Donostia - Horas después de naufragar en el Congreso de los Diputados, el presidente español en funciones, Pedro Sánchez, abrió la puerta en televisión a la posibilidad de volver a intentar su investidura, un extremo que la vicepresidenta en funciones y jefa del equipo negociador del PSOE, Carmen Calvo, reiteró ayer con una novedad: la propuesta de un gobierno de coalición con Unidas Podemos no está sobre la mesa. “Esa vía está cerrada”, sentenció Calvo, que volvió a apelar al PP y a C’s para que “hagan el trabajo que les corresponde por su país”.

“El presidente se ha reunido con Pablo Iglesias muchas veces, pero él no ha querido hablar de programa ni de contenido”, reprochó al líder morado Carmen Calvo, quien tras descartar incluir a este partido en el próximo ejecutivo, llamó a analizar vías como la portuguesa o la danesa, en la que el gobierno monocolor es sostenido por otras fuerzas de izquierdas en los parlamentos tras “explorar el programa de elementos en los que converjamos”.

El PSOE vuelve a ganar tiempo, consciente del juego de equilibrios internos tanto de Iglesias dentro de su coalición como incluso en las filas del PP. El bloque morado no es uniforme y si algunas voces de Izquierda Unida habían presionado para facilitar la investidura de Sánchez en segunda votación, ayer la coordinadora general de la formación de Alberto Garzón emitió un comunicado en el que emplazó al grupo parlamentario morado a “exigir un acuerdo en torno a las bases programáticas” que guiaron el acuerdo presupuestario entre PSOE y Unidas Podemos, “aun en el supuesto de que no existiera acuerdo para constituir un gobierno de coalición con el PSOE, con el fin de evitar una nueva repetición electoral”.

Si en la medida en que se acerque el final de la cuenta atrás -el 23 de septiembre- no hay vía de progreso, Calvo empezó a poner el foco en el PP y Ciudadanos. Descartó una gran coalición con los populares -“son el partido mayoritario del campo de la derecha, nuestro adversario natural”, dijo-, pero tampoco descartó que el PP imite al PSOE de 2016 -que provocó la salida de Pedro Sánchez- y ofrezca varias abstenciones con las que evitar la convocatoria electoral el 10 de noviembre. Una sugerencia “indignante”, en palabras del líder del PP, Pablo Casado, el mismo día en el que el PSN selló un acuerdo para Nafarroa.

Por de pronto, habrá un nuevo intento de investidura de Pedro Sánchez, que en calidad de presidente en funciones se reunió ayer con el rey Felipe VI. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, también se reunió con el jefe del Estado, a quien le trasladó el resultado de las votaciones, 124 votos a favor, 155 en contra y 67 abstenciones.

A través de un comunicado oficial, la Casa del Rey anunció que el monarca no abrirá una ronda de contactos con los portavoces parlamentarios “de manera que las formaciones políticas puedan llevar a cabo las actuaciones que consideren convenientes”. Aun así, antes de que acabe el plazo que establece el artículo 99 de la Constitución, Felipe de Borbón tiene intención de abrir una nueva ronda de consultas.

En funciones Como un aviso a Unidas Podemos, el PSOE machacó durante semanas con que solo habría un intento de investir a Pedro Sánchez y que este sería en julio. Pues bien, al igual que Sánchez en Telecinco la noche del jueves, en su comparecencia de ayer -que por su contenido central bien pudo celebrarse en la sede socialista de Ferraz y no en La Moncloa- Calvo introdujo un matiz a tener en cuenta las próximas semanas: “El Gobierno no quiere estar en funciones cuando se dicte la sentencia del procés”.

Los horizontes temporales que se manejan en el Tribunal Supremo apuntan a que el fallo podría llegar a la vuelta del verano, lo que significa que si ni Sánchez, ni ningún otro aspirante lo intenta antes del 23 de septiembre, el actual Ejecutivo continuaría en funciones hasta después de las elecciones del 10 de noviembre. En otras palabras, hasta comienzos de 2020. De momento, anunció Calvo, los ministros no se irán de vacaciones en agosto porque “hay que aprovechar el tiempo” tras el fracaso de la investidura.

Las palabras de Calvo tuvieron desde Unidas Podemos la misma reacción que Iglesias la víspera en el Congreso, calma como si no hubiera pasado nada. La portavoz adjunta de Unidas Podemos, Ione Belarra, volvió a ofrecer “la mano tendida para construir un gobierno de coalición con lealtad y seriedad”. El diputado vasco Roberto Uriarte deslizó ayer la idea de nombrar intermediarios entre ambas formaciones para engrasar un acuerdo.

Si Unidas Podemos se encuentra a kilómetros de distancia del PSOE porque quiere un gobierno de coalición que Sánchez ya da por descartado, los socialistas tampoco sintonizan ni con PP ni C’s, que rechazan facilitarle la investidura.

“Es indignante que pretenda que facilitemos el gobierno a quienes pactan con Bildu”, cargó Pablo Casado contra Sánchez, tras el acuerdo de ayer en Nafarroa, en el que, pese a la declaración del líder del PP, no se incluye a EH Bildu. Un sentir generalizado en la formación popular, aunque tiene matices en voces relevantes como la del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, que abrió la puerta a que su partido analice una propuesta de investidura si Sánchez renuncia a pactar con Podemos y los independentistas.