Bilbao
LAS niñas ya no quieren ser princesas. Ahora quieren ser sexys, minidivas, supermodelos o participantes de Gran Hermano. Juegan a ser mayores y aceleran la infancia hasta extremos impensables. El fenómeno de las Barbies preadolescentes es ya imparable. Veinte de cada cien hogares vascos, con hijos entre seis y catorce años, saben lo que es vivir en primera persona esta obsesión por comportarse como si tuvieran más de quince.
La Asociación Americana de Psicología ha dado la voz de alerta, haciéndose eco de lo que numerosos especialistas en psicología y psiquiatría infantil denominan ya como la sexualización precoz de la infancia. Una tendencia que consiste en adelantar la adolescencia a edades cada vez más tempranas, sobre todo entre las chicas.
Muchos padres detectan la excesiva preocupación por tener un cuerpo sexualmente atractivo por querer parecerse, por ejemplo, a la nueva Miley Cyrus. Nada que ver con la Hannah Montana que había hecho felices a millones de niñas a base de dulces canciones y recatados modelos. Hannah ya no mola, ahora quieren ser como Miley: rockeras, atrevidas, sensuales, mayores y bailar con chicos que les doblen la edad.
El estudio Infancia y familias refleja esta realidad y concluye que "mientras que los niños se entretenían antes hasta los trece años con muñecas, coches y otros juguetes tradicionales, en la actualidad dejan de jugar a una edad muy prematura, les interesan los programas de televisión de adultos, quieren vestirse como mayores y usar móviles". La infancia de los niños se reduce paulatinamente y pierde terreno frente a la adolescencia, en la que los menores entran cada vez a edades más tempranas, adoptando modelos de comportamiento adulto desde muy pequeños.
"A partir de los diez años ya están apropiándose de comportamientos de adultos. Quieren ponerse zapatos de tacón, hay packs en perfumerías con maquillajes para niñas. En realidad lo que se ve es que se apropian de estos patrones de mayores cuando tenían que estar jugando con muñecas. En la última campaña de comuniones, lejos de la muñeca de tirabuzones, lo que pedían es ropa de marca o joyas de Tous, una tendencia que se pone de manifiesto en este estudio", afirma la catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia, Petra María Pérez, autora del informe Infancia y familias. Valores y estilo de educación.
"lolitas" La pasada primavera, la cadena comercial inglesa Primark fue obligada a retirar del mercado un traje de baño acusada de promover la erotización infantil. Se trataba de un bikini para niñas de siete años que tenía la parte superior con relleno. Desde hace ya algún tiempo, los profesionales de la salud vienen alertando sobre esta erotización de los niños, estimulándolos a que se hagan mayores antes de tiempo. "Y lo peor es que, a veces, no hay ninguna conciencia entre muchos adultos. Ni siquiera en algunos padres y madres, que hasta encuentran entretenido y divertido que sus hijos reproduzcan ciertos bailes o se vistan con ropas y accesorios que les convierten en hombres o mujeres en miniatura", denuncian. Además, este fenómeno genera problemas de conducta y desequilibrios emocionales, por lo que culpan a la publicidad y la televisión de inculcar estos valores nocivos.
Pero el bikini con relleno no ha sido el único objeto que ha estado en el ojo del huracán. Las muñecas Bratz (de apariencia rompedora y sexy a pesar de representar, teóricamente, a niñas de seis o siete años), la Barbie, ídolos infantiles musicales y muchos artículos han sido apuntados con el dedo acusador y algunos de ellos han acabado siendo retirados del mercado. La publicidad ha recibido varios golpes de gracia. El más sonado fue hace tres años a raíz de una campaña de Armani para su línea de ropa infantil. En ella aparecían dos niñas con rasgos orientales, maquilladas y vestidas con bikini y short, en una pose sexy. Recibió un aluvión de críticas que destacaban el fomento del turismo sexual que implicaba la campaña. Ahora el bolso, los tacones y el ligero maquillaje de Suri, la hija de cuatro años de Tom Cruise, han provocado que muchas padres y madres se vuelvan a llevar las manos a la cabeza. Sin embargo, esta tendencia a acortar y erotizar la infancia no es un problema exclusivo de la sociedad americana.
Operación BIKINI Gracias a la imitación de estos modelos, ya hay niñas atrapadas por la estética con sólo diez años. Cada vez más jóvenes y cada vez más vulnerables. Es el retrato de las nuevas víctimas de la operación bikini: preadolescentes, incluso crías, que caen en el infierno de la anorexia presionadas por una imagen distorsionada de sí mismas, de un cuerpo inmaduro que pretende reflejar el modelo de una mujer irreal. "Vemos muchas niñas de diez años con anorexia y otras más mayores con bulimia", asegura la psicóloga clínica Montse Gómez, que dirige el Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona.
De hecho, Petra María Pérez relata una anécdota. "En mi trabajo de campo, una madre de un niño de once años me contaba que su hija no quería que la pusiese el bocata a las tardes porque decía que iba a engordar". "También pasan más tiempo con el ordenador, con la consola, hacen menos ejercicio y son más sedentarios. Muchas de las actividades extraescolares también son sedentarias", continúa. "Antes salían del colegio y siempre había un rato de juego entre iguales que es algo importantísimo. De hecho, las encuestas dicen que de pequeños lo que más felices les hace es poder jugar con otros niños. Luego ya no, luego copian las pautas de la sociedad de consumo. Y hay niños que, desde muy pequeños, están incluso buscando la seducción".
Y es que los complejos estéticos comienzan a estar presentes desde la más tierna infancia, elevando el tener una nariz grande o unas piernas cortas a la categoría de asuntos graves. Los médicos ya han advertido de que atienden consultas para intervenciones en púberes que no han acabado la Secundaria. Pero lo peor viene luego cuando los padres les prometan la operación para agrandar los pechos si aprueban el Bachillerato.