Al menos 40 personas han muerto y centenares de casas han sido destruidas o dañadas en Samoa y otras islas del Pacífico, a causa del terremoto de 7,9 grados de magnitud que sacudió ayer la región, y que provocó la formación de un tsunami.

El seísmo causó olas de hasta de tres metros en diferentes zonas de la región, donde de momento, la isla más afectada es la de Upolu, en Samoa Occidental, según fuentes policiales samoanas citadas por Radio Nueva Zelanda.

Upolu, de 75 kilómetros de longitud y de 1.125 kilómetros cuadrados, es la segunda mayor isla del archipiélago de Samoa, después de la de Savaii, y alberga la capital, Apia.

De acuerdo a informaciones recogidas en Apia por la Policía, también las aldeas de la pequeña isla vecina de Monono han resultado dañadas y una extensa parte de que lo antes era tierra firme está bajo el agua.

Alertas El Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico, del Instituto Geológico de Estados Unidos, emitió tras el terremoto una alerta dirigida en particular a Nueva Zelanda, las islas Fiyi, la Polinesia francesa y Tonga.

La amenaza de tsunami en Hawai que se había emitido ha sido cancelada, añadió el centro.

Aunque la medición del centro del Pacífico, otra agencia de vigilancia sísmica, la U.S. Geological Survey, la elevó hasta los 8,0 grados en la escala de Richter.

En Nueva Zelanda, su Ministerio de Defensa Civil indicó que el terremoto fue de 8,3 grados en la escala de abierta de Richter.

El epicentro del seísmo se localizó a 180 kilómetros de Hihifo, en Tonga, y 200 kilómetros de Apia, en Samoa.

La profundidad del movimiento telúrico, ocurrido a las 17.48 GMT, se situó a unos 50 kilómetros.

Según dijeron residentes en Apia a Radio Nueva Zelanda, tras el terremoto que sacudió la isla durante cerca de tres minutos, muchas familias abandonaron las casas para refugiarse en lugares altos de la ciudad.

Los conductores dejan de percibir la mitad de las señales de tráfico cuando manipulan el GPS y el 75% de ellos tiene dificultades para mantener el vehículo en su carril, según un estudio realizado con un simulador de conducción entre más de cuarenta conductores por la aseguradora Línea Directa.

Mientras que en condiciones normales y circulando a 90 kilómetros por hora los individuos perciben el 85% de las señales, los resultados del estudio, elaborado en colaboración con el Instituto de Tráfico y Seguridad Vial de Valencia (INTRAS), reflejan que a la misma velocidad, este porcentaje baja hasta el 50% cuando se maneja el GPS.

Además, a esta velocidad de circulación, el 75% de los conductores disminuye significativamente el control sobre su coche cuando introduce datos en este dispositivo, llegando a suponer una variación de tres metros en el control lateral del vehículo, lo que puede provocar una salida de vía o invasión del carril contrario.

Según este informe, el GPS hace que, independientemente de la edad y el sexo, se conduzca peor y lleva a la distracción, factor que, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), aparece en el 36% de los accidentes de tráfico con víctimas.

Por ello, el proyecto de reforma de la actual Ley de Tráfico prevé que la manipulación de este dispositivo durante la conducción sea calificada como falta grave, con la retirada de tres puntos del carné de conducir, equiparándola a la infracción por la utilización del móvil, que ahora supone, además, una multa de 150 euros.

Los resultados del estudio reflejan también que tres de cada cuatro conductores reducen la velocidad una media de 15 kilómetros por hora cuando utilizan en marcha este dispositivo, del que anualmente se venden en el Estado español 1,5 millones, lo que conlleva un aumento de la distancia de seguimiento de unos ochenta metros. "En principio esto puede parecer positivo, pero no es así ya que aumenta el peligro de colisión por alcance", resalta la directora de Comunicación Externa de Línea Directa, María Paramés.