gasteiz. La inteligencia de los teléfonos móviles evoluciona a la par que la de quienes se afanan en emplearlos para estafar. Un simple clic de botón o un leve toque con el dedo en la pantalla pueden poner en marcha un mecanismo de un fraude que, a pesar de no ser de nuevo cuño, vuelve a cobrar fuerza dentro del País Vasco. En internet ya ha sido bautizado como el timo de la llamada perdida. Todo comienza con un hecho tan trivial como recibir la notificación de una llamada perdida. El número parece pertenecer a un terminal fijo con prefijo de Madrid. En principio, nada sospechoso. Pero la curiosidad de saber quién ha llamado o simplemente de aclarar si se trata de una llamada importante implica un riesgo de consecuencias desconocidas.

"91 114 06 80. Le ha llamado a las XX.XX horas el día X". Por lo general, quienes leen el mensaje se sorprenden ya que el aparato ni siquiera ha llegado a sonar. O es posible que lo hiciera en un momento de despiste... La cifra no parece decir gran cosa, pero si se marca en el aparato y se pulsa la tecla de llamada puede acabar generando gastos. Aun con todo, muchas personas que aguardan una llamada relevante o que simplemente quieren salir de dudas, acaban llamando.

Al otro lado de la línea, la cálida voz de una mujer explica con todo lujo de detalles los pasos a seguir para poder abrir un mensaje enviado por alguien que, presuntamente, se ha tratado de poner en contacto con el comunicante. El argumento, que se complica por momentos, llega convenientemente aderezado con términos como "privado" o "urgente". Trampas estratégicamente dispuestas para acrecentar la curiosidad del titular del teléfono.

Las instrucciones que desgrana la voz grabada indican que si se ha recibido una llamada del 91 114 06 80 es "porque nos han facilitado tu número para poder entregarte un mensaje". Pero, como es de esperar, el trámite no es gratuito. Toca enviar un sms con la palabra urge al 25414. No siempre se da esta combinación de clave y número, existen otras versiones de la misma jugada pero el desenlace es siempre el mismo: pagar.

Llegados a este punto, hay quien decide seguir adelante y remitir el mensaje. En principio, el sms puede costar en torno a 0,40 euros, una cantidad muy pequeña, pero es ahí precisamente donde radica la genialidad de la trama. Aunque al final se constata la treta, prácticamente nadie reclama, con lo que la empresa que se dedica a poner en marcha el enredo se afana en hacer miles de llamadas perdidas. Poco dinero multiplicado por muchísimos mensajes equivale a sustanciosos ingresos.

El engaño está tan bien ideado que esconde, incluso, segunda parte. El usuario acaba teniendo que enviar otro mensaje para darse de baja de un servicio en el que, sin saberlo, se ha inscrito al enviar el primer sms. En caso de no hacerlo, se le empieza a cobrar por cada mensaje publicitario recibido y la tarifa del teléfono puede dispararse hasta extremos absurdos.

Pero, ¿quién se oculta tras esta estrategia de captación tan elaborada? La respuesta llega de la mano de la paciencia. Cuando en la primera comunicación la voz femenina revela los pasos a seguir, en un momento dado se hace el silencio. Parece que el mensaje ha acabado, pero no es así. Tras unos cuantos segundos de espera, la misma voz pasa a repasar con minuciosidad las condiciones del servicio e indica un nombre: Polindus 21. Una plataforma comercial -cuya sede social parece ubicarse en un edificio abandonado de Valencia- orientada a "la explotación de servicios sms", según reza su carta de presentación en la Red.

Tras una primera oleada de llamadas registrada hace ya algunos meses, el fenómeno de la llamada perdida parece haber regresado con fuerzas renovadas. Los casos de llamadas del 91 114 06 80 hacen caer de nuevo en la trampa a numerosos usuarios y las quejas arrecian otra vez.