Bilbao. Apadrinando el dicho que reza La mejor defensa es un buen ataque, el expresidente de la Fundación Anesvad y principal encausado en el juicio que se sigue contra él y otros dos exaltos cargos por apropiación indebida, trató de despejar ayer las imputaciones que pesan sobre su persona tachando de "trepa" al empleado de la ONG que descubrió el descuadre en las cuentas y levantando el dedo acusador contra la propia entidad a la que ha dedicado cuarenta años de su vida y que, según dijo José Luis Gamarra, no ha reintegrado a la Leprosería de Culión una cantidad superior a los tres millones de euros, -"y a eso, se le llama robar", calificó- procedente de varias operaciones financieras ejecutadas por su persona durante 2006 (después de que saltara el escándalo) y que, según dejó entrever, él mismo tenía pensado restituir de no haber sido detenido pocos meses después.

Así comenzaba la segunda jornada de este litigio en el que también declararon los antiguos director general José Miguel Sustacha y director financiero Francisco Martínez, quienes reconocieron ante el tribunal su responsabilidad en esa desviación de fondos de la ONG al tiempo que señalaron a Gamarra como la única persona que controlaba y manejaba los dineros opacos de varias cuentas (fundamentalmente la consignada a la mencionada Leprosería de Culión y a la de Misión China), no incluidas en la contabilidad general de Anesvad, pero que se alimentaban, en parte, gracias a campañas y donaciones realizadas por socios de esta ONG.

En palabras de Martínez, como máximo responsable financiero, le era imposible "contabilizar algo que no había recibido en las cuentas de Anesvad". Y es que, según atestiguó, los extractos bancarios de ambas eran pasados directamente a la secretaria de Gamarra quien "cotejaba los ingresos que se producían en esas cuentas para luego enviar un certificado que emitía Anesvad". Fue entonces cuando aseguró que "Anesvad estaba emitiendo un certificado de un dinero que no había recibido"; eso sí, puntualizó, ese modus operandi ya estaba en funcionamiento desde antes de su entrada en la ONG en 1991 como informático.

Coche, Suiza, lotería... La sesión de ayer ofreció otras revelaciones por boca del propio Gamarra como, por ejemplo, que "por error" pagó con dinero de Anesvad un vehículo a su sobrina (10.400 euros) o que le fue imposible informar al Patronato de la Fundación de la existencia de una cuenta a su nombre en Suiza con casi un millón de euros provenientes de una herencia donada a la ONG por una familia de Donostia "para no meterles en líos y proteger su identidad". "No se puede morder la mano que te da de comer", describió Gamarra.

También habló de los adelantos que hacía de su propio dinero para afrontar los pagos de la Lotería de Navidad que se hacían en la recepción de la sede de Anesvad que luego le eran debidamente reembolsados. El expresidente los cifró en "veinte o veintidós mil euros" cada año; si bien tanto Sustacha como Martínez coincidieron en rebajar esa cantidad a quinientos o seiscientos euros. Esa concurrencia en sus declaraciones se repitió cuando ambos justificaron su autoinculpación en el delito de apropiación indebida solo por la cantidad denunciada por su compañero de trabajo, Marcos G., y no por la totalidad descubierta tiempo después por Hacienda alegando que no sabían a cuánto ascendía el desfalco final: 720.442,26 euros Sustacha y 761.644,45 euros Martínez.

También los dos se acogieron al despido con honores que les brindó Gamarra (con quien mantuvieron reuniones "fuera de horario de oficina" a posterioiri), aunque ocultando las razones verdaderas y alegando que el primero se prejubilaba (cobró 360.000 euros por este concepto) y el segundo abandonaba la ONG para cursar un máster (y se llevó 120.000 euros por sus quince años de trabajo). La otra condición que les puso el expresidente fue que devolvieran lo malversado.

Martínez quasicumplió "en dos o tres plazos"; y Sustacha, que había comprado un piso a su hijo, se vio obligado a pedir ayuda en forma de crédito a su mentor. El dinero prestado llegó de las cuentas de Leprosería Culión y Misión China y fue devuelto a ambas cuentas después de que Gamarra vendiera su colección particular de sellos a la propia Anesvad de la que aún era presidente, por algo más de 318.000 euros.