Micólogos de Bilbao: a setas... y también a Rolex
Cinco micólogos de la Sociedad Cantharellus de Bilbao llevan casi veinte años disfrutando de las joyas que regala la naturaleza todo el año. “Solo hay que observar”
AL monte se va a disfrutar. Eso es lo más importante. Se va a por setas y, por qué no, también a por Rolex. Es lo que hacen los miembros de la sociedad Micóloga Cantharellus Bilbao. Verdaderos expertos que cada vez que realizan salidas disfrutan al máximo y llevan una enorme mochila cargada de artilugios con los que investigar las especies. “El micófago sale a por setas para comerlas. Nosotros disfrutamos del entorno, disfrutamos encontrándolas, estudiándolas... Llevamos cámaras, plásticos para tumbarnos, trípode...”, añade Aurelio Villamayor, experto en hongos microscópicos.
Él forma parte junto a Kepa Ganuza, Aurelio Merino, Verónica Díaz y el presidente de la sociedad, José Antonio González de un equipo de apasionados micólogos que dedican su tiempo libre al mundo de la micología. “Cambiaría una cesta de boletus edulis por una especie rara en un rama”, confesó Díaz. Unas 200 personas forman parte de este grupo que el año que viene cumplirá veinte años desde que un grupo de amigos decidiera juntarse para compartir esta afición. Desde entonces este grupo ofrecen un servicio de información gratuita para que la gente conozca las diferentes especies micológicas. Del 1 de octubre al 15 de noviembre, todos los lunes y miércoles, los miembros de la sociedad Cantharellus suelen estar en el centro cívico del Karmelo, en Santutxu, para clasificar e identificar las setas que la gente lleva. “Es importante conocerlas y no comerlas hasta no estar seguros de que las setas son comestibles. Hay muchas intoxicaciones porque la gente se confía mucho”, apuntan.
El otoño ha llegado tardío. Después de unos días de lluvia, los amantes de las setas han podido llenar de diferentes especies las cestas con las que han salido al monte. “Ha pegado el brote tarde. No ha sido una temporada buena”, comentó Díaz, mientras mostraba en su móvil un boletus edulis hallado en los alrededores de Altube.
Todos los días del año se pueden encontrar setas: no solo en el monte también en jardines, en rosales, entre zarzas... Lo cierto es que es el otoño la época en la que más gente se lanza al monte en busca de estos manjares que regala la naturaleza. El buen setero sabe que a veces la proporción de horas que se invierten en el monte no coincide con el número de setas que se hallan. “Puedes estar siete horas y volver sin nada. En otras ocasiones paseando por un parque te encuentras una especie comestible y preciosa. Hay que ser observador”, concluyen los micólogos.
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