BILBAO - Con la negociación con Unidas Podemos en punto muerto y la amenaza cada vez más latente de unas nuevas elecciones, en el PSOE existe preocupación. Pero no es la repetición de los comicios lo que más se teme en Ferraz, sino que Pablo Iglesias renuncie a pactar un acuerdo de legislatura y opte por prestar sus votos a Pedro Sánchez en la investidura para después pasar a la oposición, propiciando la formación de un débil Ejecutivo socialista, sustentado únicamente en 123 escaños.

Un movimiento de última hora de los morados en esa dirección sería por tanto el peor escenario para un PSOE que ve cómo la batalla por el relato se le puede escapar de las manos. Si Podemos cede sus votos a cambio de nada para la reelección de Pedro Sánchez, los socialistas tendrían sobre sí una gran presión para convocar el segundo pleno de investidura, aunque ello conlleve gobernar después en clara minoría. Si en cambio optan por ir a elecciones a pesar de contar con los votos necesarios para la investidura, Sánchez se quedaría sin argumentos en campaña al no poder acusar de bloqueo a los de Iglesias.

Por el momento, la consigna en Ferraz es que no puede repetirse bajo ningún concepto un Gobierno sin apoyo parlamentario suficiente, que podría caer en meses tal y como ocurrió en la pasada legislatura. Los socialistas quieren agotar los cuatro años de mandato y que no se repita lo del pasado mes de febrero, cuando Pedro Sánchez se vio obligado a adelantar las elecciones generales por falta de apoyo parlamentario.

En esa línea se pronunció ayer el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que rechazó los “votos gratis” en una investidura y subrayó que la prioridad es “cerrar un acuerdo programático”. La portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, secundó la misma tesis al defender que, de producirse la reelección de Sánchez, sea de la mano de un pacto con Podemos para un Ejecutivo “estable”.

Por su parte, en la formación morada evitaron pronunciarse sobre la posibilidad de prestar sus votos a cambio de nada y volvieron a “tender la mano” para un gabinete bicolor. A este respecto, su líder Pablo Iglesias confía en que “en el último momento” los socialistas rectifiquen y den luz verde a una coalición como la que ofrecieron en julio. En una entrevista al canal ruso RT, Iglesias defendió que se lo ha puesto “muy fácil” al PSOE con su paso atrás y dijo que no pueden “moverse” más en las cesiones.

Mientras tanto, los dos equipos negociadores vuelven a reunirse a partir de esta mañana sin demasiado optimismo y mientras el calendario sigue corriendo. Si no hay avances importantes a lo largo de esta semana será difícil evitar las elecciones, teniendo en cuenta que la fecha límite es el 23 de septiembre. A partir del lunes 16 podría ser tarde ya para intentar un acuerdo ya que, previamente a una convocatoria del pleno de investidura, tendría que celebrarse la ronda de consultas del rey Felipe VI con los grupos parlamentarios.

líneas rojas Si hay voluntad real de evitar la repetición de elecciones en noviembre, tal y como los dirigentes políticos juran y perjuran, o el PSOE o Unidas Podemos tendrá que ceder en sus líneas rojas en algún momento de la negociación. Es decir, o los socialistas aceptan volver a los postulados de julio y que Podemos se incorpore a un Ejecutivo en coalición, o los morados tendrán que renunciar a dicha premisa y conformarse con un acuerdo programático.

Si nada de eso ocurre, podría darse la tercera vía que cobra fuerza y que llevan tiempo defendiendo algunos sectores de Podemos: el respaldo táctico a Pedro Sánchez en la investidura a cambio de nada. Con esto, los morados se ahorrarían acudir a unas nuevas elecciones en situación de debilidad y, a la par, evitarían el lastre de tener que sostener parlamentariamente a un Gobierno socialista en el que no tendrían presencia ministerial. Sánchez, por su parte, se vería abocado otra vez a tener que negociar y pactar una a una todas las medidas que quiera sacar adelante en su mandato, un vía crucis que ya vivió y quiere evitar a toda costa.