Finalmente, la Unión Europea aceptó un nuevo retraso del Brexit hasta el 31 de enero de 2020, una decisión que hizo que de nuevo una promesa de Boris Johnson se cayese por los suelos, tras llegar a prometer que prefería “morir en una zanja” a pedir un nuevo retraso del bloque común el 31 de octubre y que conseguiría hacerlo “de una u otra forma”.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, confirmó la “extensión flexible”, aceptando así la solicitud de Johnson, hecha por imposición del Parlamento y a regañadientes, para retrasar de nuevo la salida de Londres de Bruselas hasta que se resuelva el actual bloqueo legislativo en Westminster. Con este nuevo plazo se prevé la posibilidad de que Londres salga el 1 de diciembre o el 1 de enero, en caso de que el Parlamento británico ratifique el acuerdo de salida en noviembre o diciembre, respectivamente.

A la salida de la reunión, el negociador de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, comentó que la reunión de la diplomacia europea del lunes había sido “una reunión muy breve, eficiente y constructiva y estoy feliz de que se haya tomado la decisión”. Los embajadores de los 27 países que forman la UE tomaron la decisión durante una nueva reunión, tras no lograr la semana pasada una postura unánime. De hecho, países como Francia defendían que este nuevo cambio fuese “técnico” y que durase lo menos posible.

Desde la oficina del líder francés, Emmanuel Macron, reconocían que Francia había trabajado todo el fin de semana para insistir en condiciones muy claras y por escrito dejando claras las condiciones bajo las que permitían la extensión del Brexit al Reino Unido.

En un primer momento, Francia se había mostrado reacia a extender el plazo del Brexit más allá de su fecha programada para el 31 de octubre, pero la ministra de Asuntos Europeos, Amelie de Montchalin, reconoció que la posibilidad de celebrar elecciones en Reino Unido cambiaba por completo el escenario y también sugirió que Londres todavía puede dar marcha atrás y revocar el Artículo 50 con el fin de permanecer en la UE.

Según los términos de la extensión, el Reino Unido dispone ahora de tres meses para preparar su salida, pero puede irse en cuanto el acuerdo de retirada sea ratificado tanto en Westminster como en el Parlamento Europeo. Al acordar la extensión mediante un procedimiento escrito, que se completará el miércoles a más tardar, los líderes de la UE evitarán convocar una cumbre en Bruselas.

Fórmula obligada Sin embargo, la UE insistió en que no volverá a renegociar el acuerdo de retirada y recordó al Reino Unido que tiene “la obligación” de nombrar a un candidato para formar parte de la nueva Comisión Europea, que se espera que entre en funcionamiento el 1 de diciembre. Una fórmula obligada por la legislación, pero políticamente difícil de asumir, porque supone enviar a un candidato para ejercer sus funciones por un periodo extremadamente corto, y que además, Johnson no tiene ninguna intención de cumplir. Lo cierto es que estamos ante la tercera prórroga del Brexit que el Reino Unido pide a la UE por el bloqueo parlamentario y sin precedentes que se vive en Westminster. “Todos teníamos ganas de pasar a otra página. El compromiso es técnicamente muy correcto y políticamente muy razonable”, indicaron fuentes europeas. El coordinador del Brexit en el Parlamento Europeo, Guy Verhofstadt, tuiteó sobre esta promesa incumplida de Johnson de hacer el Brexit una realidad el 31 de octubre, día de Halloween, mostrándose aliviado de que “finalmente nadie murió en una zanja” y llamando a que este tiempo extra ofrezca a Londres un camino a seguir tras durar “demasiado tiempo” la incertidumbre.