Las autoridades bielorrusas detuvieron ayer a dos miembros del Consejo coordinador opositor, cuya líder, Svetlana Tijanóvskaya, mantuvo por primera vez consultas en el exilio con representantes de EE.UU.

Según informó la oposición, la opositora Olga Kovalkova y el sindicalista Serguéi Dilevski son acusados de organizar acciones masivas no autorizadas en la fábrica de tractores de Minsk, en referencia a sus llamamientos a la huelga contra el presidente, Alexandr Lukashenko. Ambos son miembros del presidium del Consejo coordinador creado por la oposición bielorrusa para el traspaso pacífico del poder y contra el que la Fiscalía abrió la pasada semana una causa penal por intentar tomar el poder en el país.

Kovalkova, una de las opositoras más activas desde el exilio en Lituania de su líder, aseguró dos días antes de su detención de que “es una cuestión de tiempo que la oposición gane al pulso a Lukashenko”. “De Lukashenko no esperamos nada. Nunca demostró la voluntad de dialogar con su pueblo. Mientras no se vaya, los bielorrusos seguirán protestanto pacíficamente”, dijo.

Kovalkova aseguró que la oposición sí confía en “muchos altos funcionarios”. “Instamos al sistema a abrir un diálogo a todos los niveles, federal y local”, precisó.

Advierte de que, si ese diálogo no prospera, la crisis se agravará, tanto política como económicamente. “Y la responsabilidad recaerá exclusivamente en Lukashenko”, dijo la opositora, que fue trasladada ayer al centro de reclusión de Okrestina.

Además, el Comité de Instrucción citó ayer la premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, en el marco del caso penal por la creación del Consejo coordinador de la oposición. Alexiévich, una de los siete miembros del Consejo y conocida por sus críticas a Lukashenko, apoyó desde el primer momento las protestas antigubernamentales, comunicó que acudirá el viernes a declarar.

También fueron citados la jurista Lilia Vlásova y Pável Latushko, antiguo ministro de Cultura (2009-12) que fue despedido como director del Teatro Académico Nacional por apoyar las protestas.

Al respecto, Kovalkova reconoció que algunos miembros del Consejo habían abandonado sus filas debido a las presiones del Gobierno. Mientras, Tijanóvskaya se reunió en Vilna con el subsecretario de Estado norteamericano, Stephen Biegun, al que agradeció el apoyo de EE.UU. al pueblo bielorruso y a sus demandas de cambio democrático.

Tijanóvskaya explicó a Biegun que las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto no fueron “ni libres ni justas”. La opositora subrayó que sus partidarios están abiertos el diálogo y abogan por un “arreglo pacífico” a la crisis que estalló con las protestas poselectorales. Además, llamó a todas las potencias a respetar la soberanía e integridad territorial de Bielorrusia.

Por su parte, Biegun condenó la violación de los derechos humanos y el uso de la fuerza contra la población bielorrusa, al tiempo que pidió la liberación de los presos políticos. Mientras, el Kremlin y la Cancillería rusa expresaron ayer su preocupación por la interferencia en Bielorrusia, en clara alusión a Occidente, a quien acusan de intentar lavar una cuña entre Moscú y Minsk.

Lukashenko llegó el domingo en helicóptero y fusil en mano al Palacio de la Independencia, residencia presidencial oficial, en medio de las protestas de la oposición en las inmediaciones del lugar. El presidente bajo de un helicóptero con chaleco antibalas, gorra y un fusil Kalashnikov sin cargador en la mano.

- Dos explosiones en Jolo, capital de Sulu -al sur de Filipinas-, dejaron ayer lunes al menos 15 muertos y 75 heridos en lo que parece un doble atentado de los yihadistas de Abu Sayyaf, que ya perpetraron un letal ataque similar en la catedral de esa ciudad en enero de 2019.

Entre los fallecidos hay siete militares, un policía y seis civiles, además de la presunta atacante suicida, aún por identificar, que hizo detonar la segunda bomba, según el recuento de la Policía y el Ejército en Sulu. Los heridos ascienden a 21 soldados, 6 policías y 48 civiles, según las autoridades, que han atribuido el atentado a Abu Sayyaf, que en 2014 juró lealtad al Estado Islámico (EI), aunque todavía nadie lo ha reivindicado.

La primera explosión tuvo lugar alrededor del mediodía en una céntrica plaza de Jolo, al estallar una motocicleta situada cerca de donde un camión del Ejército repartía alimentos, la segunda se produjo una hora después a unos 70 metros, cuando la policía acordonaba la zona.

“De momento, el número definitivo de víctimas está por determinar. La investigación trata de identificar a los sospechosos”, señaló el jefe de la Policía Nacional, Archie Gamboa.

Aunque la presencia de Abu Sayyaf en el resto del Mindanao Musulmán es cada vez más reducida, se estima que hay unos 300 efectivos de Abu Sayyaf en el aislado archipiélago de Sulu. En enero de 2019, terroristas extranjeros apoyados por Abu Sayyaf hicieron estallar dos bombas en la catedral de Jolo durante la misa dominical, atentado en el que murieron 23 personas.