La armadura del Rey va ya por su tercera edición y se convirtió en uno de los libros más vendidos en la Feria de Barcelona. Con motivo de su presentación ayer lunes en Bilbao, Eider Hurtado atendió al Grupo Noticias. Dicen que la armadura del rey Juan Carlos I comenzó tras el golpe de estado fallido del 23-F, ¿por miedo o por agradecimiento?

—Nosotros ponemos como punto de inflexión el 23-F porque las complicidades que se tejen antes y después explican lo que ocurrió después. Pasó de ser el rey de Franco al que salvó la democracia. A partir de esa idea se construye una versión oficial en la que no se deja esclarecer las sombras que rodean su figura. Al final hay un pacto tácito en torno al rey, pacto que implica a políticos y a la judicatura pero también a medios periodísticos. ¿Cuál es la funcionalidad de esta armadura? Lo que se pretende es preservar figura de Juan Carlos I para que no haya un retroceso, pero también, y sobre todo, para preservar el modelo de Estado.

Han hablado con más de un centenar de personas, pero muchas han pedido permanecer en el anonimato. ¿Hay una explicación a ello?

—Eso dice mucho. Que todavía hoy, y aunque se empiece a hablar, hay mucha gente que ha permitido ese blindaje a Juan Carlos I. Reconocer eso a viva voz y con nombres y apellidos es muy complicado. Afecta a responsabilidades muy elevadas. Mucha gente sabía cuál era el proceder del rey y cómo funcionaba. Por eso es lógico que mucha gente no quiera salir con nombres y apellidos. Es significativo que en 2021 hablar de la monarquía sea peliagudo. Hablamos, además, de fuentes consultadas a muy alto nivel.

¿Dónde están ahora todos aquellos que se decían 'juancarlistas' que no monárquicos?

—Es cierto que no todos los juancarlistas sean monárquicos. Si algo consiguió Juan Carlos fue tejer una red de complicidades con esa campechanía, que luego hemos visto que era más sinvergonzonería que otra cosa. Y en esa red de complicidades había un intercambio de intereses. A él le interesaba tener de su parte a los hombres poderosos del país y a ellos les interesaba estar cerca de él. Tocar rey era abrir las puertas para muchos negocios. ¿Dónde están hoy todos ellos? Juan Luis Cebrián dice en el libro que agradecería que todos aquellos empresarios a los que se les abrió la puerta del Ibex salieran hoy en apoyo del rey. Pero lo cierto es que cada vez quedan menos juancarlistas.

Ahora que está el ojo del huracán, ¿hay revanchismo? ¿Quieren hacer leña del árbol caído?

—No es tanto revanchismo, sino la construcción de la nueva armadura en torno a Felipe VI. Según una de las fuentes con las que hablamos, el rey emérito es un fardo que se puede tirar por la borda, pero al capitán, que es Felipe VI, ni tocarlo.

Felipe VI ha establecido un cordón ante su padre, ¿real o ficticio?

—Lo que se pretende es una diferenciación clara de uno respecto al otro y hacer un cortafuegos que pasó por la salida de Juan Carlos del Estado español. Lo cierto es que el emérito quiere volver y para eso son los pasos como la regularización. Hay una lucha entre uno u otro, pero en el fondo, la armadura de Juan Carlos y ahora de Felipe es preservar el modelo actual de Estado, la monarquía.

Ahora mismo, ¿la monarquía aguantaría un referéndum?

—La armadura del rey es eso, evitar que se cuestione el modelo de Estado. Todo apunta a que la monarquía quizá no aguantara un referéndum. Hay encuestas en las que la juventud no entiende su razón de ser. Felipe VI no ha demostrado su utilidad y las nuevas generaciones no entienden en 2021 para qué sirve un rey.