Bilbao - Ese último matiz, el que implica no aguardar contrapartida, marca la diferencia con otras actitudes de individuos que pretenden pasar por altruistas cuando no son más que una especie de inversores interesados. Mantengamos ojo avizor a estos falsos generosos y, ya puestos, si somos de natural desprendido, no se lo pongamos fácil a los desaprensivos y a los gorrones.
J. V.: No son un bien abundante las personas generosas, me temo...
-I. Q.: Bueno, según cómo lo veas, y lo digo porque el concepto de generosidad no se establece por unanimidad. Hay personas que creen que la generosidad se mide por los bienes materiales, y otras sostienen que es por otras cosas más humildes, pero entregadas de forma espontánea, por el mero hecho de ayudar a alguien que necesita de tu apoyo y sin esperar una compensación.
J. V.: Hablamos de generosidad en toda la extensión de la palabra. No de quienes solo dan haciendo cuentas de lo que van a sacar a cambio.
-I. Q.: Me alegro que subrayes esto último que te acabo de decir, porque hay gente que alardea de generosidad prometiendo esas cosas que nunca se llegan a tener que dar, y lo hacen para ganar un favor, generar una deuda, o también una corriente de simpatía. Sin embargo, hay otras que se ocupan de ayudar en las tareas del día a día, que son las que estamos en situación de poder dar, que además, lo hacen de forma espontánea y sin ruido que las promocione. Por el mero hecho de acompañar en y/o facilitar la resolución de un problema.
J. V.: Me permito excluir también a los que dan lo que les sobra en abundancia o ya no les sirve para nada? Y solo para quitárselo de encima.
-I. Q.: Así es. Es más generosa la persona que comparte algo que tiene, porque de alguna manera se priva de algo, que la que da de lo que le sobra. De la abundancia resulta bastante más fácil repartir. También hay personas que dejan lo que tienen en alguna ocasión para cedérselo a alguien a quien ven en dificultades más severas que las propias, y eso es impagable. De esas personas sí que hay muy pocas.
J. V.: Más exclusiones: los que pregonan sus dádivas a todo trapo para que el mundo vea qué grandes personas son. La caridad no es exactamente lo mismo que la generosidad.
-I. Q.: No, no es lo mismo, y antes trataba de establecer el límite. La generosidad es aquello que compartes, no aquello de lo que te desprendes. Lo del sonajero para que se entere todo el mundo es prescindible porque hay personas que parece que ayudan solo para que se lo agradezcan, y el agradecimiento, como ya he dicho, es algo muy importante, pero no lo único importante.
J. V.: A estas personas, a las que sí son generosas de verdad, hay que cuidarlas. Y aunque no actúan así buscando el aplauso, es importante reconocérselo.
-I. Q.: Pues sí, pero hay que tener cuidado, porque camufladas de este tipo de personas hay otras que han actuado como filántropas, y lo que han hecho es devolver a las personas necesitadas una mínima parte de lo que les han exprimido. Eso es conocido en Latinoamericana, donde a lo largo de la historia supuestos benefactores han aireado que le han dado a familias campesinas unos pocos metros cuadrados de terreno y unas cuantas semillas después de haberles exprimido trabajando de sol a sol. Y lo airean para que encima les deban agradecimiento.
J. V.: Y más allá del reconocimiento, un simple “Gracias”.
-I. Q.: Sin duda. Pocas cosas me satisfacen tanto como pedir un agradecimiento sincero cuando me preguntan lo que pueden hacer por mí tras haberle echado una mano, que se dice en lenguaje coloquial, y solo lo supera en satisfacción el que me las den.
J. V.: Claro que lo mejor es tratar de copiarles. Eso no resulta tan fácil.
-I. Q.: Cada vez menos, porque la picaresca es algo cada vez más extendido que solo contribuye a quitar las ganas de actuar de esta manera desprendida y desinteresada. De ahí que no solo no sea fácil copiar esa conducta, sino que cada vez se restrinja más
J. V.: Ocurre también que hay mucho desaprensivo que se aprovecha de este tipo de personas.
-I. Q.: Sí, es lo que apuntaba en la pregunta anterior. Hay quienes te hacen sentir mal y te hacen sentir que te han tomado el pelo, que se han burlado obteniendo algo de ti haciendo trampas, de forma desleal. Lo que puede ocurrir es que te pongas límites a la hora de compartir. No obstante, debes sentirte en paz contigo mismo por haber tenido un gesto noble y quizás indagar algo más para ocasiones sucesivas. Lo de quien te engaña, allá él o ella.
J. V.: Por cierto, quizá lo debería haber apostillado antes. No hablamos solo de dar cosas materiales o dinero, eso de dar un donativo y creerse que se está al borde de la santidad.
-I. Q.: Claro, ya lo había apuntado en una de las primeras preguntas. A mi los favores que más me han impactado y que me han hecho sentir en deuda eterna son los adquiridos con personas que hicieron algo por mi sin conocerme y a algunas de las cuales nunca más he vuelto a ver. Una de ellas me dijo lo siguiente cuando le quise dar las gracias: “Hace poco he estado en dificultades y puedo entender cómo te encuentras, ahora te puedo ayudar y lo hago con gusto. Si me lo quieres agradecer, haz lo mismo si te ves en una situación como esta y estás en posición de ventaja”. Me dio la mano y se fue. Eso es algo trascendente y no el dinero.
J. V.: Es un valor muy difícil de transmitir a los más pequeños, me temo. Pero debemos hacerlo.
-I. Q.: La chiquillería, que digo yo, imita muchas de las pautas de conducta que mantenemos sus mayores. Por eso no solo no debemos sembrar nada que recuerde el egoísmo y la avaricia entre los peques, sino que también les debemos premiar todas y cada una de las situaciones en las que muestran su generosidad.