Tallin - La noticia de que Rusia ha construido una nueva base militar para helicópteros en la isla de Gogland, en aguas del Golfo de Finlandia, fue recibida la semana pasada con sorpresa por los habitantes de Estonia y no ha hecho más que acrecentar los temores ante la creciente actividad militar rusa.

La nueva base permanente, que puede albergar día y noche a cinco helicópteros paralelamente, extiende el alcance de Rusia 180 kilómetros hacia el oeste y en un área que hasta el momento no estaba militarizada. El Golfo de Finlandia, el más oriental de los brazos del mar Báltico, limita al norte con Finlandia, al sur con Estonia y en su extremo oriental con la ciudad rusa de San Petersburgo. La isla de Gogland, con una superficie de 21 kilómetros cuadrados, está situada a 35 kilómetros de Kotka, la ciudad finlandesa más próxima hacia el norte, así como cerca de la costa norte de Estonia.

Recorrer la distancia que separa Gogland de Helskinki, capital de Finlandia, llevaría sólo unos minutos de vuelo, señalaba el pasado día 8 el diario finlandés Ilta-Sanomat, y lo mismo ocurre con la capital de Estonia, Tallin.

El interés por Gogland ya había crecido después de la visita del presidente ruso, Vladímir Putin, a la isla a finales de julio. El ministro de Defensa de Estonia, Jüri Luik, se apresuró a tranquilizar a los ciudadanos al señalar que el nuevo helipuerto en Gogland no altera significativamente el actual balance militar y agregó que Rusia ya cuenta en tierra firme con centenares de bases militares para helicópteros cerca de la república báltica.

“Con este helipuerto, (los rusos) garantizan que ni submarinos, ni barcos, ni aviones de la OTAN pueden acceder a la estratégicamente importante San Petersburgo”, dijo por su parte el general estonio retirado Ants Laaneots, citado por la radiotelevisión pública estonia ERR.

En declaraciones a Efe, el director del Centro de Investigaciones Estratégicas y Seguridad de la Academia Nacional de Defensa de Letonia, Janis Berzinó, señaló que la base en Gogland supone en todo caso una mayor amenaza para Estonia y Finlandia, pero no para Letonia, donde el nivel de alerta no se ve considerablemente alterado. Más relevante para Letonia y la vecina Lituania, así como para Polonia, es la región de Kaliningrado, enclave ruso en el mar Báltico, con un gran despliegue de armamento.

A pesar de que la nueva base militar de Gogland aparentemente no altera significativamente el balance táctico en la región, sí que refuerza la posición rusa como potencia naval y aérea dominante en la parte oriental del mar Báltico.

La noticia de esta nueva base militar llegó poco después de que Estados Unidos anunciara su decisión de poner fin al tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance (INF), cuyas implicaciones en materia de seguridad se harán notar sobre todo en el subcontinente europeo. Cuanto más se aproximaba la decisión de Washington de abandonar el INF, el semanario alemán Der Spiegel titulaba Sólo en unos pocos minutos a Berlín, al referirse a la intención del Kremlin de seguir con la construcción y el despliegue del sistema de misiles de crucero 9M729. El 9 de agosto llegaba la noticia de la explosión en el norte de Rusia, cerca de los países escandinavos, del prototipo atómico 9M730 Burevéstnik.

El 9M730, del que se dice que posee un alcance prácticamente ilimitado y podría ser incluso capaz de burlar sistemas de defensa antiaérea, es un misil de crucero dotado de propulsión nuclear desarrollado por las fuerzas armadas rusas.