Ahora que empieza la segunda vuelta del campeonato, se renueva el deseo de plasmar en resultados positivos el trabajo. Los buenos principios son una meta que se persigue siempre porque se sobreentiende que ayudan a la consecución de los objetivos. Coger carrerilla, interiorizar sensaciones agradables, colocarse en una posición ventajosa. Todo esto lo hizo el Athletic allá por los meses de agosto y septiembre, sin embargo no lo supo aprovechar como pretendía y la tendencia fue decayendo. Poco a poco, quizá de forma menos perceptible durante el otoño, hasta que en semanas recientes se ha encontrado inmerso en un carrusel de decepciones, parcialmente compensado con la eficacia mostrada en la Copa.

Para algunos el acceso a las semifinales puede servir de consuelo. Sin duda contribuye a adecentar el balance, pero no es suficiente razón para alimentar la tranquilidad. Ni para ser feliz. Lo recordó ayer jueves Ernesto Valverde:La liga es lo que dice quiénes somos”. El Athletic, tal como va, ha dejado de ser un candidato a colarse en Europa. La meta que se marca cada temporada y que volvió a establecerse como referencia el pasado verano, objetivamente ya no guía los pasos del equipo. La clasificación es elocuente al respecto: de momento, hay ocho rivales que le anteceden y varios se hallan a una distancia respetable. Es cierto que solo cinco puntos le separan de la sexta plaza, aunque siendo pragmáticos en la actual dinámica acaso convendría dejar de mirar hacia arriba y reparar en lo que ocurre por debajo.

El margen que hoy le separa de las posiciones de descenso es de seis puntos. Hasta ocho conjuntos, que aparecen apelotonados, se han ido aproximando y de no mediar una reacción existe el riesgo de que cobre forma esa figura que se denomina vivir en tierra de nadie. Esto es, de verse metido hasta el cuello en una zona donde la prioridad consiste en meter al casillero 40 ó 42 puntos cuanto antes para eludir apreturas. El Mallorca le está echando el aliento en el cogote al Athletic, que comprueba asimismo el silencioso avance que protagonizan Almería y Girona. Hasta el Sevilla, que emitía síntomas de descomposición meses atrás, amenaza con ponerse a su altura, por no citar a Valencia, Espanyol, Celta y Valladolid, todos ellos teóricamente abocado a pelear por sobrevivir en la categoría.

Tal es el panorama coincidiendo con la visita del Cádiz, que ha espabilado y, pese a continuar metido en el fango, no es ni sombra de aquel grupo caótico del que el Athletic abusó en la excursión a la Tacita de Plata, allá por finales de agosto, para endosarle un significativo 0-4. El club andaluz acude a San Mamés impulsado por una serie de marcadores que vienen a ser la antítesis de la trayectoria de los rojiblancos después del paréntesis del Mundial: dos triunfos, dos empates y una única derrota. Casualidad no será y, por si acaso, ha buceado a fondo en el mercado invernal.

“METER CAÑA”

Dos empates y tres reveses adornan las credenciales rojiblancas. Normal pues que Valverde mencione la necesidad a modo de acicate y asegure que no deja de “meter caña” al vestuario para ahuyentar el mínimo atisbo de abatimiento. Mejor no pensar en las consecuencias de un tropiezo delante de la afición esta noche. El paso de las jornadas ha aflorado las dificultades del equipo lejos de casa, por lo que se ha de aferrar al factor campo para enderezar el rumbo. Y el Cádiz, por mucho crecimiento que haya experimentado, es el Cádiz. No está el horno para asimilar un desenlace adverso precisamente hoy. En envites así, el resultado se convierte en lo único importante.

A tenor de lo que han dado de sí los encuentros recientes, acertar la alineación empieza a adquirir el nivel de un sudoku de máxima complejidad. Hombre, algunas variaciones están cantadas, como el regreso de De Marcos o Vesga, pero en varias demarcaciones el asunto no está nada claro. Sin olvidar que Iñaki Williams es baja de nuevo, víctima de una lesión que el club no ha concretado, y Berenguer llega debilitado por un problema intestinal. Adu Ares ha sido reclutado del filial. Zarraga y Sancet se antojan alternativas válidas para dotar de energía al juego, al funcionamiento de una estructura que saltará a San Mamés con la consigna de mandar, elevar las revoluciones y acumular llegadas al área contraria. Pero vaya usted a saber qué está rumiando el entrenador, consciente de que esta noche no se puede fallar. De lo contrario, completada la jornada, el lunes será inevitable que la gente modifique sus hábitos y repase la clasificación con la vista clavada en la parte baja de la misma.