recientemente un juez obligó a una mujer que quería parir en su casa a ingresar en el hospital para dar a luz. Dicho requerimiento llegó después de que un centro hospitalario solicitara esta orden al considerar que el parto de la mujer, que se hallaba en la 42 semana de gestación, presentaba riesgo de muerte fetal intrauterina de no ser atendido en un hospital.

Este hecho ha motivado que de nuevo salga a la palestra el debate sobre el parto en casa, que cuenta tanto con defensoras como con detractoras y en el que también se entrecruza otro debate de profundidad: el derecho de la mujer a decidir dónde quiere parir y el respeto a la autonomía de la paciente. ¿Debe de prevalecer este derecho o garantizarse la seguridad de la mujer y el bebé cuando existe un riesgo en el parto?

La respuesta no es sencilla pero lo que está claro es que hay distintas opciones a la hora de parir y el parto en casa en una de ellas.

Irune Alzola, ginecóloga en Policlínica Gipuzkoa, es firme defensora de que el parto en los hospitales sea cada vez más flexible, más adaptado a las demandas y necesidades de cada mujer.

“La tendencia no es que los partos vuelvan a los domicilios, sino hacer que los hospitales parezcan los domicilios. Que las mujeres en el hospital tengan cada vez mas autonomía”, señala la especialista. Alzola reconoce que cuando un parto se desarrolla en condiciones normales y no existen especiales factores de riesgo “siendo como es un proceso fisiológico, lo normal es que vaya bien”.

Si habla de ventajas y desventajas de parir en casa Alzola pone en el lado positivo de la balanza el hecho de que “cuando se pare en casa la mujer es dueña de su autonomía. Cuando se quiere levantar, se levanta, cuando quiere tomarse un café, lo toma. Se rodea de la gente que quiere y decide cómo quiere que sean las cosas”.

Pero, por contra, tiene también claro que en casa “si hay un problema no se puede solucionar. En mi opinión el parto en el hospital es como el cinturón de seguridad. Todos lo llevamos puesto, aunque las probabilidades de necesitarlo y de tener un accidente sean muy bajas. Pero si el día que tienes el accidente no lo llevas... Salva vidas. En los partos también el hospital salva vidas, aunque lo normal sea que todo vaya bien”.

Ana Olga Arostegi tuvo a su primer hijo en casa y al segundo en un centro hospitalario. Vivió ambas experiencias de forma muy diferente. Tiene claro que hay que llegar al parto en casa “con las garantías de haber pasado unos controles” pero, si le dan a elegir, opta por su entorno próximo: “Sientes cuándo tienes que empujar, en qué posición, eres más consciente del proceso y evitas las complicaciones que derivan de alterar el ciclo del parto”, asegura convencida.

“Si tuviera que volver a dar a luz lo haría en casa sin duda, a menos de que me avisaran de que hay un riesgo que no lo recomiende. No es cuestión de inconsciencia”, añade Arostegi, que tuvo a su primer hijo en casa de su madre, ya que la suya se sitúa a más de media hora de un centro hospitalario, algo que no se recomienda.

Fue una decisión meditada de la que no se arrepiente. “Tomas la decisión de parir en casa cuando todo va bien, cuando el bebé llega bien colocado o no es demasiado grande ni demasiado pequeño. Cuando el parto no presenta riesgos tampoco para la madre”.

En términos parecidos se expresa Josune Ibargoyen, de Magale. Esta matrona joven pero con sobrada experiencia en la atención de partos en el hogar formada en Inglaterra explica: “Allí es algo normal. Una mujer llegaba a la consulta y le preguntabas dónde iba a parir: si en el hospital, en casa o en la casa de partos. Es una opción más”, apunta.

Ibargoyen deja bien claro que la seguridad va por delante. En Magale, centro que puso en marcha junto a su compañera Clara Rosas y que ha ido creciendo, las matronas comienzan a trabajar con las mujeres en torno a la semana 20 de embarazo.

Riesgos Explican las opciones existentes a la hora de parir en casa e informan de los posibles riesgos y de las posibilidades de que estos ocurran. Al final “hay que tener los pies en el suelo”. Se trabaja sobre las distintas fase del parto, desde que comienza, y las mujeres rellenan un plan de partos en casa “para visualizar el proceso”.

Reconoce que siempre existen riesgos. “Un parto, aunque es un proceso fisiológico normal y el cuerpo de la mujer está más que preparado para ello, conlleva ciertos riesgos”. Por este motivo, Magale solo atiende en casa “partos de bajo riesgo: partos en los que las tasas de mortalidad maternas y neonatales son las mismas que en los hospitales”.

Si en un momento surgiera un factor de riesgo se encargarían de trasladar a la mujer al centro hospitalario, tras llamar e informar a los profesionales de dicho traslado. “Siempre nos atienden muy bien. Llegamos allí y les damos el parte y sin problemas”, porque la relación con los hospitales “es muy buena”. “Las que están allí son compañeras y entre las matronas la relación es muy buena”.

Pero, en ocasiones, pese a que todo parece indicar que las cosas van a ir bien, el proceso se tuerce. Algo así le ocurrió a Ana Olga Arostegi, pese a lo que afirma que no cambiaría este parto por el siguiente que, por precaución, se desarrolló en el hospital.

“En los dos partos tuve las mismas complicaciones, de mucho sangrado. Incluso tras el primer parto me desmayé. Al estar en casa de mi madre, se asustó un poco y me prohibió tener otro en casa”, explica. “Las matronas me dijeron que había sido la primera vez en la que habían tenido que utilizar todo su arsenal. Se asustaron un poco”, matiza.

Así las cosas tuvo a su segundo hijo en el hospital y “pasó todo, todo lo que yo no quería. Tengo un millón de veces mejor recuerdo con el primero que con el segundo”, añade Arostegi. “Cuando hablo del parto del hospital y todavía me entrar ganas de llorar”, asegura.

Aunque en esta caso la situación logro reconducirse, no siempre se puede. Irune Alzola explica que cuando el parto discurre con normalidad la atención necesaria no es otra “que esperar a que la criatura salga, cogerla y apoyar a la madre”. Pero, añade, cuando se da a luz en el hogar “hay menos posibilidades de diagnosticar si hay problemas y, la verdad, nosotros no lo estamos recomendando, porque es arriesgado. Hay veces que te da tiempo de llegar al hospital y corregir lo que pasa pero, por ejemplo, si se da una hemorragia en casa es mucho más complicado”.

Por ello recomienda el parto en un hospital agradable y más libre. “Abogamos por respetar la autonomía de las mujeres, porque tengan cada vez más voz y voto en cómo tiene que ser su proceso. Es verdad que antes llegabas a término a un hospital y te decían pasa por aquí, quítate la ropa, ahora túmbate, ahora haz esto... Te daban normas” reconoce esta ginecóloga.

Pero en la actualidad, con el conocimiento existente del proceso, “la idea es que a las que a priori no van a tener problemas se les deje que vivan su experiencia de la forma más natural posible, sin ninguna intervención médica, y utilizar las herramientas médicas para quienes tengan problemas, con el fin de prevenirlos o tratarlos”.

A Josune Ibargoyen le gusta hablar de opciones, de elección de las mujeres. En Magale día a día comprueban que las infraestructuras hospitalarias “están cambiando” y que hay matronas que “están luchando” para que se introduzcan cambios. Pero, en opinión de Ibargoyen, “el principal cambio tiene que venir de la actitud de los profesionales”.

Ellas no perciben que “el parto en casa sea competencia del parto hospitalario”, son dos cosas diferentes. “Que el parto hospitalario mejore no quiere decir que el parto en casa tenga que desaparecer”. Es otra opción. “No hay un lugar que sea mejor que el otro. Lo mejor es que la mujer decida libremente dónde se siente más a gusto”.

“Vivimos en una sociedad paternalista. A veces los profesionales tienden a tratar a las mujeres como si fuesen niñas. Hay que informar y no juzgar. El entorno también juzga, aunque sea desde el cariño, quizá sea porque todavía falta información”, concluye la matrona.