BILBAO. La celebración institucional del Dos de Mayo, festividad de la Comunidad de Madrid, se convirtió ayer en una foto fija de la situación política en España. A apenas un mes de las elecciones autonómicas, municipales y europeas, y tan solo cinco días después de las generales, los fastos en la Real Casa de Correos supusieron el pistoletazo de salida oficial a los comicios del 26 de mayo, al tiempo que sirvieron para seguir valorando los resultados del pasado domingo, que cambiaron de forma radical el mapa político en el Congreso y el Senado. En este sentido, el presidente del PP, Pablo Casado, y la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, coincidieron en achacar los adversos resultados cosechados por el partido a la herencia de Mariano Rajoy.

El PP alcanzó el domingo el suelo electoral de los tiempos de Alianza Popular y Manuel Fraga como presidente de la formación, al pasar de 137 a 66 diputados y perder casi la mitad de su electorado. A su llegada al inmueble situado en la Puerta del Sol, Casado echó balones fuera y alegó que llevan perdiendo apoyos electorales desde hace ocho años, por lo que “esto no es una cosa que sea imputable a estas últimas elecciones generales”.

“Perdimos un tercio de los electores en 2015, recuperamos un poco en la repetición de elecciones y ahora hemos tenido una pérdida con un resultado muy malo”, aseveró en referencia a las dos últimas legislaturas con Rajoy al frente del PP y del Gobierno español, hasta la moción de censura que le expulsó de Moncloa hace cerca de un año. Agregó que “las causas, como decía José Manuel García Margallo en el Comité Ejecutivo, son esa triple C: crisis económica, casos de corrupción y la situación en Cataluña, como ha pasado en otros países europeos y en otros partidos de nuestra familia política en toda Europa y en el hemisferio norte”.

Si bien es cierto que Casado ha tenido que bregar con la laxitud demostrada por Rajoy respecto a los casos de corrupción que han asolado a su partido -y que motivaron la moción de censura en la que el socialista Pedro Sánchez salió triunfante- y la crisis catalana, fue el propio expresidente popular el que tuvo que bregar con el periodo más duro de la crisis. Aplicando, eso sí, medidas de ajuste que provocaron una importante contestación social.

Pese a criticar ayer la labor de su predecesor, Pablo Casado ha vuelto su mirada hacia el marianismo, es decir, las posiciones de centro, tras asumir que el giro a la derecha que imprimió para competir de forma directa con Vox se ha saldado con un fracaso histórico. En el Comité Ejecutivo Nacional del martes, el presidente popular ya dio muestras de este cambio de marcha: se refirió por primera vez a Vox como partido de extrema derecha y relegó a Javier Maroto de las tareas de coordinación de las próximas campañas tras el fiasco del 28-A. Movimientos, eso sí, motivados por la presión de los barones autonómicos del PP, muchos de los cuales tachan de fallida la estrategia desplegada a tenor de los 3,7 millones de votos que se han quedado por el camino.

“Patada a Vox en mi trasero”

Una de las figuras más destacadas de los líderes autonómicos del PP fue Esperanza Aguirre, presente ayer en los actos del Dos de Mayo como expresidenta de la Comunidad de Madrid. De hecho, fue una de las protagonistas destacadas de la jornada, dada la actualidad candente en torno a su partido y su querencia a pronunciarse con franqueza ante todos los micrófonos que se le pongan por delante. De este modo, coincidió con Pablo Casado al asegurar que la “desbandada de votos” que ha afectado al PP comenzó con Rajoy, cuando, según ella, aseguró que si alguien se quería ir al partido liberal o al conservador, que se fuese.

En opinión de la expresidenta madrileña, ese era un mensaje que iba dirigido a ella. “Yo no me fui; otros le han hecho caso y se han ido”, apostilló. Es conocida la animadversión que existe entre Aguirre y Rajoy, que se remonta al momento en el que la lideresa, junto al expresidente español José María Aznar, trataron de descabalgarle de la presidencia del PP. Fue en el convulso congreso que el partido celebró en Valencia en 2008, en el que Rajoy se zafó de sus críticos y consiguió perpetuar su liderazgo.

Aguirre insistió ayer en que “los culpables somos todos los que formamos el PP, que no hemos sido capaces de frenar la desbandada que no ha empezado ahora”. Aseguró que el PP siempre se mantuvo “en el centro”, en lo que coincidió con Pablo Casado, cuando en su análisis postelectoral negó haber impulsado un giro a la derecha.

Aguirre repartió para todos y también le dedicó un tirón de orejas al líder estatal de su partido afirmando que “ha querido dar una patada a Santiago Abascal en mi trasero”, cuando dijo que el presidente de Vox ha estado “cobrando de fundaciones, chiringuitos y mamandurrias hasta antes de ayer”. Abascal, exparlamentario del PP vasco, dirigió en su última etapa la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social de la Comunidad de Madrid, extinguida en 2013, durante el mandato de Aguirre. Casado dijo el martes que el líder de Vox le debe “mucho” al PP, ya que ha estado “cobrando de fundaciones, chiringuitos y mamandurrias, como él dice”.