– Usted vive en Bilbao. ¿Piensa que Bizkaia es un territorio cohesionado o todo se centra en función de la capital?

—Tenemos una muy buena red de transporte en Bizkaia, pero los autobuses no van a llegar a la puerta. Invertimos mucho y llega a todos los lugares. Podríamos hablar de frecuencias o de por dónde pasa y por dónde no, pero me parece que Bizkaibus funciona y es una de las grandes inversiones económicas que realiza la Diputación anualmente.

Después de estos años como diputada, ¿cuál es la medida que le gustaría implantar que fuera el sello de Teresa Laespada en la próxima legislatura?

—No lo pienso porque son muchas cosas. Fundamentalmente me gustaría bajar los índices de desigualdad social. Que esa Bizkaia que tiene dos colores no existiera. A veces parece que somos un país en el que van bien las cosas, pero hay una parte de la población a la que no llegan los mismos recursos y yo quiero que a esa parte de la población le llegue también esa parte de la riqueza que tenemos en Bizkaia.

¿Por dónde empezaría?

—Por cohesión social, por políticas sociales, servicios sociales, infancia... Para mí es muy importante la infancia, la mirada hacia las personas más jóvenes. Creo que no podemos, en una sociedad decente, permitirnos tener niños y niñas con dificultades y los tenemos. Tenemos que pensar cómo hacerlo para que no ocurra. Creo que la Bizkaia a la que vamos en 20 o 25 años a nivel social y demográfico es completamente diferente a la que tenemos ahora. Eso significa que vamos a tener una población más envejecida, con un panorama social diferente y con una entrada de población migrante importante, afortunadamente. Por tanto, tenemos que buscar que esa cohesión funcione. Nosotros, autóctonos, seguramente mucho más envejecidos, con una población joven vital que viene de la población migrante, si no intentamos encajar todas esas piezas adecuadamente para la competitividad, para el desarrollo, también para el bienestar de todas y de todas, vamos a fallar. Esa es la Bizkaia que yo quiero y en la que yo proyecto, porque además yo suelo decir que la demografía es una ciencia bastante exacta y para el año 2036, según el Eustat, si no contamos con la entrada de población migrante, vamos a tener la pirámide poblacional bastante invertida.

¿Cómo se puede mejorar el tránsito de los menores no acompañados cuando cumplen 18 años hacia su emancipación?

—En los últimos 45 años hemos atendido a casi 2.000 chicos y chicas en la Diputación Foral de Bizkaia cuando pasan su tránsito de infancia a juventud y la inmensa mayoría de ellos están perfectamente integrados cuando van saliendo y tienen su autonomía personal. Les acompañamos entre los 18 y 23 años para que terminen sus estudios, para que sean capaces de encaminar su vida, qué quieren ser y dónde quieren estar para que empiecen a trabajar y empiecen a desarrollar su vida. Por tanto, quien diga que en Bizkaia hemos dejado a los chicos después de los 18 años sin atención, que me lo demuestre. Otra cosa es que en Bizkaia aparecen chicos y chicas que vienen de otros territorios y muy cercanos, a veces territorios hermanos, donde realmente no se les está dando atención y aparecen por Bizkaia, pero no son chicos atendidos en Bizkaia. Por puntualizar, también es verdad que, cuando cumplen 18 años, se les ofrece la posibilidad de quedarse o no y tienen que optar ellos, porque son mayores de 18 años. Y muchos no quieren quedarse.

La vivienda es el mayor hándicap de los jóvenes.

—Tenemos dos leyes encima de la mesa que van a ser importantes. Por un lado, la ley del 2015 que está en desarrollo. Esa ley nos ha permitido tener el mayor número de vivienda social en Euskadi, tener mucha vivienda en alquiler y seguir construyendo y ofertando vivienda. Esa es una muy buena ley, necesita desarrollo, pero las cuestiones de vivienda no se cambian en cuatro, en ocho o en diez años porque llevamos muchos años, muchas décadas, haciendo las cosas de manera incorrecta. Y luego tenemos la Ley del Gobierno de España, donde se van a limitar los precios de los alquileres y se va establecer que el sistema de alquiler de la vivienda no sea un negocio. Ambas leyes, tanto la ley del Gobierno de España como la ley del Gobierno vasco, son complementarias, no se están pisando. No se pisan competencialmente y están sumando en esa gobernanza necesaria con la vivienda, porque efectivamente es uno de los problemas más importantes de los jóvenes.

¿Entiende la ‘ley del solo sí es sí’?

—Sí la entiendo. Es buena y ha quedado mejor con la modificación. Es una ley que establece muchas cosas. No solamente se está hablando del consentimiento de las mujeres, que ese es el punto fundamental. A veces, desde los marcos legales, somos capaces de modificar conductas. Yo creo que tenía un efecto indeseado. En política también hay que aprender que no pasa nada por rectificar. Porque si no, nos vamos a equivocar. Tenían un efecto indeseado respecto a las sentencias y a un desarrollo de las penas. Se ha modificado y se ha cambiado y ya está.

Usted defiende el abrazo intergeneracional como receta para una nueva sociedad. ¿Por qué?

—En el año 2036 los mayores de 65 años van a ser un 30% de la población y los menores de 15 años, solo un 11% de la población. Tenemos que pensar que uno, cuando llega la jubilación, tiene que seguir colaborando y aportando en la sociedad. Además, dada la calidad de vida que tenemos, la esperanza de vida, venimos con el esquema de que nos jubilaban porque nos quedaban unos poquitos años de vida y luego ya nos moríamos y esto se ha roto, no existe. Entre los 65 años de jubilación y los 95 que caminamos, hay 30 años de diferencia. Son los mismos que entre 0 y 30. No podemos decir que a partir de los 65 años la gente de alguna manera parece que desaparece de la vida. La gente puede participar en la vida social, política y económica de otras formas distintas.

¿Por ejemplo?

—O entendemos que tenemos que empezar a desarrollar sistemas intergeneracionales, donde jóvenes y mayores empecemos a volver a vernos, a volver a relacionarnos, a hacer participación social, política y económica de la vida y hacernos responsables del conjunto social que nos corresponde o va a ser difícil sostener la economía, la sociedad, la pirámide poblacional, la cual tenemos realmente invertida. Por eso voy a insistir en que hay que hacer pactos intergeneracionales. l

EN PRIMERA PERSONA

Perfil

¿Dónde le gustaría vivir? En Sukarrieta. Es mi pequeño paraíso. Me siento a gusto y me permite una conexión con la naturaleza.

Conciliación... Es sinónimo de corresponsabilidad. Me sorprendió cuando en un primer momento compaginé las clases con otros procesos y me preguntaban cómo lo hacía. Con un hombre no pasa.

Llegó a política... En un momento en el que hacía falta rellenar listas, tuve que hacer un ejercicio de valentía personal para salir de la trinchera de alguna manera. Después con el cargo me regalaron los escoltas.

La entrevista

Delincuencia “La receta son más políticas sociales”—O entendemos que tenemos que empezar a desarrollar sistemas intergeneracionales, donde jóvenes y mayores empecemos a volver a vernos, a volver a relacionarnos, a hacer participación social, política y económica de la vida y hacernos responsables del conjunto social que nos corresponde o va a ser difícil sostener la economía, la sociedad, la pirámide poblacional, la cual tenemos realmente invertida. Por eso voy a insistir en que hay que hacer pactos intergeneracionales.

“Si los índices de delincuencia están aumentando, tenemos que desarrollar un esquema de políticas sociales más potente. Invertir más dinero en ver por qué las personas se acercan a la delincuencia, normalmente para sobrevivir, para existir”.