Gasteiz - Cientos de gasteiztarras se congregaron ayer, paraguas en mano, para gritar su rechazo a la reapertura de la central de Garoña, que ni siquiera ahora, con un gobierno en funciones, parece despojarse de la amenaza de su futura reactivación.
Convocados por todos los partidos de las Juntas Generales, salvo el PP, los manifestantes reclamaron el desmantelamiento de la vetusta planta en un acto en el que todos estos colectivos e instituciones recogieron un globo amarillo en el que pusieron su nombre para posteriormente atarlo a una estructura colocada en el centro de la plaza de la Provincia. El último globo lo colocaron el diputado general de Araba, Ramiro González, y el presidente de las Juntas Generales, Pedro Elosegi, momento en el que esa estructura que simbolizaba la opinión mayoritaria de la sociedad gasteiztarra se elevó para mostrar el rechazo a Garoña y a favor de la “utilización progresiva de energías alternativas no contaminantes”.
Los más de 150 ayuntamientos, concejos, cuadrillas, asociaciones profesionales y deportivas, agrupaciones culturales y ecologistas, colectivos vecinales y sindicatos unieron su voz en una concentración que también contó con la lectura de un manifiesto redactado por la escritora Toti Martínez de Lezea, en el que se apuntaba cómo “resulta cuanto menos sorprendente que cuatro personas decidan sobre la viabilidad de una central obsoleta con más de cuarenta años, hermana gemela de la de Fukushima, que en 2011 provocó la mayor catástrofe nuclear después de la de Chernobil”, en referencia a los representantes del Consejo de Seguridad Nuclear, controlado por el PP y en cuyas manos está dar el visto bueno a la reapertura de la central.
Asimismo, los asistentes consideraron un “escándalo” que esas cuatro personas “decidan sobre la seguridad de más de un millón de seres humanos y el medio de vida de otro millón más que se vería afectado por la destrucción que una fuga o cualquier otro tipo de accidente provocaría en 100.000 hectáreas de regadío, sin hablar de los residuos radiactivos ya existentes y por venir, cuya gestión sigue siendo incierta”.
Las instituciones y colectivos convocantes recordaron que Garoña lleva parada casi cuatro años y “nadie la ha echado en falta, a no ser los perceptores de los beneficios económicos que su actividad genera y que, de un modo u otro, seguirá generando en el caso de que los nuevos gestores escindan el contrato que el Gobierno saliente parece dispuesto a firmar y cuya compensación económica supondría millones de euros al erario público”.