Bilbao - Un posible boicot o gamberrada del alumnado podría poner a los pies de los caballos la credibilidad del informe PISA, la evaluación internacional que cada tres años mide el rendimiento del alumnado de 15 años de más de una treintena de países. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha decidido aplazar la publicación de los resultados de la prueba de lectura estatales y autonómicos porque ha visto cosas extrañas. La organización ha detectado un comportamiento de respuesta “inverosímil” por parte de los estudiantes que no refleja “su competencia real”. Es como si algunos adolescentes hubieran querido hacer mal el examen a propósito.

En concreto, la OCDE habla de respuestas “apresuradas” de 20 respuestas en 25 segundos, siguiendo “ciertos patrones”, como marcar sí o no en todo el cuestionario. Descartado el error técnico, la OCDE ha decidido no incluir los resultados de la prueba de comprensión lectora en el informe que se publicará el 3 de diciembre. Por tanto, hasta que no se esclarezca lo sucedido sólo se conocerá el rendimiento del alumnado en Matemáticas y Ciencias. El Ministerio de Educación y la OCDE ya se han puesto manos a la obra para “identificar las causas” de este comportamiento anormal detectado en determinados centros educativos de “cinco o seis” zonas del Estado, aunque no dijeron cuáles.

A celaá le parece “llamativo” El Departamento de Educación del Gobierno vasco tampoco aclaró si alguno de los 138 centros de Euskadi que realizó la prueba entre el 16 de abril y el 4 de mayo de 2018 se encuentra entre los que se han registrado las “anomalías”. Tampoco quisieron entrar a valorar la posibilidad de que los malos resultados se deban a un boicot organizado por el alumnado.

En 2018 la organización estudiantil Ikasle Abertzaleak (IA) llamó a plantarse contra el informe PISA y las reválidas derivadas de la ley Wert porque estas evaluaciones externas, decían, “no tienen valor académico”, provocan “una presión” innecesaria sobre el alumnado, generan “enfados” y “envidias” entre los compañeros y promueven “el individualismo”.

Esta campaña se acompañó de una Guía de insumisión en la que se facilitaba un argumentario y las pautas para desafiar la prueba de la OCDE y en la que se daba a las asambleas de cada uno de los centros la libertad de diseñar su propio “protocolo” para “llevar adelante las dinámicas de plante” contra el informe PISA. El boicot promovido por Ikasle Abertzaleak el año pasado es solo una de las numerosas acciones de sabotaje contra las evaluaciones externas que se han llevado a cabo en la escuela vasca los últimos años.

Desde que en 2013 se aprobara la Lomce, en Euskadi ha surgido una corriente contraria a las evaluaciones externas apoyada por sindicatos, formaciones de izquierdas y sectores de la enseñanza, como las familias de la red pública o las ikastolas, que se han negado sistemáticamente a realizar la versión vasca de las reválidas de la ley Wert. Y no han sido las únicas. En su primer año de vida, el plante contra la evaluación final de Primaria fue generalizado; el segundo año fue boicoteada por el 30% de los centros designados por Educación para hacerla, y en 2017, se hizo en 114 de los 122 colegios elegidos. La preocupación por el clima antievaluación externa surgido al calor del rechazo unánime contra la reforma educativa aprobada por el Partido Popular llegó al Parlamento Vasco en 2018 de la mano de la consejera de Educación, Cristina Uriarte, quien aseguró que los boicots se debían a que la información que llegaba a los centros escolares estaba “contaminada”.

El calendario de 2018 fue especialmente apretado para el alumnado de 15 años. Además de los exámenes normales -los que realmente cuentan para el expediente- todos tuvieron que hacer la reválida de 4º de la ESO en mayo y 5.583 seleccionados, las pruebas de PISA en abril.

Fuentes de la OCDE quisieron alejar ayer la sombra del boicot ya que, según dijeron, “no podemos pensar que un colegio ha invitado a los alumnos a no tomarse la prueba en serio”. La ministra de Educación, Isabel Celaá, no quiso pronunciarse sobre este extremo antes de identificar las causas de los malos resultados que han provocado la cuarentena de los mismos. No obstante, Celaá calificó de “llamativo” el hecho de que los estudiantes contestaran en “25 segundos a 20 preguntas” en la sección de fluidez lectora.

En su comunicado, la OCDE aseguró que “un número relevante de estudiantes españoles respondieron a la sección de fluidez lectora de una forma que era patente que no representaba su competencia lectora real”. Como esta evaluación se hizo a través de ordenador, las acciones de los estudiantes quedaron registradas y se ha podido realizar un seguimiento de lo que hicieron. En muchos casos, dijo la OCDE, los estudiantes contestaron “de manera apresurada, empleando menos de 25 segundos en total para responder más de 20 preguntas” y respondiendo “siguiendo ciertos patrones” como “todas sí o todas no”. En otros países, los estudiantes que realizaron esta prueba “emplearon por lo general entre 50 segundos y más de dos minutos en contestar esta sección, dependiendo de lo rápido que pudieran leer”.