Bilbao. La mala situación económica de muchas familias debido al aumento del paro y a la congelación de salarios se ha traducido en un incremento notable de los impagos en varios gastos asociados a la vivienda. Los casos más graves son aquellos en los que el impago de la hipoteca desemboca en procesos de desahucio, pero también hay muchos ciudadanos que se han convertido en morosos al dejar de pagar las cuotas de la comunidad de vecinos. En 2010 la tasa de morosidad en las comunidades de propietarios del País Vasco se ha situado en el 18,7%, lo que significa que 19 de cada cien comunidades tienen al menos un moroso entre sus vecinos.

Aunque la cifra es importante y, además, supone un aumento notable sobre la situación de 2009 -la tasa de morosidad vecinal era del 14,9%-, está por debajo de la media estatal, que alcanza el 20% después de haber crecido cuatro puntos porcentuales. Según los cálculos de Arrenta (Asociación para el Fomento del Alquiler y Acceso a la Vivienda) ahora mismo en el País Vasco hay más de 13.000 edificios en los que algún vecino no hace frente a los gastos de la comunidad. Los impagos de cuotas y derramas suponen el 66% de los problemas de las comunidades y, en algunos casos, derivan en conflictos importantes. Los expertos señalan que las deudas de uno o más vecinos reducen la liquidez de las comunidades a la hora de hacer frente a sus pagos fijos y regulares. La situación se complica aún más cuando hay que realizar trabajos o gastos imprescindibles, lo que obliga al resto de vecinos a aumentar su aportación.

Toñi Ricoy, directora de Comunicación de Arrenta, confirma a DEIA que "ha habido un aumento sustancial de la morosidad" y que "muchos casos están vinculados a impagos de hipotecas y a toda la morosidad relacionada con la vivienda, porque no solo se deja de pagar la cuota de la comunidad de vecinos, también la renta de alquiler, la hipoteca y los gastos comunes, como agua, luz y gas".

cuotas e hipotecas "Todo está relacionado -añade- y coincide con los problemas económicos que atraviesan muchas familias, ya que ahora no se trata del moroso profesional que siempre ha existido en las comunidades. Se trata de familias que no tienen suficiente dinero para cubrir todos sus gastos. Se deja de pagar más fácilmente la comunidad que la hipoteca porque todo el mundo tiene en mente que si no pagas al banco te desahucian, pero si adeudas a la comunidad a menudo no pasa nada. En principio se tiene más miedo al banco que a la comunidad, aunque las deudas vecinales también generan reclamaciones y procesos que pueden acabar en embargos".

Frente a esta percepción general tan preocupante, los profesionales vascos relacionados con la administración de comunidades de vecinos apuntan que en Euskadi el aumento de la morosidad vecinal no ha sido tan fuerte como en otras zonas del Estado español. Luis de Prado, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Bizkaia, reconoce a este periódico que "ha habido un incremento de la morosidad en las comunidades de vecinos, pero no en la misma proporción que en otras autonomías". "Aquí ese fenómeno no ha sido tan espectacular como en Madrid o en el sur -indica De Prado-. Sin embargo, lo que sí hemos notado es que hay un mayor índice de devoluciones. No se puede decir que sean impagados, son simplemente recibos devueltos por el banco o caja porque en el momento en que lo envías no hay liquidez, pero generalmente si los vuelves a pasar los pagan".

Sobre las derramas, Luis de Prado dice que "hemos notado algo de retraso en la aprobación para acometer obras importantes en las comunidades de vecinos, pero ha sido menos de lo que esperábamos. A raíz de la crisis económica la gente mira más lo que se va a gastar en las obras necesarias en el edificio, pero no las pospone tanto como nosotros habíamos previsto. Los administradores pensábamos que el rechazo a acometer obras iba a ser más drástico, sobre todo, en este momento en que el Ayuntamiento de Bilbao está instando a muchísimos edificios a que hagan reparaciones. A pesar de eso y de las dificultades económicas, los vecinos están aprobando sin problemas las derramas, sobre todo aquellas a las que les obligan. En este sentido, la respuesta de las comunidades de vecinos parece contradecir la percepción que hay en la calle de que nadie tiene dinero".

Iñigo Iglesias, abogado especialista en temas inmobiliarios, explica a DEIA que "la morosidad ha crecido bastante y, sobre todo, ha aumentado la reducción de gasto que hacen las comunidades". Su experiencia le lleva a afirmar que en estos momentos "los vecinos suelen abonar las cuotas ordinarias sin demasiados problemas, pero en cuanto hay un pago extraordinario ya se nota que mucha gente tiene dificultades económicas. En las cuotas ordinarias, aunque se acaban pagando, también se percibe que cada vez más vecinos pagan tarde o abonan varios meses juntos. Se puede decir que se paga menos regularmente y que cuando hay derramas mucha gente no las paga".

más procesos La consecuencia de esta situación "es un número creciente de litigios y procesos y que las comunidades andan más escasas de efectivo". Iglesias añade que "algunas comunidades de vecinos que tenían la costumbre de subir todos los años las cuotas para tener remanentes, ahora tratan de ajustar los cobros lo máximo posible, de forma que cuando llega un gasto extraordinario tienen necesariamente que pedir dinero".

Según Toñi Ricoy, "ahora muchas comunidades y administradores se encuentran con que las herramientas para reclamar el pago de las deudas no son suficientes". Opina que "aunque los procesos monitorios, como vía para reclamar, son fáciles de desarrollar y no necesitan abogado, hace unos años podían servir y ser suficientes, pero ahora los juzgados están atascados y ese tipo de procesos en vez de una solución son un problema porque tardan mucho en resolverse". "Las herramientas que hay no funcionan y está visto que ahora lo mejor es el arbitraje, que facilita una sentencia en muy poco tiempo", puntualiza.