Bermeo. El buque Playa de Azkorri zarpa hoy desde el muelle de cruceros de Getxo. Poco tiene que ver con el Queen Mary. Es un barco atunero, construido y diseñado para pescar atún. No obstante, dispone de todas las comodidades posibles para una tripulación de 28 hombres enrolados para ganarse el pan de sus hijos en el Golfo de Guinea, en largas campañas de cuatro meses lejos de la familia.

La embarcación de la empresa bermeana Pevasa sale hoy hacia el Atlántico, donde faenará entre la costa occidental africana y Brasil. Navegará hasta Vigo donde embarcará la panga, pequeña embarcación auxiliar utilizada para la maniobra de largado de la red. Posteriormente arribará a Las Palmas de Gran Canaria para subir la red a bordo y finalmente recalará en Cabo Verde para embarcar el resto de la tripulación.

Este barco es el último de una larga lista de construcciones realizadas durante los últimos años por los armadores vascos en el proceso de renovación de flota. No obstante, la delicada coyuntura que atraviesa el sector atunero-congelador a causa de la situación de inseguridad provocada por los ataques piratas en el Índico y las restricciones impuestas en el capítulo de ayudas de la Unión Europea invita a pensar que será el último de su estirpe.

El puente de mando de este pesquero es espectacular y recuerda al de un auténtico portaaviones. Varios radares, sofisticados sonares para la detección de pescado, aparatos de radio, ordenadores etc.. Tecnología punta para pescar atún en el Atlántico.

El patrón, el bermeano Iñaki Uriarte Kasina, y los capitanes Roberto y Aitor, se encargarán de interpretar y procesar toda la información recibida en los aparatos para traducirla en capturas de cimarrón. Unos imponentes prismáticos presiden la estancia. Y es que buena parte de las capturas de atún en el Atlántico se producen tras divisar cardúmenes en la superficie de la mar.

Pero si importante es el puente en un buque de pesca, no lo es menos la cocina, el comedor y la destreza del cocinero. Teo, un veterano arrantzale bermeano, carga sobre sus espaldas con la responsabilidad de alimentar durante los cuatro meses de campaña a un heterogéneo grupo de hombres de distintas nacionalidades.

Juventud con experiencia Para desempeñar su labor cuenta con la colaboración de Richar, un marinero peruano residente en Lekeitio desde hace diez años. Orgulloso, no duda en hacernos partícipes de su alegría por haber sido padre hace pocos meses. Vascos, gallegos, ghaneses, senegaleses, costa marfileños y peruanos se sientan en la misma mesa.

Xabier Zelaia, un joven arrantzale bermeano, acaba de perder la condición de tripulante más joven con la llegada de dos tripulantes noveles. Tiene sólo 23 años y lleva dos trabajando en la empresa Pevasa. Embarcó como engrasador pero su destreza y responsabilidad le han llevado al cargo de caldereta o responsable del grupo de engrasadores. Lleva con orgullo el apodo de su padre, Markesa, maquinista en barcos atuneros. Le gusta su trabajo aunque reconoce que resulta duro permanecer cuatro meses en la mar, lejos de casa y de los seres queridos.

Xabier siempre ha navegado en el Atlántico y quiere seguir allí. "Habitualmente se pesca más en el Índico pero la verdad es que no me atrae para nada trabajar en aquellas aguas por la presencia de los piratas. En el Atlántico estamos más tranquilos". No descarta la posibilidad de embarcar en el Índico. "Sólo lo haría si el barco en cuestión contara con hombres armados para hacer frente a los piratas" sentencia.