Todo marcha según lo previsto, sin alteraciones en los plazos que se habían fijado como intención preferente desde el PNV y el PSE. La comisión que estudia si los parlamentarios están inmersos en alguna situación incompatible con su cargo se reunió ayer para examinar las declaraciones de actividades y redactar un dictamen, que será aprobado, tal y como se esperaba, este jueves en el pleno del Parlamento Vasco. Al término de esa sesión llegará uno de los momentos más esperados desde las elecciones del 12 de julio: la presidenta del legislativo, la jeltzale Bakartxo Tejeria, convocará la sesión de investidura para el 3 de septiembre. PNV y PSE esperan llegar a ese pleno del 3 de septiembre con un acuerdo cerrado, y su mayoría absoluta les va a permitir investir a Iñigo Urkullu para un tercer mandato en primera votación si todo sigue marchando según lo previsto y si cuaja el acuerdo. La jura del cargo en la Casa de Juntas de Gernika tendría lugar el 5 de septiembre sin opciones para la sorpresa, incluso aunque se disputara la elección con Maddalen Iriarte, de EH Bildu.

LOS NÚMEROS

PNV y PSE lograron en las elecciones del 12 de julio la mayoría absoluta que no obtuvieron en 2016 por un solo escaño. Esta vez, los socios han desbordado holgadamente la cifra mágica de los 38 representantes, con un total de 41 (31 del PNV y diez socialistas). Esta situación les permite acortar más si cabe los plazos para la investidura y evitar que se produzcan dos votaciones. El reglamento contempla que sea elegido lehendakari quien obtenga la mayoría absoluta en una primera votación y, si no lo consigue, se debe intentar una segunda, donde ya basta la mayoría simple. La idea de PNV y PSE ha sido que la investidura sea rápida y tenga lugar en la primera semana de septiembre, de manera que no se vaya más allá de los plazos habituales de dos meses desde los comicios.

No se van a llegar siquiera a agotar esos dos meses desde los comicios, aunque finalmente no se va a producir una investidura exprés a finales del mes de agosto, un horizonte que en un primer momento no estaba del todo descartado pero que en las últimas jornadas ha ido perdiendo peso en favor de una proclamación el 3 de septiembre tras amarrar al máximo un programa de gobierno donde no se quiere dejar nada al azar. PNV y PSE quieren asegurar la sintonía y la estabilidad en un momento crítico por el coronavirus.

La candidatura de Maddalen Iriarte lograría, en el mejor de los casos, sumar el respaldo de Elkarrekin Podemos-IU, aunque ni siquiera en ese supuesto lograría sobreponerse a la mayoría absoluta de PNV y PSE, y tampoco a los votos que tiene en solitario el propio grupo jeltzale, que con su sola bancada ya supera los votos que puedan reunir los grupos de Iriarte y Gorrotxategi. No es posible una sorpresa por parte del PSE, que tiene claro que la opción preferente es el acuerdo con el PNV y no ha llevado a cabo ninguna negociación paralela. El discurso de EH Bildu sobre el pasado violento de ETA y sus resistencias a condenar los ataques que sufrió la propia Idoia Mendia en el portal de su vivienda particular hacen inviable una alianza en el corto plazo. EH Bildu tiene la mirada puesta en las elecciones previstas para dentro de cuatro años.