CADA uno se gana la vida como puede. Y el depurado y delicado Badillo a lo largo de su existencia ha sabido ser maestro de la pintura desde una fértil y valiosa entrega a las llamadas artes gráficas, donde ha sido dibujante y bocetista, sabiendo ejercer el arte de la buena pintura sin resentimientos y sin envenenarse el alma, como correspondía a uno de los pocos hombres buenos obstinados en ver el lado bueno y apetecible, aterciopelado y sano, de los prados, los caballos, los caseríos, las fiestas, las madres, los niños llenos de encanto y prototipos de una higiene mental conceptiva que no ha dejado de proporcionar a sus temáticas la alegría cromática de un pueblo sin negruras ni angustias, luminoso, enternecido, enamorado y lleno de delicadeza, eutrapélicamente correcto y con características diferenciales discretas y recatadas".
Estas palabras le dedicaba Manuel Llano Gorostiza al artista Ángel Badillo en el catálogo de una de sus exposiciones. Sin darle tantas vueltas, podríamos decir que se nos ha ido una persona enamorada de su trabajo y un gran acuarelista que aprendió pronto que la base de todo buen hacer plástico comienza con el dibujo.
Y empezó pronto a desarrollar este amor al arte. Discípulo de Martínez Ortiz, admirador de Arteta, pero también de las acuarelas de Sargent y de los maravillosos paisajes de Constable o Levitán, lleva a sus obras las romerías y personajes de su infancia, no sé si como un revival de lo que fue o como una forma de atrapar aquella época que se alejaba inexorablemente de su vida. "Rescato de mis recuerdos los motivos para mis cuadros", solía decir. Aunque su pintura se sirve de un clasicismo vivo y elegante, no es sentimental sino que tiene mucho que ver con el magisterio de siempre, con los mejores pintores del arte vasco con mayúsculas.
Y además se nos ha ido un padre, capaz de llevar una vida tranquila en compañía de nuestra madre, Teresa, y de sus seis hijos e hijas. Siempre entre lapiceros y pinceles, a veces hasta obsesivamente.
Le recuerdo garabateando sobre cualquier soporte virgen y cómo de su ágil mano aparecían personajes de todo tipo: aldeanos, caballos, perros, etxekoandres, dantzaris... Todo fluía sin esfuerzo aparente y, sobre todo, de su imaginación y del trabajo. También era capaz de compaginar esta afición, que además era trabajo, con el disfrute del cuidado de su pequeño jardín en el retiro semanal de Quincoces: una rama que podar, una pared que arreglar, una hierba que cortar?
Hemos disfrutado contigo y hemos sufrido viéndote estos últimos años postrado, sin poder redimirte con tus pinceles, sin poder dar vida a tus paisajes, sin poder sumergirte en tus romerías ni charlar con los tratantes de tus ferias o jugar una partida en cualquier txakoli, sufriendo en silencio, sin un reproche, sin una queja.
Y ahora que te has ido, vuelves a nosotros en todo tu esplendor, sigues siendo el más grande, el más discreto, el artista con mayúsculas? el mejor padre.
Por eso te queremos.
Te vamos a echar de menos y te vamos a llorar como se llora a un padre, pero también como se llora a alguien que lo dio todo por dejar una huella de su buen hacer, de su honestidad, de su sencillez, por dejar una pincelada de color en la vida.
Un hombre bueno en definitiva. Descansa en paz, aita.