Gasteiz
lA placidez que ayer se respiraba en la localidad alavesa de Murga, perteneciente al municipio de Ayala, no se correspondía con el sentir de sus vecinos. La mañana soleada contrastaba vívidamente con el gesto de amargura que los pocos vecinos que aparecían por la zona mostraban en sus rostros. Uno de ellos señalaba un caserío de piedra ubicado en el barrio de Aspitxueta y confirmaba que era la casa en la que reside la familia de Joseba Andoni Arce Zurimendi. Sólo el coche del hermano del fallecido, aparcado frente a la puerta, aportaba algún rastro de actividad en la vivienda, ya que todos sus inquilinos se encontraban fuera, camino del Hospital de Cruces, posiblemente.
Y debieron pasar por delante del ramo de flores casi marchitas prendido de una señal en el punto kilométrico 631 de la A-625 que alerta de que el trazado, pese a su aparente sencillez, esconde un peligro. El mismo con el que se toparon ayer Joseba Andoni cuando llevaba a sus dos hijos de cinco y tres años al colegio Virgen Niña de Amurrio. Por razones que aún se investigan, invadió el carril contrario para ir a encontrarse de frente contra un trailer de grandes dimensiones.
Uno de los residentes en el núcleo de Murga explicaba que la familia de las víctimas del siniestro era muy conocida en el pueblo. "Eran de aquí, de toda la vida", ilustraba. Según ampliaba, los dos hermanos contrajeron matrimonio en Laudio. En esta localidad residía Joseba Andoni y su familia, en concreto en la calle Maestro Elorza.
El padre de familia trabajaba en la factoría de Vidrala en Laudio y aprovechando que cada mañana cogía el coche para dirigirse hasta allí, llevaba a sus dos hijos al colegio. De acuerdo con el relato de otro de los vecinos, el turismo siniestrado tenía poco tiempo y se encontraba en perfectas condiciones. "Antes tenía un Citroen de color verde, pero tuvo un accidente con él y lo cambió. Como había tenido dos niños, se compró el familiar", explicaba.
El goteo de noticias llegaba también a una de las empresas de madera de la zona, en la que sus trabajadores, residentes en la vecina localidad de Izoria, tenían conocimiento de que se había producido un accidente pero no sabían a ciencia cierta la identidad de las víctimas.
En el barrio de la Iglesia, otro de los vecinos de Murga explicaba entristecido que "hacía mucho tiempo que no teníamos una desgracia así". Achacaba lo ocurrido a la intensa niebla que había cubierto la zona a primera hora de la mañana y que había puesto en aprietos a los conductores de la zona. "No se veía nada, era muy espesa", aseguraba. En la casa de al lado, Rosario se cubría la cara con la mano al pensar en la familia de las víctimas. En su mente, la abuela. "Es una persona muy sensible, no sé si se recuperará de un golpe como este".
El escenario de la tragedia aún debió ser testigo de otra escena de dolor. Poco después de que se produjera el siniestro mortal, minutos antes de las nueve de la mañana, una mujer familiar de las víctimas, se presentó en el lugar de los hechos y al ser informada de lo ocurrido sufrió una crisis nerviosa. La Ertzaintza acordonó la zona y bloqueó el tráfico rodado en los alrededores mientras diversos grupos de operarios llevaban a cabo labores de limpieza de la calzada.
También la Policía Municipal de Amurrio se sumaba al dispositivo e impedía el paso de coches desde el núcleo urbano hasta el lugar del siniestro. El flujo normal de vehículos no se restituyó hasta pasadas las 13.00 horas. Ayer, mientras tanto, el pequeño de tres años permanecía ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Cruces en estado muy grave. Por suerte, uno de los turismos que circulaba detrás del camión contra el que chocó el vehículo familiar estaba ocupado por tres bomberos que se dirigían hacia el parque de Bomberos de Ayala para proceder a dar el relevo a sus compañeros que actuaron con rapidez en este triste siniestro.