bilbao - Mikel Reparaz (Iruñea, 1975) admite que ha llegado a estar frustrado “porque no hay forma de hacer trabajo periodístico de verdad”. Otras veces le da un subidón al pensar que vive un momento histórico. “Lo que está pasando es muy interesante y muy alarmante. Europa debería tomar nota”, advierte.
Ha recorrido 49 de los 50 Estados. Le falta Hawáii, donde nació Obama... según casi todos. ¿Este rally se debe a la campaña electoral?
-Sí, pero también a otras coberturas. La campaña fue frenética desde las primarias. Fueron meses de mucho movimiento, pero nunca con la caravana de un candidato.
¿Tenía un mal presentimiento?
-La victoria de Trump me sorprendió, pero nada más empezar el recuento quedó claro que iba a ser el presidente. Hizo una campaña quirúrgica y muy inteligente. Sabía dónde podían estar sus votos y los consiguió, a pesar de que Hillary logró tres millones más.
¿Sirve un sistema si gana alguien con tres millones menos de votos?
-Hay un debate en EE.UU. sobre el Colegio Electoral. Algunos dicen que es poco democrático y obsoleto.
¿Es contraproducente la ayuda de ricos y famosos? Hillary perdió con apoyo de Beyoncé, Lady Gaga...
-Trump es un famoso él mismo. Una celebrity gracias al programa El Aprendiz, en la NBC, con audiencias millonarias. Pero es verdad que todo el apoyo que tuvo Hillary -y no tuvo Trump- contribuyó a su imagen de outsider, que iba contra el sistema y la clase política de Washington, y le dio la victoria. Para la gran mayoría, Hillary suponía una continuidad del mandato de Obama y del establishment. Siempre quedará la duda de qué habría ocurrido si hubiera contado con Bernie Sanders, el otro candidato fuera del sistema.
¿Cómo permitió el Partido Republicano llegar tan lejos a Trump?
-Para muchos líderes fue una sorpresa su victoria en las primarias. El Partido Republicano se rompió por dentro, pero el presidente ha sido inteligente a la hora de intentar unificarlo. Muchos líderes le critican, como los Bush o McCain; pero él ha afianzado su liderazgo cortando cabezas y usando la desinformación y la mentira como arma de poder, algo que hace muy bien.
¿Los medios ayudaron a Trump dándole tanto espacio y tiempo?
-Sin duda, y él supo utilizarlo. Prefiere que hablen de él aunque sea mal. Lo demostró en la campaña, cuando dijo barbaridades sobre las minorías, las mujeres y otros colectivos que tuvieron una repercusión tremenda. Era publicidad negativa, pero logró presencia constante en los medios. Se convirtió en una especie de asteroide en llamas que se acercaba a la Tierra y eso le dio mucha popularidad entre votantes enfadados y contrarios a Washington. Lo explica muy bien la socióloga Carol Anderson en La ira blanca (White Rage). Casi el 70% de los estadounidenses son blancos y de alguna forma la victoria de Trump es una reacción a la presidencia de Obama.
¿Sus votantes están arrepentidos?
-Entre sus bases tiene un apoyo total. Por ejemplo, en la zona minera de Virginia Occidental creen que puede devolverles los empleos y que sus políticas energéticas van a primar los combustibles fósiles. La gran mayoría blanca, cristiana y conservadora le apoya.
Trump autorizó por primera vez las prospecciones en el Ártico...
-Entrevisté al capitán del único rompehielos en activo de EE.UU. (Rusia tiene 42) y me dijo que si hay un vertido de petróleo no podrían llegar y sería un desastre ecológico absoluto. Cree que es una locura. Pero Trump ha llegado a decir que el cambio climático no tiene nada que ver con la actividad humana y en su Administración hay muchos negacionistas.
Ya ha habido dos secretarios de prensa. ¿Un periodista debe recordarles que su obligación es preguntar y la de ellos, responder?
-Estados Unidos es el país de la libertad de prensa por excelencia y ya son muchos los que comparan la presidencia de Trump con la de Nixon por su actitud contra la prensa; yo creo que es incluso peor. Ha creado un clima de descrédito y ha atacado directamente a periodistas y medios concretos desde la Casa Blanca. Ha llegado a prohibir grabar ruedas de prensa, solo audio.
Trump quiere cancelarlas y emitir comunicados...
-Otra estrategia para silenciar a sus portavoces. Tiene mucho que ver con su narcisismo. Confía muy poco en quienes tiene alrededor y lo ha demostrado con los despidos de estos meses. Como periodista, puedo decir que en la era Obama siempre había alguien al teléfono dispuesto a responder si quería contrastar una información. Ahora no coge nadie. Creo que, además de a la falta de transparencia, se debe al miedo de su entorno por lo que pueda tuitear al día siguiente. Para los corresponsales todo ha ido a peor, pero es el presidente y tenemos obligación de contar lo que dice, muchas veces sabiendo que es mentira.
¿Trump solo ve Fox News?
-El matutino Fox & Friends es su favorito. Cuando se despierta, lo primero que hace es ponerlo. Es muy fácil comprobarlo porque sus mensajes de Twitter son sobre lo que están hablando en el plató. Por eso se ha convertido en un referente para saber lo que va a opinar ese día.
¿Coinciden los supremacistas blancos con los Estados del Sur y la antigua Confederación?
-Hay muchos supremacistas blancos también en Estados del Norte, Este y Oeste, pero es verdad que los símbolos confederados, que corresponden a un régimen esclavista y son muy ofensivos para gran parte de la población, tienen muchísimo apoyo en el Sur, no solo en sectores ultras sino que también hay quienes defienden que son parte de la historia. Hasta hace poco la bandera confederada era oficial en muchos Estados sureños. Ahora en uno: Misisipi. Era un debate abierto y Trump lo ha utilizado y dado alas a los grupos de odio. Se reorganizaron con Obama y ahora salen a la calle y se intentan unificar en el movimiento Alt-Right, Derecha Alternativa.
Estuvo en los disturbios de Ferguson (Missouri) en 2014. ¿Se pueden comparar con los de este año en Charlottesville (Virginia)?
-Los de Ferguson ocurrieron en respuesta a la muerte de un chico negro de 18 años desarmado a manos de un policía que ni llegó a ser procesado. Esto ha ocurrido durante décadas. Es indudable que hay un racismo estructural: se ve en los barrios pobres, en la población carcelaria, etc. Los disturbios de Charlottesville y el asesinato de Heather Heyer se debieron a una manifestación de grupos ultraderechistas, entre los que estaba el KKK; en reivindicación de los monumentos confederados y las promesas de Trump y que, de alguna forma, obtienen oxígeno desde la Casa Blanca. Esa violencia es mucho más peligrosa y cuenta con milicias armadas.
El conflicto racial más explosivo era con los negros. Pero se ha reavivado con hispanos, musulmanes, nativos americanos...
-La lista de damnificados es interminable. Y no solo minorías étnicas. También el colectivo LGBT ha sido continuamente atacado. Algunos dicen que Trump es racista y otros que no. Pero aunque no lo sea como persona, utiliza el populismo racista continuamente. Su primer paso fue poner en duda que Obama había nacido en EE.UU. y decir que falsificó su certificado de nacimiento.
Este año usted estuvo con los sioux. Trump quiere construir un oleoducto por tierras sagradas que puede contaminar su agua. Un descendiente de Toro Sentado recuerda que “no bebemos petróleo”.
-Los indígenas son otro grupo perjudicado, en concreto la Reserva India Standing Rock, en Dakota del Norte. El oleoducto se empezó a construir en la presidencia de Obama, que cedió cuando convocaron una de las mayores movilizaciones de pueblos indígenas nunca vistas y consiguieron que paralizara las obras. Una de las primeras cosas que hizo Trump fue firmar el decreto y retomar el proyecto. No tiene intención de dialogar con las minorías.
¿El viaje a Dakota es lo que más le ha impactado en estos años?
-De lo que más. Se juntaron doscientas naciones indígenas de Norteamérica, algunas de Canadá y México aunque la mayoría eran de EE.UU.; todos liderados por los lakota, parte de la tribu sioux; uno de los pueblos indígenas más guerreros y combativos. Fue muy llamativo ver a esos grupos unirse, levantar sus tipis en medio de la pradera de Standing Rock y protestar contra el oleoducto y contra el hombre blanco.
Trump quiere dejar el sueño americano sin ‘dreamers’ (soñadores), los inmigrantes que entraron con menos de 16 años.
-Es coherente con su política anti inmigración. Una de sus promesas fue acabar con esta protección que su predecesor había dado a los hijos de inmigrantes sin papeles, que llevan quince años en el país, hablan inglés y son como cualquier otro estadounidense salvo que no tienen la ciudadanía. Obama quiso protegerlos con un permiso provisional que les permite trabajar, matricularse en la universidad, conducir, acceder a la Seguridad Social y disponer de una tarjeta de crédito.
¿‘El sueño americano’ es para blancos, cristianos y conservadores?
-Ni siquiera para ellos, es parte de la propaganda de Hollywood porque se trata de un país con tremendas desigualdades. Hay 43 millones de pobres, pobreza severa. Hay muchas zonas de las que es imposible salir aunque el llamado sueño americano diga que sí. No es verdad. Las desigualdades se lo han cargado... si alguna vez existió. Yo creo que responde a un mito de la colonización, cuando llegaban los inmigrantes y era la tierra de las oportunidades.
¿No hay ningún flanco por el que llegar a destituir a Trump?
-Destituir a un presidente no es fácil. Hay que encontrar indicios de delito y de momento no hay. Todo esto tiene mucho que ver con la falta de liderazgo en la oposición: el Partido Demócrata está anestesiado tras el shock de la derrota de Hillary.
¿Es posible que Michelle Obama acepte ser candidata en 2020?
-Ella dijo que no, pero va a tener mucha presión del Partido Demócrata. Si no para presentarse, por lo menos para liderar un movimiento que les devuelva la ilusión. Yo sí apostaría por ella para el futuro.