Bilbao - Desde su pequeño comercio de textil, situado cerca del metro de San Mamés, Ana Cabrera, atendía ayer a sus clientas como un día cualquiera, pero eso sí en una jornada coloreada de un morado reivindicativo. “A mí también me encantaría unirme al paro, pero si cierro, dejo de ganar y no me lo puedo permitir”, apuntaba la responsable de Yossy. Cabrera, que comparte trabajo con su marido, se sumó desde su tienda a las protestas porque “es necesario dar pasos por la igualdad”, pero considera que con parar cuatro horas no se va a conseguir gran cosa. “Es lo que nos toca a la mayoría de los autónomos que también deberíamos salir a la calle igual que el colectivo femenino y los pensionistas”, apunta. En su opinión, para avanzar por la igualdad de hombres y mujeres es necesario comenzar con la educación desde el hogar. “De nada sirve que salgamos a la calle para reivindicar nuestros derechos si luego en casa seguimos asumiendo el trabajo como si solo fuera nuestra responsabilidad”.

Ana no fue la única mujer que trabaja en el sector comercial que ayer no cerró su negocio: “Me sumo a los paros levantando la persiana”, lanzó. El comercio es un sector regentado principalmente por mujeres. Aunque hubo muchas que pudieron cerrar sus negocios para sumarse a los paros programados por la mañana, la gran mayoría tuvo que continuar en sus puestos a pie de cañón. “He parado a las 12.00, a la hora que era la manifestación en Igorre”, explicó Mari Carmen, de la tienda de ropa infantil, Kili Kili. María trabaja de esteticien y tampoco echó la persiana de su negocio el 8 de marzo. “¿Con cuatro horas de paro qué ganamos? En mi caso pierdo yo y todas las clientas que tengo que atender”, comentó. Yolanda Martín lleva diez años trabajando en una tienda de la Gran Vía de Bilbao. En la solapa lucía un broche morado: “Que no cerremos no quiere decir que no estemos a favor del paro, pero tenemos que seguir trabajando”, explicó.

A la hora del paro la gran mayoría de las tiendas de Bilbao permanecían abiertas y también había clientas. Una de ellas fue María Ángeles Iturbe que después de participar en la concentración de la plaza Moyúa decidió tomarse un respiro mirando ropa en una de las tiendas ubicadas en la salida de metro de Elcano. “Cuando se han sentado en el suelo he dicho: Uf, si me siento, ya no me levanto. He decidido meterme en una tienda a mirar ropitas”, explicó la bilbaina. A sus 78 años comparte al cien por cien las reinvindicaciones de las mujeres. “Se ha avanzado mucho, pero todavía a las jóvenes les toca mucho por pelear”, reflexionó. Maitane, Rosa Mari, Aitana y Julene, cuatro jóvenes de Leioa, hicieron paro y después entraron en algunas tiendas de ropa situadas en el Casco Viejo de Bilbao. “La movilización ha sido impresionante. Ahora a ver si vemos algo que nos guste, pero no vamos a consumir”, dijo Julene.