El yoga en la vida moderna
Más de 120 personas, entre profesores y profesoras de yoga y alumnos, se reunieron en el encuentro de Sanatana Dharma organizado en Orduña
COMO dice Madhava, Manuel Paz Macazaga, no hace falta viajar al Himalaya o a los Andes con la esperanza de encontrar el sendero que te conduzca a la sabiduría, a la libertad, a la realización. “Quizás, todas las experiencias del camino sirvan al buscador para darse cuenta de que no ha encontrado lo que anhelaba y un día, después de mucho deambular por el mundo, descubra que el sendero siempre ha estado dentro de él”, explica en su libro El sendero del yoga el maestro fundador de la escuela Sanatana Dharma, que ha formado a mil maestros en esta disciplina.
Durante el segundo fin de semana de marzo se reunieron en el Colegio de los Josefinos de Orduña 120 personas entre practicantes de yoga y profesores de Bizkaia, Araba, Nafarroa, Cantabria y Burgos, que buscaban su sendero a través del yoga. Beatriz, Maite y Elena vinieron de Bilbao; Silvia cogió un avión desde Barcelona, Beatriz llegó en coche desde Iruñea... todos y todas buscando ese “mapa de carreteras” que nos conduce hacia nuestro mundo interior.
Las jornadas estuvieron organizadas por la escuela Sanatana Dharma, que cuenta con numerosos centros por todo el Estado, y que rompe con viejos tópicos relacionados con estas enseñanzas, integrándolas en la sociedad actual. El tema del encuentro fue la unión. Tres días en los que se sucedieron las conferencias, las asanas (posturas) y la meditación, que unieron también a las personas que hasta ahí se habían desplazado desde las diferentes localidades vascas y limítrofes. Profesores y profesoras, médicos, abogados, periodistas, jubilados, estudiantes de todas las edades... se escaparon por unas horas de la trepidante y vertiginosa vida cotidiana para encontrarse con ellos mismos, en un oasis de paz en el incomparable marco de la ciudad vizcaina.
Allí se demostró que no hace falta asistir a ningún templo hindú; en el colegio de los Josefinos, en las instalaciones de este imponente edificio, situado en la Plaza de los Fueros, los participantes practicaron esta disciplina milenaria, surgida en India hace entre 3.000 y 6.000 años, a la que se acercan millones de personas. Muchos confunden el yoga con los asanas, con el ejercicio físico, pero es mucho más, tal y como quedó patente en la reunión en Orduña. “El yoga es la unión consciente con la esencia de uno mismo”, explicó Madhava, que a los 27 años entró en contacto con él y un año más tarde decidió dedicarse en exclusiva a profundizar, enseñar y propagarlo.
Los profesores hicieron también hincapié en la importancia de la respiración y de la meditación. “Lo primero que hacen cuando entras a una clase de yoga es enseñarte a respirar, es la base fundamental -explicó Madhava durante una de las conferencias-. ¿Para qué si has estado respirando toda la vida? Sí, pero mal. El primer objetivo es construir la paz interior. ¿Cómo eliminamos esos conflictos que están constantemente asfixiándonos en la vida? La angustia, el estrés... llegan cuando no se controlan las emociones; se toman ansiolíticos... ¿Cómo se construye la paz? Relajándonos y para ello tenemos que aprender a respirar, a oxigenar nuestra sangre. La gente está asfixiada con sus problemas porque respira mal. Los yoguis dicen que al nacer no nos dan unos años de vida, nos dan un número de respiraciones”. Se recogen las esterillas; es hora de hacer las maletas y volver a la vida habitual.
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