Euskadi extiende su red de socios internacionales, y lo hace con Córcega, una comunidad que, al igual que la vasca, posee una fuerte identidad. El lehendakari Urkullu y el presidente de Córcega, Gilles Simeoni, mantuvieron ayer martes un encuentro por vía telemática en el que firmaron un Memorando de Cooperación que tiene una vigencia inicial de cinco años y apuesta por trabajar en iniciativas conjuntas sobre la normalización del euskera y el corso, estrechar los vínculos con la diáspora, y aunar fuerzas para reivindicar una mayor toma en consideración de sus instituciones en los procesos de gobernanza y decisión en la Unión Europea. El acuerdo, además, llega después de que la Asamblea Nacional francesa haya dado un paso adelante a favor del idioma corso y del euskera, una decisión que para el lehendakari supone un “paso histórico” ya que, en su opinión, “es un punto de inflexión para revitalizar nuestra lengua, educación, identidad y cultura en el marco de una Europa que considera su diversidad como un activo”.

El lehendakari explicó que Córcega y Euskadi han demostrado a lo largo de su historia la capacidad de afrontar los desafíos del futuro manteniendo sus profundas raíces históricas y culturales. Abogó por impulsar el autogobierno y aplaudió un memorándum que “abre un camino que va a redundar en la mejora del bienestar de nuestros respectivos pueblos”. De esta forma, Córcega se incorpora a la red de relaciones estratégicas que Euskadi mantiene ya con Flandes, Baviera, Quebec o Jiangsu, entre otros territorios.