JÚPITER tiene 67 lunas conocidas. Las cuatro de mayor tamaño las descubrió Galielo Galilei en 1610 y se cree que una de las lunas tiene un mar de agua salada bajo su superficie helada, lo cual podría ser la cuna de nuevas formas de vida. Esa luna lleva el nombre de Europa y también ha bautizado al último filme del húngaro Kornél Mundruczó. Así, Jupiter’s Moon aborda una historia ambientada en la crisis de refugiados que está viviendo Europa, pero desde el estilo de ciencia ficción contemporáneo.
“No queríamos hacer una película solo sobre refugiados, sino utilizar la crisis actual como contexto para reflexionar sobre los milagros”, apunta Mundruczó. El filme narra la historia de Aryan, un joven emigrante es disparado cuando intenta cruzar ilegalmente la frontera y enviado a un campo de refugiados. Sin embargo, para su sorpresa, la herida le otorga el poder de levitar. Con la ayuda del doctor Stern, Ayran logra escapar del campo. Fascinado por los superpoderes de Aryan, el doctor Stern verá una gran oportunidad para explotar el milagro. En ese sentido, Mundruczó declara que “enfrentarse a un milagro exige una presencia activa por parte del espectador y ese es uno de mis objetivos más importantes en una película”. Por ello, el cineasta recalca que si bien se trata de una película sobre refugiados, también es “una búsqueda de Dios porque hay momentos en la vida en los que nos topamos con cosas que son absolutas o misteriosas”.
volar frente a una ‘ceguera’ El personaje de Aryan consigue el poder de volar, un milagro que el doctor Stern se obsesiona en manejar y dirigir hasta conseguir un beneficio propio, guiado por una ceguera de intereses personales. Kata Wéber, la coguionista de la película junto a Kornel Mundruczó, destaca que entre sus antepasados hay muchos médicos y le resultaba muy interesante “el arquetipo contemporáneo del médico que ha perdido la fe, que ya no quiere curar y se limita a sobrevivir, totalmente desencantado”. En ese sentido, Mundruczó apunta que “en muchos momentos de nuestras vidas nos sentimos atrapados” y “no vemos la salida porque en realidad estamos inmersos en un frenesí por apoderarnos de algo”.
Asimismo, el cineasta desvela que llevaba tiempo dándole vueltas al personaje del Dr. Stern, quien “encierra muchos elementos autobiográficos, al igual que Aryan”. Por ello para el director húngaro la amistad que se crea entre ambos personajes resultaba clave y esencial para el desarrollo de la película.
Mundruczó señala su visita a un campo de refugiados en Bicske (Hungría) como uno de los orígenes del proyecto.