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“En el espacio no es admisible el error”

No ha puesto el pie en la Luna, pero la ingeniería vasca Sener ha participado con sus equipos en las principales misiones espaciales, como la del telescopio Hubble o Gaia

“En el espacio no es admisible el error”Foto: Jose Sampedro

Bilbao - Sener colabora hasta el día 5 de noviembre en UPV/EHU en el Espacio, un programa de actividades lúdicas organizado por la universidad en el Bizkaia Aretoa relacionado con el espacio como prólogo de la Zientzia Astea 2017. El público y los escolares podrán disfrutar de un planetario hinchable y una ruta a pie a través de los planetas en la zona de Abandoibarra, así como de una exposición de fotografías y de maquetas a escala de las misiones espaciales más famosas. El jefe de la Sección de Estructuras y Mecanismos de Sener da un paseo a través de la historia de la primera empresa del Estado en firmar un contrato en la industria espacial.

Cuando pensamos en el espacio nos vienen a la cabeza nombres como los de John Glenn, la misión Apolo o Yuri Gagarin, pero Sener también ha sido pionera en la carrera espacial.

-Sí, bueno, salvando las distancias... Nosotros estamos muy contentos porque celebramos cincuenta años en la industria espacial. Cuando empezamos allá por 1967 hacíamos proyectos de buques, grúas para la ría y para el Puerto de Bilbao hasta que hicimos una cosa parecida a una grúa que era un lanzador de cohetes científicos en Suecia para la antigua Agencia Especial Europea, que se llamaba ESRO.

¿Qué condujo a ese primer equipo de ingenieros que trabajaba en las oficinas de Sener en Las Arenas a adentrarse en la industria espacial?

-Parte del secreto es que la empresa la fundó un ingeniero naval, pero pronto se unió su hermano, que era ingeniero aeronáutico y había trabajado en temas espaciales en Estados Unidos, que llegó con esa inquietud y se lanzaron al reto.

¿Cuál fue el proyecto que permitió a Sener dar el salto de los puertos al espacio?

-El de la torre de lanzamiento de Kiruna, en Suecia, desde donde se lanzaron cohetes para el estudio de las auroras boreales y las variaciones del campo magnético en las proximidades del polo.

Creo que cincuenta años después de ese primer lanzamiento del Skylark, la plataforma permanece en perfecto estado de revista. Un error en este negocio debe ser fatal.

-Así es. Puedes repetir un lanzamiento pero cuando ya tienes los satélites en vuelo, que es en lo que estamos trabajando ahora, no hay posibilidad de mantenimiento. Ahí sí que no puedes mandar a nadie a arreglar un problema por lo que el error no es admisible. Nosotros tenemos casi 300 equipos y sistemas para satélites y vehículos espaciales entregados, funcionando y sin fallos para las agencias de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA), Japón (JAXA) y Rusia (Roscosmos).

¿Cuáles son los hitos en el particular ‘viaje’ espacial de Sener?

-Después de la torre de Kiruna hicimos bastantes equipos de tierra para el Spacelab, lo cual nos permitió crecer mucho, y de ahí dimos el salto a la parte de vuelo con el telescopio Hubble o los satélites Meteosat de tercera generación, que son los que nos hacen las previsiones del tiempo. Y otras misiones más cercanas de las cuales nos sentimos muy orgullosos son Gaia, que ha sido una misión científica muy complicada para hacer un mapa de estrellas, o Rosseta, la primera la sonda espacial de la Agencia Espacial Europea que ha logrado llevar un módulo de aterrizaje, el Philae, a la superficie de un cometa.

Supongo que fliparían cuando Philae sacó en pleno descenso una foto de una pieza suya de la sonda Rosseta, porque no debe de ser nada común eso de los ‘selfis galácticos’. ¿Cómo fue aquello?

-A veces nos juntamos en la sala más grande de Sener para seguir retransmisiones en directo de los lanzamientos y con el aterrizaje de la sonda Philae sobre el cometa también estábamos siguiéndolo en directo ya que era un momento histórico, todos teníamos el corazón en un puño. No se sabe muy bien si no se engancharon unos arpones, pero la cuestión es que rebotó y salió la imagen.

Imagínese que le dieran la oportunidad de colaborar en una misión. ¿Cuál elegiría?

-Hombre, a mí me encantaría encontrar vida en otro planeta o por lo menos vestigios de vida. Ahora se está trabajando bastante sobre Marte, estamos ahí con una antena en el Mars Exploration Rover de los americanos y estamos preparándonos para su siguiente misión. Y estamos trabajando con científicos de universidades más cercanas con instrumentos para detectar la vida, que es una cosa bastante difícil con lo que hay hoy en día en Marte.

La carrera espacial está unida a la ciencia, a la exploración de lo desconocido o a la épica de los astronautas, pero rara vez se menciona la labor de los ingenieros. ¿Se sienten el patito feo de esta historia fantástica?

-Yo creo que no nos sentimos los patitos feos porque nos gusta mucho nuestro trabajo. Estudias Ingeniería y es supergratificante poder trabajar en la construcción de satélites y misiones al espacio y contribuir así al avance del conocimiento. Es verdad que los grandes héroes de todo esto son los astronautas, pero también son los que más se la juegan, así que ahí nada que reprochar.

‘Figuras ocultas’ es la película que quizá mejor refleja la importante labor de ingeniería que hay detrás del éxito de una misión espacial y además cuenta la extraordinaria historia de unas pioneras, de un equipo de mujeres afroamericanas que proporciona a la NASA unos datos matemáticos esenciales para poner en órbita a Jhon Glenn. ¿Las cosas han cambiado en la industria de la exploración espacial para las mujeres?

-La verdad es que me gustó mucho la peli y la visión que daba sobre la importancia de los cálculos que hay detrás de una misión espacial y que muchas veces no se ve, como decías, de ese patito feo. La película refleja la importancia de ese trabajo, aparte de la oportunidad que supuso para las mujeres y sobre todo para las mujeres negras de Estados Unidos. Hoy en día hay más chicos en todos los campos de las escuelas de Ingeniería y en la profesión también. En el equipo que trabajamos en el área del espacio hay más ingenieros, pero no es una cosa que sea determinante. No me planteo conseguir un objetivo de la paridad ahí, sino que la gente pueda trabajar en lo que le guste.