Galdakao - El pueblo de Galdakao, además de alcalde, tenía sheriff. Falleció el pasado 3 de abril con la 'chapa' de su apodo puesta. Fue una de las personas más conocidas y queridas de la localidad. Eusebio Alevia Arnaiz lo dio todo el por club local de fútbol y vivió o sobrevivió como pudo en el mismo campo de fútbol de Santa Bárbara. Lo hizo hasta el punto de que estuvo a punto de morir en un incendio en la campaña 1985/1986. Los ladrillos de su perra Chati le salvaron, como quedará impreso en un libro sobre el centenario del Club Deportivo Galdakao que ultima el noble periodista Juan Luis Ibarretxe, quien aporta un dato más.

El utillero de origen burgalés cuidó el campo de Santa Bárbara, en el barrio de Zuatzu, durante 23 años. Se retiró del terreno de juego en 2003, pero mantuvo su compromiso con la entidad ya que siguió con el cargo de vocal en la directiva como atestiguan sus carnés de socio.

En el calendario de fastos por el centenario del club de fútbol está previsto que se le rinda un homenaje conjunto con otra persona que fue como él, Ángel Arrieta Pelicán. "Los dos han sido una institución en este pueblo", les reconoce Víctor Manuel Menéndez, expresidente de la entidad deportiva y componente de la gestora que está organizando los actos de celebración por el centenario del club.

Eusebio Alevia nació en Castrojeriz, provincia de Burgos, el 28 de junio de 1938, en plena Guerra Civil. Fue el cuarto de un total de nueve hermanos, muchos de ellos desplazados a vivir en Bizkaia. "Mi hermano fue muy voluntarioso para con todos los del pueblo", recuerda Victoria, residente en Galdakao.

Hijo de Victoria es Igor Martínez Alevia, quien guarda con cariño a su tío en su corazón. "Si tuviera que destacar algo de su persona conmigo fue la generosidad. Recuerdo de chaval ir al campo y siempre tenía algo previsto para dármelo, para que yo estuviera allí feliz con él", agradece Igor.

Galdakao empadronó a su sheriff cuando este tenía 22 años, es decir, en 1960. "Antes había trabajado como pastor de vacas en Algorta, en un caserío", aporta Victoria. Dos décadas después, en 1980, entraría a darlo todo como cuidador del campo de Santa Bárbara. Hasta entonces había trabajado en una firma hoy ya no existente llamada Cementos Blanco, para la construcción de infraestructuras urbanas dedicadas al acabado de suelos.

vida en la caseta Tras una década en esta empresa, comenzó a dedicarse a la venta de cartón y reciclaje, actividad que compaginó con el cuidado del campo de fútbol y llegó a instalarse a vivir en una pequeña caseta que había en las instalaciones de Zua-tzu. Fue en el mes de enero de 1986 cuando el club recibió, lo que Juan Luis Ibarretxe valora como "un fuerte golpe, ya que un incendio azotó Santa Bárbara y se calcula que los daños ascendieron al millón de pesetas".

Ibarretxe, en el libro que se publicará este año, deja impreso para la historia que "Javi Berruete recuerda el suceso y apunta que se produjo por un tema relacionado con la estufa. Ese día, el perro le salvó la vida a Eusebio, el cuidador del campo, ya que oyó cómo le ladraba y escapó de la caseta". A pesar de esta versión, por el pueblo circula otra que asegura que el lamentable suceso ocurrió tras un partido en el que el club foráneo no quedó de acuerdo con lo acontecido durante un encuentro y "como represalia quemaron la caseta, en la que no sabían que vivía Eusebio", informan otras fuentes a DEIA.

Ibarretxe agrega otro testimonio más sobre aquel incidente: "Josu Gómez, a pesar de que entonces era alevín, tampoco se olvida de que el perro que le salvó a Eusebio se llamaba Chati. El otro perro que tenía se llamaba Morirás y, además, más adelante tuvo una perra más llamada Tigresa".

CAMBIO DE 'DOMICILIO' A raíz del incendio, Alevia pasó a residir en los locales que tenía el CD Galdakao en una antigua escuela aneja al terreno de juego. Dormía en una cama plegable junto a la lavadora donde se limpiaban las vestimentas del club. Su vida fue muy austera y sencilla, sin embargo, todas las personas consultadas coinciden en que era muy desprendido. "Era un hombre supermajo. Para los jugadores, era como un segundo padre. El Galdakao fue como una segunda familia para él, lo era todo. Fue un hombre que las pasó canutas, pero que sintió el aprecio de los jugadores y afición del club", agrega Menéndez.

El último partido en Santa Bárbara sobre arena se disputó el 11 de mayo de 2003 y supuso la retirada de Eusebio de aquel lugar que tanto quiso. En aquella jornada, el CD Galdakao empató a un gol con el Balmaseda. El honor de marcar la última diana fue para Iñaki en el minuto 80 de contienda. Ese día, la dirección, jugadores y parroquia de Santa Bárbara rindieron un emotivo homenaje a Eusebio Alevia tras 23 años como utillero. La prensa de la época recuerda que junto al alcalde local entonces, Fernando Landa, y al presidente de la entidad galdakoztara José Lima, "cortó la red de una de las porterías", explica Ibarretxe. Hay quien cuenta, como recuerdo sin constatar, que Eusebio Alevia pudo ser una de las personas evacuadas del barrio de Zuatzu en helicóptero durante las inundaciones de 1983.

Ahora, tras el fallecimiento del sheriff', hay quien sigue acordándose de Santa Bárbara cuando truena; en Galdakao, cuando truena, muchos se acuerdan del campo de Santa Bárbara, el de Eusebio.