Más allá de las megatendencias que recorren el planeta, Bilbao se mantiene a flote y con el rumbo fijo para seguir esquivando las amenazas que acechan al progreso, que las hay. Lo hace porque tiene una estrategia clara, una hoja de ruta compartida por la Corporación municipal desde hace ya años para impulsar la calidad de vida de la población local –y también de esa otra flotante, ya sea estudiantil, laboral o turística–, generar nuevas oportunidades y al mismo tiempo engrandecer el nombre de una ciudad en constante progreso.

La apariencia del botxo ha cambiado, y de qué manera, gracias a la intensa transformación urbanística acometida durante las últimas décadas; pero también su presencia ha evolucionado hasta el punto de haberse ganado el respeto de otras ciudades, organismos e instituciones internacionales con una Carta de Valores compuesta por 17 puntos. Un documento que ha sido –y es– fuente de inspiración para devolver a las ciudades su histórico carácter como espacio común, social e integrador.

Ahí está, por ejemplo, la Red Estatal de Ciudades Educadoras que eligió esa tabla de los mandamientos bilbaina como modelo para confeccionar su particular carta de valores que ya ha exportado a las 235 entidades que la componen. Porque más allá de siglas políticas, las palabras y frases que se conjugan en euskera, castellano –y otros seis idiomas– en el texto aprobado por el Ayuntamiento convencen allá donde son expuestas: respeto, identidad, transparencia, participación, creatividad, compromiso, justicia, solidaridad, inclusión, igualdad,... En definitiva, espacios donde todas las personas puedan convivir desde la tolerancia.

Pero la sombra de Bilbao es más alargada; más incluso de lo que los propios bilbainos puedan pensar y los ecos de esa Carta con label han traspasado fronteras y en el continente europeo –e incluso más allá– también saben cómo se las gastan en el botxo. De hecho, varias ciudades de distintas partes del mundo y diferentes continentes se han inspirado en esa carta de colores a la que se recurre en Bilbao cuando es necesario diseñar un plan de acción municipal o una estrategia a más largo plazo, con un impacto social, cultural e incluso económico de más recorrido tanto en el tiempo como en el espacio, implicando a más distritos de la villa.

Reconocimientos

Sin ir muy atrás en el calendario, la estrategia diseñada en la villa para invertir en capital humano está integrada en los Local For Actions Hubs promovidos por la CGLU, la mayor red internacional de gobiernos locales y regionales del mundo. Hace solo un año, la OCDE seleccionaba el proyecto Bilbao Balioen Hiria (BBH) para integrarlo en la serie Cuentos sobre los ODS. También en 2022, la experiencia BBH ha sido recogida como una práctica sobresaliente en una iniciativa auspiciada por la propia Unesco con el objetivo de promover los Derechos Humanos en los niveles locales y regionales. Un año antes, en 2021, Bilbao fue elegida como Experiencia Destacada por la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras.

Y en 2020, la iniciativa Bilbao Balioen Hiria fue clave para que la villa recibiera el galardón Diploma Europeo concedido por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa para distinguir el compromiso de la ciudad en la promoción y defensa de los ideales europeos. Porque, tal y como ha subrayado en más de una ocasión el alcalde, Juan Mari Aburto, “es la Carta de Valores de la gente de Bilbao” y de nadie más. No en vano, hubo un proceso participativo de por medio para ensanchar las miras y atender a la diversidad de pensamientos y sentimientos que conviven en el callejero de la villa. “Somos seres sociables y siempre necesitaremos vivir en las ciudades”, le gusta repetir al bilbaino de adopción Norman Foster.

La propia OMS lleva años recomendando construir ciudades en las que la gente sea más feliz y menos sedentaria porque sabe a ciencia cierta que cuando se generan esos espacios de convivencia que crean comunidad las consecuencias en la salud mental individual y colectiva son positivas. David Chipperfield, arquitecto británico y también distinguido con el premio Pritzker (2023), aboga por repensar el diseño de las ciudades para superar las desigualdades sociales y reforzar el sentido de pertenencia. “Tenemos que reconsiderar un poco el diseño de nuestras ciudades, cómo devolverles algo más de humanidad”, señalaba.

Precisamente ese documento vertebrador para la convivencia en Bilbao pone énfasis en el respeto a los derechos de todas las personas, sin importar las diferencias que haya, sean de la naturaleza que sean. Al mismo tiempo, se aboga porque las personas, empresas, organizaciones e instituciones sumen en la generación de las condiciones sociales, económicas y culturales más propicias para que todas esas gentes que dan vida a los barrios del botxo puedan desplegar sus proyectos vitales.

La carta de Valores

La Carta de Valores, con sus 17 mandamientos, fue pionera y ambiciosa. Con raíces locales sí, pero con una conciencia universal incuestionable como finalmente están demostrando los reconocimientos que periódicamente llaman a las puertas de la villa. Y es que los retos de la Humanidad son también los retos de metrópolis como el botxo. Prueba de ello es que Bilbao Balioen Hiria también ha sido seleccionado para formar parte de la campaña SDG Local Tales, nacida de una convocatoria de Naciones Unidas, con el objetivo de compartir el trabajo y los esfuerzos de gobiernos locales –como el de Bilbao– en la localización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como motores de cambio hacia modelos de vida más sostenibles, resilientes e inclusivos.