El presidente ruso, Vladímir Putin, aprobó hoy la nueva doctrina de disuasión nuclear del país, que tiene un carácter defensivo, aunque el Kremlin se reserva el derecho a un ataque con armamento nuclear en caso de agresión exterior o amenaza a la supervivencia del Estado.

"La decisión sobre el empleo de armas nucleares la toma el presidente de Rusia", señala el documento publicado hoy y que no refrenda el derecho a un ataque nuclear preventivo.

El documento, que incluye los principios de disuasión nuclear y las amenazas para la seguridad de la Federación Rusa, entre las que figuraría la OTAN, plantea las condiciones en las que Rusia recurriría a las armas nucleares.

ATAQUE NUCLEAR EN CASO DE AGRESIÓN EXTERIOR

Entre ellas figura el empleo por parte del enemigo de armas nucleares u otro tipo de armamento de destrucción masiva contra territorio de Rusia o de sus aliados o acciones contra instalaciones estatales o militares vitales para el país que le hagan perder el control sobre el mando nuclear.

Una agresión exterior con el uso de armamento convencional que amenace "la existencia misma del Estado" también sería motivo suficiente para una respuesta nuclear.

Además, Rusia recurriría a armas atómicas en caso de recibir información fidedigna sobre el lanzamiento de un misil balístico contra territorio de Rusia o sus aliados.

Al mismo tiempo, el documento subraya que Rusia ve las armas nucleares "exclusivamente como un medio de disuasión" y toma todas las medidas necesarias para reducir la amenaza nuclear y prevenir un agravamiento de las relaciones internacionales que pueda provocar conflictos, incluido nucleares.

POLÍTICA DE DISUASIÓN DE CARÁCTER DEFENSIVO

"La política estatal en el ámbito de la disuasión nuclear tiene un carácter defensivo", subraya. El documento insiste en que el objetivo del arsenal nuclear es "garantizar la defensa de la soberanía y la integridad territorial del Estado" disuadiendo a los hipotéticos enemigos "de una agresión contra Rusia o sus aliados".

Entre las amenazas que justificaría dicha política de disuasión nuclear figuran el aumento del potencial militar del enemigo cerca de sus fronteras terrestres o marítimas.

En el caso de un país que considere a Rusia como un enemigo potencial, se vería como una amenaza el despliegue en su territorio de sistemas de defensa antimisiles, misiles balísticos y de crucero de medio y corto alcance, armas hipersónicas, drones equipados con armamento, además de armas de energía dirigida.

La doctrina nuclear rusa ve también como un peligro la sola posesión por un país de armamento nuclear que puede ser utilizado contra Rusia, la proliferación de dicho armamento y de la tecnología y equipos para su fabricación, y el emplazamiento en el espacio de sistemas militares ofensivos y defensivos.

CONTENCIÓN NUCLEAR DE BLOQUES MILITARES

Rusia destaca que la estrategia de contención nuclear estará dirigida contra algunos países y coaliciones militares que ven a Rusia como un potencial enemigo y poseen tanto armamento nuclear como armas de destrucción masiva y un importante armamento convencional.

Al respecto, Rusia también concede especial atención al emplazamiento en territorio de otros países de armamento ofensivo que puede ser utilizado contra Rusia y sus aliados.

En los últimos años, Rusia ha acusado a la OTAN de incrementar su presencia militar y el despliegue de armamento cerca de sus fronteras, desde los tres países bálticos hasta Polonia, Rumanía y Bulgaria, elementos estratégicos que Moscú considera una amenaza directa para su seguridad.

En 2018, Putin presentó nuevo armamento nuclear e hipersónico con "alcance prácticamente ilimitado" y que convierte en "inútil" el escudo antimisiles de EEUU, en un intento de mantener la paridad y el equilibrio estratégico con Washington.

Precisamente, en diciembre del pasado año presidió la puesta en servicio del primer misil hipersónico intercontinental, el sistema estratégico Avangard, llamado "el arma del futuro" por el propio jefe del Kremlin.

La entrada en servicio de estos misiles coincide además con el pulso entre el Kremlin y la Casa Blanca sobre la suerte del último tratado de desarme en vigor entre ambas superpotencias, el tratado de reducción de armas estratégicas, START III, que expira en 2021.

Putin se ha ofrecido para prolongar la vigencia de dicho tratado sin condiciones, pero la Administración del presidente de EEUU, Donald Trump, no ha mostrado interés en prorrogarlo.