Madrid - Las organizaciones de la sociedad civil presentes en la XXV Cumbre del Cambio Climático (COP25) celebraron ayer un plenario alternativo al oficial para reclamar “justicia climática” y que terminó con una cacerolada.

En el Pabellón 10 de la zona Azul de Ifema (área de los negociadores) entre los dos plenarios principales en los que se reunían las delegaciones de los casi 200 países presentes en la Cumbre, unas 200 personas llevaron a cabo su asamblea gritar contra los países “contaminadores y ricos” que están bloqueando el progreso en las negociaciones climáticas.

La sociedad civil se ha unido en este acto porque considera que en la COP25, a diferencia de otras citas anteriores, casi todos los asuntos significativos están estancados o en retroceso por culpa de los países ricos y más contaminantes. “Lo que está pasando en la COP25 no casa con el momento o espíritu de los movimientos sociales a lo largo del mundo demandando acción”, señalan los organizadores.

Uno a uno el presidente alternativo fue dando la palabra a las ‘partes alternativas’ que, sentadas en el suelo, criticaron entre otras cosas, la falta de ambición y los mercados globales de carbono.

“Nuestras vidas y nuestras tierras no están en venta”, exclamaba Lindsey Bacigal (Indigenous People’s Caucus), añadiendo que la COP25 ha fallado a la gente. Así, pidió que los pueblos indígenas sean escuchados porque son expertos en tierra y agua y los gobiernos los necesitan para sobrevivir. “Las empresas y los estados aún creen que con continua avaricia, insostenibilidad y poder colonial sobreviviremos de algún modo, pero no lo haremos”.

Acciones urgentes Por su parte, Bert de Wel (International Trade Union Confderation, Bélgica), denunció que se está desmantelando el Acuerdo de París, sin respetar a la ciencia, a los derechos humanos, la justicia social, la ambición y el compromiso de acción. Los activistas han reclamado acciones urgentes porque el impacto del cambio climático lo están sufriendo ya muchas personas, “muchas están muriendo ya”, ha denunciado un representante de Nueva Zelanda. - Efe