Cinco meses después de la agresión que sufrió Marcelo Ocampo, entrenador del Sestao River B juvenil, al término del partido que su equipo disputó ante el Portugalete C en Los Llanos, ya hay sentencia contra el sujeto que le pegó. Según ha podido saber este periódico, tras un juicio rápido en el que la Fiscalía y la defensa del acusado han llegado a un acuerdo, el sujeto, de 22 años de edad, ha sido condenado a indemnizar con 1.500 euros al técnico y a una multa de seis euros diarios durante un mes y al pago de las costas del proceso judicial.

El joven, hermano de uno de los jugadores del equipo jarrillero al que el club expulsó de la plantilla después de todo lo sucedido, le propinó un puñetazo en el rostro a Marcelo, que le dejó semiconsciente y le causó lesiones en el tabique nasal, en el labio y en dos piezas dentales. El agredido no tardó en presentar una denuncia ante la Policía Municipal de Portugalete. Ante la gravedad de los hechos registrados a mediados del pasado mes de octubre, el Comité de Competición de la Federación Vizcaina de Fútbol decretó el cierre del campo de Los Llanos durante tres encuentros y una multa de 300 euros para el club local.

El agresor, al final de este partido correspondiente a la Segunda División juvenil, saltó al césped desde las gradas para, primero, insultar y amenazar al colegiado y de seguido propinar un puñetazo en el rostro al técnico del equipo verdinegro, quien quedó semiconsciente y necesitó posteriormente atención médica en el cercano centro hospitalario de San Juan de Dios, en Santurtzi. El agresor, que al parecer se cubrió la cara con la capucha de su sudadera, huyó de las instalaciones jarrilleras después de agredir al entrenador del Sestao River, aunque horas después fue identificado y localizado.

La versión del agredido

“Una vez terminado el partido, pita el árbitro, se mete un montón de gente dentro del campo, empieza a haber un poco de tumulto… Este individuo se fue hacia el árbitro a agredirle, no lo hizo pero sí le insultó, de seguido vino hacia un lateral donde estaba yo cuando noto el golpe del puñetazo en toda la cara, sin esperármelo en ningún momento y, claro, no me dio tiempo de reaccionar, porque si tú ves a una persona que te viene a agredir, te puedes tapar con la carpeta o protegerte la cara”, relató Ocampo a DEIA horas después de la agresión. “Está claro que iba por mí, me dio de lleno, aparte de que dentro del puño se notaba que llevaba algo metálico, no sé qué era, fue un golpe muy contundente”, explicaó el entrenador del Sestao juvenil, al que dirige desde el pasado verano y para el que el daño fue más moral que físico: “Sientes impotencia e indefensión. ¿Repeler la agresión? No me salía de dentro, estaba mareado y sangrando. No tenía ni rabia. Pero hay una parte que es peor incluso que el golpe, con toda la gravedad que tiene porque se me ve en la cara y lo estoy sufriendo. Es el tema moral (silencio). Incluso cuando yo estaba en el suelo sangrando, alguien me dice: esto te pasa porque te lo has buscado. Así de duro”.