LA del sábado no era una jornada cualquiera. Iribar iba a ver por primera vez en San Mamés su estatua, Rahm hacía el saque de honor, los veteranos jugaban un partido ante el Oporto y la familia rojiblanca se juntaba para cerrar el 125 aniversario. Vamos, que el día venía emocionante, pero ante todo un partidazo de liga, Athletic y Atlético se medían ante más de 48.000 aficionados para el deleite de los locales. Qué partidazo.

Antes del choque frente a los del Cholo el respeto era máximo. Esta temporada parecen haber encontrado el equilibrio entre defensa y ataque. Bueno, lo habían encontrado, ante los leones nada de eso se adivinó. Pensando en global y con dos partidos en cinco días, no salía mal la cuenta del aficionado con un empate ante los colchoneros y una victoria frente a los canarios. El asunto es que no creo que muchos esperásemos lo que íbamos a vivir en La Catedral. Se venía una maravillosa tarde de fútbol.

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El Athletic-Atlético, en imágenes Borja Guerrero | Agencias

Valverde tenía problemas a la hora de hacer el once por las ausencias, o eso parecía. Nada más lejos de la realidad, otros nombres en el centro del campo, pero mismo o superior rendimiento. Prados y Herrera, en cuanto encontraron el sitio, mandaron en la zona ancha y se hincharon en la recuperación de la pelota. Es una gozada saber que en el navarro hay futuro, sorprende que hasta la fecha le hayamos visto tan poco. Ander, pese a sus problemas físicos habituales, dejó constancia de la calidad que atesora.

El Athletic pasó por encima del Atletico. Los leones sometieron al cuadro madrileño a un asedio total que cerró el primer tiempo con tablas cuando deberían haberse marchado los de casa con un par de goles en su casillero a la caseta. Oblack veía cómo los suyos eran incapaces de parar a los cuatro hombres de punta vestidos de rojiblanco que están en un momento de forma extraordinario. Ocasiones por doquier y hasta un penalti fallado. No era normal con tanta producción no tener nada de premio.

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Siempre decimos que el equipo del Txingurri corre mucho, es así. Lo del partido ante los del Metropolitano no fue de correr, fue de jugar. El equipo fue vertical, combinó lo justo y necesario para ser un equipo atractivo, divertido e imparable y, sobre todo, levantó del asiento a una afición entregada ante lo que estaba viendo. Uno de esos partidos en los que te vas a casa con la sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de ser de este equipo.

Empieza a ser muy complicado destacar a unos frente a otros, porque el partido global es sencillamente espectacular. Sí quiero poner en valor una vez más la aportación de Lekue, está que se sale. Unai, siempre bien, y los centrales, más cómodos que nunca. Lo de los de arriba son una locura. Estos tres jugadores podrían jugar en cualquier selección del mundo. Los Tainta Boys son diferenciales a más no poder y han encontrado un socio que los entiende a las mil maravillas. Gorka Guruzeta se ha convertido en alguien fundamental en este engranaje, y es por algo. Trabaja, ayuda, lee el juego de cine y marca goles, su renovación es una obligación.