La situación de Eusko Alkartasuna, unas siglas históricas creadas tras la escisión del PNV en 1986 y que tuvieron al lehendakari Carlos Garaikoetxea como mascarón de proa, comienza a alcanzar tintes dramáticos. Si bien era evidente la existencia de dos familias mal avenidas desde hace ya algunos años, ayer domingo se puso si cabe más en evidencia la ruptura total de los dos bloques. En la jornada de cierre de su XIII Congreso Nacional en Gasteiz, los oficiales y los críticos ahondaron en su profunda brecha. Los primeros reeligieron a Eba Blanco como secretaria general, mientras que los segundos crearon un “grupo motor”, con la exconsejera Esther Larrañaga a la cabeza, para “democratizar” las siglas socialdemócratas. Pese al golpe en la mesa dado por los unos y los otros, nada cambia. El sector garaikoetxeista se mantiene dentro del partido tratando de mantener el pulso, y el bando oficial se mantiene en el poder.

“Trabajar con disciplina”. Esas fueron las palabras de Blanco -la única candidata presentada- nada más ser designada como líder de EA. Ensalzó la “legitimidad” lograda para seguir en la sala de máquinas. Recibió los síes de 134 de los 249 delegados llamados a votar en este cónclave, es decir el 54%, y una abstención. Los críticos, que aglutinaron a más de un centenar de miembros -según sus cálculos-, no tomaron parte en la cita del fin de semana. No votaron y optaron por celebrar un congreso alternativo. Sin embargo, las palabras de Blanco estuvieron trufadas de alusiones a los garaikoetxeistas, liderados por un Maiorga Ramírez que hoy mismo está suspendido de militancia por los siguientes cuatro años -junto a los dirigentes Iratxe López de Aberasturi (Araba), Mikel Goenaga (Gipuzkoa), Miren Aranoa (Nafarroa) y Esther Korres-. Entre otros, acusó directamente a Ramírez de poner en “peligro” el encaje de EA en la coalición EH Bildu. Ese es precisamente el principal motivo de fricción entre ambos sectores. Pero no es el único.

Blanco negó que la voz de los críticos se viera silenciada este fin de semana. “Nadie les ha negado el derecho a participar; en lugar de debatir, tenían decidido dar el espectáculo”, aseveró. Sobre el encaje del partido socialdemócrata en la coalición soberanista, la reelegida líder aseguró que “ese capítulo lo hemos cerrado este fin de semana” y ahora toca ponerse a trabajar sin perder “ni un solo minuto en polémicas pasadas y estériles”. El “espectáculo” que a su juicio se ha vivido en EA tan solo habría dañado a las siglas, incidió, si bien las disputas las da por terminadas. En todo caso, todo indica que se mantendrán inalterables, aunque la dirección recién salida del proceso cuente con “toda la legitimidad democrática” para dirigir el partido, según Blanco. Su objetivo pasa ahora por mirar hacia un “futuro” que se antoja endiablado. Aunque ya sin Ramírez como contrincante, la cúpula mantendrá una dura oposición interna.

Por su parte, el sector crítico mantiene las espadas en alto. Ya sabe que Ramírez -y otros cuatro responsables- empiezan hoy mismo una suspensión de afiliación que les mantendrá alejados de la primera plana del partido. Pero ayer dieron a conocer la creación de un “grupo motor de democratización” erigido por 15 miembros encabezados por la exconsejera de Medio Ambiente Esther Larrañaga. Buscan “rebelarse” contra las “injusticias” cometidas a su juicio por el sector oficial. Asimismo, otro de sus retos será el refuerzo de la “independencia” de esta formación en EH Bildu.

“Ante las injusticias solo hay dos posibilidades: o claudicamos o nos rebelamos”, ahondó Larrañaga, una histórica de EA que participó en varios gobiernos y tuvo desempeños en la gestión de las instituciones vascas. “No son momentos fáciles; nuestro partido, día sí y día también, está en boca de todos por sus déficits democráticos”, prosiguió. Según expuso, “no es un plato de buen gusto”, ya que EA surgió con el fin de “regenerar las formas de hacer política”. Así, se comprometió a plantar batalla para colocar a EA en el lugar “que le corresponde”. Por último, se reafirmó en el compromiso con EH Bildu, aunque siempre desde la base de la independencia y relevancia de EA en la coalición. “EA no se merece una dirección que cierre las puertas a la afiliación y que cree que la única aportación de EA a EH Bildu es asentir”.