Y junto a ellos, numerosas mujeres y hombres que rehicieron su vida partiendo de cero huyendo de la Guerra Civil que ganaría Franco y/o de la Segunda Guerra Mundial con la ocupación de Francia por los nazis de Hitler. Siete décadas después, la comunidad vascovenezolana ronda las 13.000 personas en la ciudad. Algunas de ellas, sin embargo, por razones sociales y políticas viven en la actualidad un segundo o tercer exilio en otros países del planeta. El centro reabrirá sus puertas el martes 3 de noviembre tras decretarse su cierre el pasado 15 de marzo por la covid-19.

Casi a la par que comenzaba el gobierno del general golpista Franco, el venezolano promulgó la Ley de Actividades de Extranjeros en el Territorio Nacional. Y así, la primera institución vasca creada en Venezuela, la Asociación de Socorros Mutuos, fue legalizada bajo esa norma. Sin embargo, ponía coto a otro tipo de actividades y, por ejemplo, restringía la exhibición de escudos y símbolos políticos extranjeros. Quizá por todas esas circunstancias la legalización definitiva del primer centro vasco de Venezuela se retrasó casi dos años.

Sin embargo, mientras los refugiados de Euskadi buscaban empleo y cómo prosperar en Caracas, personas claves como Blas de Gárate, Triki Azpiritxaga, Jon Oñatibia y Ángel Aznar echarían toda la carne al asador para cimentar un centro de encuentro comunitario. Corría 1941, y las reuniones se hacían en el bar Santa Capilla, mesas que fueron testigo de los primeros estatutos. De allí pasaron al Txoko, un restaurante. El 7 de octubre de 1941, la Junta Directiva del Centro Vasco acordó alquilar una casita en Cipreses a Velázquez, número 9. Su primera sede. Ocho años después, la comunidad se decidió por un terreno en la urbanización de El Paraíso.

El día 3 de julio, se constituyó una ponencia financiera formada por Gonzalo de Aranguren, Julián de Lizarralde, Miguel Pelay, Florentino Urarte, Adrián de Zalutregui, Juan de Urbistazu, Ilari Ariño, José Estornés Lasa, Antxon Larrañaga y Juan de Iturri. De ahí nació el conocido como caserío, toda una institución en la ciudad de tres millones de habitantes.

Este baserri caraqueño fue diseñado y construido por uno de los refugiados vascos llamado Miguel Salvador, quien había llegado en el primer grupo de vascos en el barco que atracó en Venezuela a bordo del barco Cuba en 1939. El presidente de la Caracasko Eusko Etxea, Ibane Azpiritxaga, detalla a DEIA que este inmueble de arquitectura neovasca "es la máxima obra del vascofrancés. Él diseñó, además, muchos edificios de ese mismo estilo aquí en Caracas. El mobiliario y el salón están intactos desde 1950", detalla el nieto del histórico durangués Triki Azpiritxaga.

El 14 de octubre, se colocó la primera piedra. Fue bendecida por el arzobispo Monseñor Lucas Castillo y con actuación del coro Pizkunde. Los discursos corrieron a cargo de José de Elguezabal, primer presidente del centro; Luis Bilbao, delegado del Gobierno vasco, y del lehendakari José Antonio Aguirre, que había enviado una grabación con tal motivo.

"Mucho tenemos que agradecer a todos aquellos gudaris que hoy son el orgullo de nuestra casa y a quienes les debemos la propia vida, institucional y humanamente", precisa Azpiritxaga y va más allá en su aportación: "A nuestros fundadores, mucho se les puede decir. Nos quedan vivas sobre todo mujeres que fueron testigo de todo ello. A todas y todos les debemos nuestra razón de ser en la capital venezolana, siguiendo por formar familias que mantienen vivas las tradiciones en cada rincón al que van".

Y la junta directiva no se queda en las palabras que lo aguantan todo sobre papel. "Por ello, próximamente nos encontramos ya en fase de preapertura de un centro de día para personas mayores y dependientes, donde buscamos retribuirles a todas aquellas que contribuyeron en el crecimiento de la hermosa familia vasca en esta capital caribeña lo hecho a lo largo de su vida. Qué mejor forma de hacerlo que en casa, con los colegas", enfatiza Ibane.

Todo ello porque, hace setenta años, incluso la prensa de la capital se hizo eco del evento. El tabloide La Esfera publicaba: "Ninguna de las colonias extranjeras ha tomado una iniciativa de la índole que ahora toman los vascos". En El Universal informaban: "Por su manera de actuar entre nosotros, laboriosa, honesta, decididamente útil, debemos considerar como valioso aporte a nuestras actividades humanas la presencia en Venezuela de un nutrido grupo de vascos".

El 5 de diciembre de 1949, la junta primigenia acordó invitar al lehendakari José Antonio de Aguirre a la inauguración de la nueva sede. Así, el 2 de marzo de 1950, Aguirre y Jesús de Galíndez, delegado vasco en Nueva York, llegaban a Venezuela. En el aeropuerto de Maiquetía fueron recibidos por el delegado Luis Bilbao; el presidente del centro, José de Elguezabal, y Gonzalo de Aranguren.

Al día siguiente, Aguirre ofrecía una rueda de prensa. Coincidiendo con el Aberri Eguna, comenzaban los actos inaugurales. En estos, participaron, además, Joseba de Rezola y Andoni de Arozena, acompañados por el arpista Nicanor Zabaleta. El día 12, coincidiendo con la jornada de clausura, se plantó un retoño del árbol de Gernika. De aquel modo, se constituyó el primer centro social de una comunidad que construyó un espacio para desarrollar todas las actividades propias de la cultura vasca en Venezuela y que el martes 3 de noviembre volverá a abrir sus hospitalarias puertas.

"Por la situación actual, celebraremos el aniversario el próximo año", lamenta el presidente de la eusko etxea que emplea a una docena de personas. El centro oferta una piscina de 25 metros, una cancha de fútbol sala, dos frontones (uno de 36 metros y otro corto), un txoko y un parque infantil. El caserío, además, ofrece restaurante, teatro y biblioteca. El terremoto que asoló Caracas en 1967 y que acabó con la vida de vascos exiliados, como la casa de Juntas de Gernika en el bombardeo nazi, no sufrió sus consecuencias.

El 2 de marzo de 1950 el lehendakari Aguirre acudía a Caracas para, un día después, participar en los actos de inauguración del centro