Entre los mensajes de apoyo que recibió Carles Puigdemont tras su detención en Cerdeña, y antes del la última vista oral, se encontraban los de Artur Mas, pese a las diferencias estratégicas y políticas que han mantenido en los últimos años. “Él sabe perfectamente que yo, en ese sentido, siempre estoy ahí”, se sinceró ayer martes el expresident, precursor de la consulta del 9-N, para quien de la mesa de diálogo no saldrá nada que conecte con las ansias del independentismo. “Ni una amnistía ni un referéndum” de autodeterminación.

Eso sí, Mas se mostró partidario de abordar el conflicto a través del diálogo porque “precisamente desde el comienzo se apostó intensamente por que fuera un proceso dialogado y no una confrontación”, recordó el exjefe del Govern, evocando aquel costoso proceso participativo que le ha reportado tantos quebraderos de cabeza a nivel personal. “¿Qué recibimos a cambio? O noes como una casa o la represión pura y dura, que es donde estamos”, lamentó.

El expresident relató que cuando fijó un horizonte de 18 meses para la ruptura lo hizo como parte de una “gran operación unitaria” en el espacio soberanista, y aseguró que cuando dio un paso al lado también lo hizo para preservar esa unidad. “Si no ponías una fecha, un horizonte, un calendario, parecía que no te lo creías. Todo era apretar”, señaló en Ràdio 4 y La 2. Por ello, da valor a que Junts y ERC no avalaran la propuesta de resolución de la CUP para celebrar un referéndum esta legislatura. “Admitamos que poner una fecha fue un error. Y si se deben asumir responsabilidades, yo las he asumido todas”, manifestó Mas, que tuvo tiempo para ironizar con el último discurso de Pablo Casado en la convención del PP. No lo escuchó: “Debo proteger mi salud”.