Una huelga general indefinida convocada por sindicatos y estudiantes busca desde ayer “parar la economía” de Birmania como medida de presión contra la junta militar que dio un golpe de estado el 1 de febrero, mientras continúa la brutal represión de las protestas en favor de la democracia que ayer provocó al menos tres muertos.

Las tiendas, bancos y fábricas de Rangún, la mayor ciudad del país, cerraron ayer tras el llamamiento de huelga de 18 sindicatos porque “continuar con los negocios como de costumbre y retrasar una huelga general solo beneficiará a los militares mientras reprimen al pueblo de Birmania”.

“Ahora es el momento de tomar acciones en defensa de nuestra democracia”, apunta la convocatoria de las 18 organizaciones sindicales, cuya acción se sumó a las protestas que desafían a diario la violencia de las fuerzas de seguridad, causantes de más de 50 muertes desde el golpe de estado del 1 de febrero.

El movimiento de desobediencia civil, impulsado al principio por trabajadores sanitarios, comenzó días después del levantamiento militar y desde entonces se ha extendido por todos los sectores y ha conseguido prácticamente que la Administración deje de funcionar.

“Los trabajadores de Birmania están preparados para tomar acciones que protejan la democracia y salven de la dictadura a las futuras generaciones”, remarca el llamamiento de los sindicatos. Las huelgas del movimiento de desobediencia civil que han seguido un tercio de los trabajadores de la Administración, según las plataformas convocantes, y que están debilitando de manera considerable la economía, se consideran una de la armas más poderosas de la población para desestabilizar el poder del Ejército.

Los militares se hicieron con el control del país tras detener hace 37 días a parte del Gobierno, incluida la líder electa y premio nóbel de la paz Aung San Suu Kyi, con la excusa no probada de un fraude electoral en las elecciones del pasado noviembre, a pesar de que los observadores internacionales no detectaron ninguna irregularidad en unos comicios donde el partido Liga Nacional para la Democracia arrasó.

Desde entonces, la junta militar ha incrementado las medidas de coacción contra los trabajadores y funcionarios que deciden no ir a trabajar y la noche del domingo se realizaron redadas nocturnas con multitud de detenciones.

Los soldados ocuparon además por la fuerza al menos seis hospitales y varias universidades en Rangún, la antigua capital y ciudad más poblada, donde por la noche se vivieron escenas de tensión y pánico por el cerco policial a cientos de jóvenes manifestantes bloqueados en una zona del distrito de Sanchaung, en el centro.

Las fuerzas de seguridad bloquearon todas las salidas y dispararon en repetidas ocasiones mientras los manifestantes reclamaban a gritos que les dejaran salir. La tensión y la incertidumbre sobre lo que estaba sucediendo llevó a las embajadas de la Unión Europea, Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá a pedir al Ejército y a la Policía que permitieran a los cientos de manifestantes, en su mayoría jóvenes, abandonar la zona y volver a sus casas.

En los enfrentamientos, tres personas murieron ayer por disparos de la Policía delante de una iglesia católica durante una protesta en la ciudad de Myitkyina, en el norte, y otra falleció en una manifestación en Pyapon, mientras varias resultaron heridas, algunas de gravedad en diferentes lugares del país.

OCUPACIÓN DE HOSPITALES

Los sanitarios, primeros huelguistas. Los militares birmanos han ocupado por la fuerza al menos seis hospitales en respuesta a la resistencia de los sanitarios, el primer sector en hacer huelga antes de la general iniciada ayer. Los soldados habían tomado en una serie de redadas en la noche del domingo media docena de hospitales de Rangún, la antigua capital y ciudad más poblada, y además habrían ocupado otros centros en las ciudades de Mandalay, Monywa y Taunggyi, según la ONG Physicians for Human Rights.