Las administraciones vizcainas llevan décadas intentando minimizar el impacto acústico del tráfico, tanto rodado como de transporte público, o el ocio nocturno. Desde pantallas acústicas a la instalación de ventanas aislantes, el cambio de raíles ferroviarios o la reducción de la velocidad han sido algunas de las medidas que se han adoptado en los últimos años para mejorar la calidad de vida de los vizcainos.

Cada nueva infraestructura que se construya hoy en día, y que vaya a generar ruido, tiene la obligación, por ley, de establecer medidas que minimicen esas afecciones en su entorno. El problema está en las instalaciones, construcción o actividades que vienen de atrás. ¿Un ejemplo? Las carreteras. La Diputación lleva años trabajando para minimizar las molestias del tráfico en los edificios cercanos: con pavimentos que generan menos ruido, limitando la velocidad de circulación, desviando el tráfico mediante variantes... La medida más conocida son las pantallas acústicas; desde 2008 se han instalado más de 30 kilómetros. Sin embargo, en los pisos más altos resulta más efectivo el aislamiento acústico de las viviendas, por lo que la institución foral concede ahora ayudas para sustituir las ventanas por otras más aislantes. Una solución que también se ha adoptado en el entorno del aeropuerto.

No siempre es fácil; en Bilbao, el ruido del tráfico viene heredado de un entramado urbano en el que casi todos los edificios tienen tramos de asfalto a pocos metros. Se han adoptado diferentes medidas para contener y mitigar el ruido provocado por el transporte, incluido el ferroviario, principal foco emisor y responsable de esta polución; peatonalizaciones, estrechamientos de calzada para aplacar los acelerones, pavimentos en buen estado, subvenciones para comprar vehículos eléctricos para el reparto de mercancías... La más destacada ha sido la implantación del límite de velocidad en 30 kilómetros por hora. Pero Bilbao tiene otro hueso acústico: el ocio nocturno. Vecinos de zonas como Uribitarte o Pozas han levantado la voz en más de una ocasión. El Consistorio ya anunció en noviembre su intención de reactivar la zona de protección acústica en este área, con todas las garantías jurídicas y para ello, va a elaborar un mapa de ruido del ocio nocturno en todos los barrios bilbainos, para conocer el fenómeno en su detalle y adoptar las medidas más adecuadas en cada caso.

En el caso del metro, cada cinco años se elabora un plan de acción con las actuaciones que se llevarán a cabo durante ese lustro para contrarrestar las molestias que genera el paso de los coches. Hay actuaciones que se realizan de forma continua: cada dos años se amolan los raíles de todas las líneas y también las ruedas, y se sustituyen los carriles desgastados por el uso. El resto de situaciones necesitan soluciones a la carta como la instalación de barreras acústicas vegetales y fonoabsorbentes.