Bilbao. Nació en 1931 en una familia de panaderos en Castellterçol, entre los macizos de Montserrat y del Montseny, y tenía, como decían sus colaboradores, la enfermedad del pan. Pero Pere Gallés Payàs murió el 18 de abril de otra enfermedad, el cáncer, a los 79 años.
En 1963 inició su aventura empresarial con un primer horno en Nou Barris, porque mientras en Castellterçol "el negocio estaba estancado, en el cinturón industrial de Barcelona hacía falta mucho pan", explicaba en una entrevista hace unos años.
Ese fue el germen de Europastry, un grupo que hoy factura más de 360 millones de euros, tiene diez plantas de pan y bollería congelada (nueve en España y una en Portugal), y que incluye la cadena Molí Vell (270 panaderías).
Estudió Comercio y quiso ser arquitecto pues no le seducía mucho continuar con la panadería de su padre, por el esfuerzo y la total dedicación que exigía. "Tú quédate en casa haciendo pan, que siempre te ganarás la vida y no pasarás hambre", cuenta, en una reseña autobiográfica, que le dijo su padre.
Como no le gustaba contradecirle, siguió sus consejos y aprendió el oficio de panadero. "Esta decisión fue clave. De haber sido arquitecto, hoy no existiría Europastry y quién sabe si hubiera sido un buen profesional de la construcción".
A Pere Gallés se le considera el inventor, en los primeros años ochenta, del pan precocido congelado, que supuso una revolución frente al pan congelado en crudo que ya elaboraban los franceses. Pero él mismo se consideraba "un panarra" que echaba de menos "el pan de antes". Por eso no dejó de trabajar hasta conseguir un pan rústico que, como él mismo dijo en su lanzamiento al mercado el año pasado, "hubiera complacido a mi padre y a mi abuelo". Aunque fuera un pan de alta tecnología.
Gallés fue también un empresario de visión que no dudó en abrir a terceros el capital de su compañía familiar. "En Catalunya sabemos crear empresas, pero cuesta mucho hacerlas crecer", decía.