Bilbao - La madre de los niños de Carabanchel agredidos presuntamente por su padre no había denunciado a su expareja. No se trata de un caso aislado. El miedo atenaza a muchas mujeres. Algunas ni siquiera se atreven a poner tierra de por medio y siguen viviendo bajo el mismo techo que sus maltratadores.
¿Qué repercusión puede tener el caso de Carabanchel en mujeres maltratadas con hijos que aún conviven con su agresor?
-Hay dos creencias en relación a sus hijos e hijas que están presentes en muchas de las mujeres víctimas de maltrato, que interactúan y que dificultan la decisión última de separarse del agresor. Una es: "Si me separo, dejo en el régimen de visitas a mis hijos e hijas con un padre que les va a hacer daño". La otra: "Si no me separo, siguen sufriendo maltrato, pero por lo menos estoy yo y puedo protegerlos de la agresión". La decisión de separarse no es fácil. Por eso es tan importante que las mujeres puedan acudir a los recursos especializados que las apoyen y acompañen en la toma de decisiones. Ante noticias como esta, muchas mujeres optan por la segunda, pudiendo llegar a separarse si cuentan con acompañamiento profesional o con una sólida red de apoyo. No debemos olvidarnos de que las mujeres están una media de diez años en situaciones de maltrato hasta que deciden separase o acudir a algún recurso, y con varios intentos de separación hasta que llega el definitivo.
¿Tienen estas mujeres miedo a separarse o denunciar por temor a que sus hijos sufran agresiones? ¿Sienten que están desprotegidos?
-Sí. Sienten miedo de separarse o denunciar por ellas y por sus criaturas. La desprotección la sufren todos. Nos hemos encontrado, por un lado, con menores que no quieren ir a ver a sus padres en visitas vigiladas o puntos de encuentro, pero que la madre tiene que llevarlos por mandato judicial, y, por otra, con menores que sí quieren ver a sus padres, pero que a la tercera o cuarta visita manifiestan no querer acudir porque ven que realmente su padre no ha cambiado.
¿Cuáles son los mayores temores de estas mujeres?
-Algunos de sus mayores temores pueden ser: Aun separándome, voy a seguir sufriendo violencia y mis hijos e hijas también. Aun separándome, no puedo garantizar que mi hijos e hijas estén en un contexto seguro cuando estén con él. También tienen miedo a que sus criaturas repitan conductas y miedo al juicio social. Todavía se cuestiona a las mujeres que sufren violencia, no se las ve y se justifica la actuación del agresor.
¿Es frecuente que los hombres amenacen a las mujeres con hacer daño a sus hijos si les denuncian o se separan?
-Sí, es muy frecuente. Las amenazan con quitarles a las criaturas y en algunos casos con matarlas. Por tanto, las utilizan para hacer más daño a sus madres. En los casos en los que hay régimen de visitas, la negociación suele ser más costosa, y suelen ser utilizadas para ejercer más violencia contra la madre, ya que el cuestionamiento de su rol como madre es una de las agresiones más frecuentes con las que se encuentran. La instrumentalización de las criaturas, la manipulación dándoles determinados mensajes o haciendo que actúen de correo son frecuentes. Esto daña a la madre, consciente de dicha instrumentalización y manipulación, y tiene consecuencias negativas en el desarrollo de las criaturas porque les hacen partícipes de la violencia y de decisiones que no les competen. En varios casos hemos observado que cuando el agresor sabe que la mujer va a realizar algún intento de separación, de repente ejerce en el entorno de buen padre, cosa que hasta ese momento no ocurría, con el fin de desautorizar a la madre. Esta conducta desaparece después de un tiempo, bien porque el hombre no ha conseguido lo que pretendía o bien porque sencillamente se ha cansado.
¿Cree, a la vista de los casos que maneja, que un maltratador puede ser un buen padre?
-Un maltratador no puede ser un buen padre. Las figuras de referencia -el padre y la madre o las dos madres o dos padres, según sean las familias- son fundamentales para un buen desarrollo de las criaturas. Alguien que hace daño a una de las figuras de referencia más importante para el o la menor, con las consecuencias que ello tiene a nivel físico, psicológico, social y emocional de la criatura, no está pensando en el bienestar de sus hijos e hijas y nos les está proporcionando un espacio protector y seguro, básico para lograr un buen desarrollo. En definitiva, si ser buen padre significa querer, cuidar, proteger, atender sus necesidades, educar, generar las condiciones básicas para el buen desarrollo de sus hijas e hijos, un padre maltratador que expone a sus hijos e hijas a violencia, que puede ejercerla contra ellos y ellas, no es un buen padre.
¿Deberían restringirles las visitas a sus hijos o ser estas siempre bajo vigilancia?
-Desde la práctica profesional, con el fin de proteger a las criaturas y que no se les exponga a situaciones de violencia, donde incluso puede estar en peligro su vida, consideramos que las visitas en casos de violencia contra las mujeres debieran de ser como mínimo bajo vigilancia. Asimismo consideramos que en algunos casos se debería poder valorar la posibilidad de quitarles la patria potestad, desde una valoración de su ejercicio como padre y de las consecuencias que la violencia tiene sobre sus hijos e hijas. Para ello es importante contar con equipos especializados en violencia contra las mujeres.