminante proveniente del tráfico en las capitales vascas como son las de Ategorrieta y Easo, en Donostia; la de la avenida de Gazteiz, en la capital alavesa, Gasteiz, y las de María Díaz de Haro y alameda de Mazarredo, en Bilbao.

Precisamente, sobre la superación de los límites de NO2 registrados puntualmente en 2017 en María Díaz de Haro, Arriola subrayó que en 2018 los valores se mantuvieron por debajo del límite anual de 40 microgramos por metro cúbico. En 2017 este límite se superó ocasionalmente en tres microgramos, mientras que en 2018 el promedio de emisiones registradas de este agente contaminante en dicha calle fue de 39 microgramos por metro cúbico. Las mediciones de este agente contaminante en el resto de estaciones se situaron entre 22 y 30 microgramos por metro cúbico, detalló el consejero durante la presentación de algunas conclusiones del Informe de Calidad del Aire.

Este documento recoge las lecturas y análisis de los principales elementos contaminantes del aire nocivos para la salud humana como el monóxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), dióxido de nitrógeno (NO2), ozono (O3), benceno, metales pesados como el arsénico, cadmio y plomo, y el benzopireno, así como las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) y, en general, todos ellos se mantuvieron en 2018 por debajo de los límites establecidos por la normativa internacional. Tanto es así que Arriola sostuvo que “la calidad del aire que se respira en nuestras calles es buena o muy buena y, desde luego, no tiene nada que ver con la polución y los malos humos que se respiraban en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado en las áreas habitadas próximas a los principales núcleos industriales”.

Tal y como indicó el consejero, únicamente fueron detectados “tres valores puntuales altos de dióxido de azufre” en las estaciones de Añorga, donde está ubicada una cementera, en Donostia; en el monte Arraiz, donde se encuentra la incineradora Zabalgarbi y en el núcleo de San Julián de Muskiz, municipio en el que se enclava la refinería de Petronor. En estas estaciones de detectaron valores puntuales de 273, 271 y 263 microgramos por metro cúbico de aire. “La normativa establece -precisó Arriola- que no se puede superar el límite de 300 microgramos más de 24 veces al año”.

En lo referido a la presencia de partículas en el aire y de monóxido de carbono (CO), los niveles se mantuvieron dentro de los límites permitidos y, en el caso del CO2, muy por debajo de los valores máximos. Arriola apuntó que los valores máximos de ozono (O3), se superaron en una ocasión puntual -por encima de 180 microgramos por metro cúbico- en la estación rural alavesa de Valderejo el 3 de agosto del año pasado.

Con respecto a la contaminación ambiental por metales pesados, el informe recoge que en la estación de medición ubicada en Erandio, donde existen numerosas industrias y un astillero, fue donde se registraron los valores más altos de cadmio, níquel, plomo y benzopireno. “En el caso del arsénico, siempre por debajo de los límites, en la de María Díaz de Haro”, puntualizó Arriola.