Bilbao - Desde la perspectiva que proporcionan 22 años de trabajo en Lantegi Batuak, Txema Franco, que ahora ocupa la presidencia de Ehlabe, explica los grandes avances realizados en la inclusión sociolaboral de las personas con discapacidad y enumera los retos que aún tienen por delante. Ehlabe, la asociación vasca de entidades sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la inserción laboral de personas con discapacidad, celebró ayer en el Museo Marítimo un acto institucional con el que cierra todo un año de actividades con motivo de su trigésimo aniversario.

¿Cuánto se ha avanzado en materia de inclusión en los últimos treinta años?

-Hace treinta años era una utopía pensar que se podría ver con normalidad a una persona con discapacidad trabajando para cualquier empresa vasca. Hace veinte ya no era utópico, pero aún había mucho desconocimiento y muchos prejuicios. En estos años hemos asistido a un proceso de transformación social en el que se ha normalizado la figura del trabajador con discapacidad de tal forma que para las empresas ya no resulta extraño contar en su plantilla con una persona con discapacidad.

¿Esto se ha logrado gracias a las empresas de Ehlabe?

-Las organizaciones que estamos en torno a Ehlabe hemos puesto nuestro granito de arena trabajando para esta normalización, pero no lo hemos hecho solos porque un proceso de transformación social como este no se consigue únicamente con una organización que trabaje, tiene que ser todos a una: las administraciones públicas, las diputaciones, el propio Gobierno vasco, los agentes sociales, las asociaciones de familias... Es un proceso en el que todos hemos participado y que ha posibilitado alcanzar la situación actual.

¿Ha habido algún factor o algún agente que haya contribuido de manera determinante?

-Esta labor es multifactorial. No es una casualidad que Euskadi tenga la tasa de paro de personas con discapacidad más baja de todo el Estado español. Nuestra tasa de paro es del 16% frente a un 31% en el Estado. Para que esto se produzca se tienen que dar muchos factores y en nuestro caso se han dado. Por eso hoy Euskadi es una referencia a nivel europeo en materia de inclusión laboral para personas con discapacidad.

¿Qué factores destacaría?

-Primero, que ha habido un impulso de la iniciativa social. En los orígenes de este proceso hubo organizaciones muy vinculadas a la economía social, a las asociaciones de personas con discapacidad intelectual, que configuraron una base social muy fuerte. Luego ha habido un partenariado de las administraciones públicas, tanto en materia de empleo como de servicios sociales, que ha hecho que aquí haya una mayor preponderancia de las políticas activas de empleo frente a las pasivas. Eso también ha sido determinante. A eso se añade que aquí había cultura emprendedora y tejido industrial. Si vas sumando esos factores el resultado es una realidad en la que la tasa de actividad de las personas con discapacidad también es la mas alta del Estado: un 40% frente a un 24%. Eso significa que el 40% de las personas con discapacidad que hay en edad laboral, que son más de 82.000, están trabajando, lo que suma más de 27.000 personas empleadas. Esa tasa de actividad tampoco es una casualidad.

¿Y qué ocurre con ese 60% en edad laboral que no trabaja?

-Hay que señalar que no todas las personas con discapacidad en edad laboral tienen un perfil de empleabilidad. Puede haber personas con grandes necesidades de apoyo que están en un residencia o en un centro de día. Entre las personas con discapacidad que todavía tienen el reto de la inserción laboral encontramos una tasa muy alta de desempleo entre las mujeres y las que presentan especiales dificultades de acceso al mercado de trabajo. Pueden ser personas con discapacidad intelectual, enfermedad mental, parálisis cerebral, discapacidades físicas y mentales de grado superior al 65%... Es decir, que dentro del colectivo de personas con discapacidad todavía hay mucho espacio de mejora. El objetivo es que la tasa de paro de las personas con discapacidad se asemeje a la de las personas sin discapacidad.

Tengo entendido que en Ehlabe no solo buscan o crean empleos para las personas con discapacidad, también trabajan para mejorar su empleabilidad.

-Trabajamos con un enfoque muy centrado en la persona. Nosotros pensamos más en las capacidades que pueda tener una persona, en qué puede aportar, que en su discapacidad. Con un proceso de orientación y de acompañamiento en su proceso de inserción laboral tratamos de conseguir una mejora del grado de empleabilidad de las personas con discapacidad. Creemos que ese es el camino hacia una mayor inclusión. Un camino que no tiene vuelta atrás y que va a llegar a las empresas normalizadas, aquellas a las que denominamos empresas ordinarias, que son las normales y corrientes.

¿La mayor parte de las personas con discapacidad que están empleadas trabaja en entidades de empleo especial?

-No. De las 27.300 personas con discapacidad que trabajan en Euskadi solo el 31,5% lo hace en entidades de empleo especial, es decir, 8.629; el resto, que son dos de cada tres personas con discapacidad que tiene empleo, trabaja en empresas ordinarias, en el sector público o son autónomos. El modelo vasco de inclusión utiliza los centros especiales de empleo como plataformas para la inclusión laboral en empresas normalizadas. Aunque también es cierto que cuando se visualiza a una persona con discapacidad trabajando se piensa en Lantegi Batuak o así. También ocurre que en el empleo público solo encontramos personas con discapacidad física o sensorial, por lo que ahí hay un reto importante para facilitar el acceso de personas con discapacidad intelectual.

¿Por qué no se ha producido esa inclusión más amplia en el empleo público?

-Sobre todo porque nunca se han reservado plazas para ellas. Ahora, en la nueva OPE de la Diputación de Bizkaia, por primera vez se van a reservar plazas para personas con discapacidad intelectual, pero todavía ni se ha producido la OPE ni se ha presentado nadie. Ora razón es que normalmente las pruebas no se adaptan para garantizar una igualdad real de oportunidades. En el caso de la Diputación se va a hacer, pero es absolutamente innovador.

Parece un avance importante.

-Los sistemas de acceso a la función pública llevan cuarenta años en marcha y ahora ha llegado el momento de hacer sitio a las personas con discapacidad intelectual. Yo creo que este proceso de normalización y de inclusión es irreversible. Es como cuando llegó la inclusión educativa: ahora es impensable que un niño con síndrome de Down no pueda ir a la escuela pública. Eso ya no tiene vuelta atrás y esto es algo parecido.

¿Los conflictos laborales en empresas con trabajadores con discapacidad son iguales a los de las empresas ordinarias?

-Son similares y eso me parece un símbolo de normalización. La problemática es la misma y se produce en el marco de la negociación colectiva.

El balance de estos treinta años es positivo, pero ha dicho varias veces que aún hay retos.

-Fundamentalmente creo que habría que mejorar los sistemas de Formación Profesional adaptados para que aumenten las posibilidades de empleo. También están pendientes temas como el empleo para las mujeres con discapacidad, el reto del acceso al empleo público de las personas con discapacidad intelectual y tratar de anticipar el impacto que tendrá la industria 4.0 en el empleo de aquellas personas que cuentan con unos niveles más bajos de empleabilidad. Creo que tenemos por delante suficientes retos como para poder seguir trabajando.